SOCIEDAD › PABLO BRODER, MOTOR DE GRAMEEN

“Hacemos emerger”

 Por Mariana Carbajal

El economista Pablo Broder es el alma mater y motor del Banco de los Pobres en el país. Después de haber sido director ejecutivo de una multinacional durante 35 años, en los últimos cuatro se dedicó full time a “diseminar la semilla” del proyecto en la Argentina y en el resto de Latinoamérica. Pero no confía la metodología ideada por Yunus a cualquiera. “Tratamos de no equivocarnos con quienes nos involucramos, porque todavía Grameen es sinónimo de credibilidad y no queremos que el concepto se prostituya. Me han venido a ver políticos de todos los colores. En algunos casos en que hemos averiguado que no nos merecían ninguna fe, directamente les dijimos que no. En otros, tuvimos grandes charlas, pero al final cuando se daban cuenta de que esto era una metodología que no admitía el tratamiento prebendario, clientelista de la política, dejaron de interesarse. Estuve reunido con buena parte de los políticos más importantes de distintas provincias, del primer nivel”, reveló Broder a Página/12. Broder está satisfecho con la expansión que el sistema está teniendo en el país, porque –dice– es un proceso lento.
–¿Se podría desarrollar el sistema Grameen desde el Estado?
–No, porque todo lo que viene desde el Estado tiene color y olor a asistencialismo y la gente está acostumbrada a no devolverlo nunca. Esto, en cambio, es un préstamo. A la gente le decimos que no queremos ni le vamos a regalar nada. Y no sólo porque sea verdad, sino porque la gente en el fondo está cansada de que le regalen cosas y no la ayuden a emerger. Es como los países. A los países chicos, los países grandes les dan regalos en asistencialismo, pero cuando empiezan a producir algún tipo de bien y quieren vendérselo a Estados Unidos, por ejemplo, les cierran la puerta porque meten aranceles; burdamente ocurre así. Acá pasa lo mismo. A la gente hay que ayudarla a que desarrolle su propia iniciativa y su trabajo.
En su arcón de recuerdos, Broder atesora infinidad de historias de gratitud de gente que ha sido beneficiada con microcréditos en el país: “Hombres de 40 años que se me han puesto a llorar en el hombro diciéndome que les hemos hecho realidad el sueño de su vida, de poner una verdulería en el fondo de su casa con los 300 pesos que les prestamos, porque eran vendedores ambulantes y pensaban que iban a morir sin poder dejar de serlo. O una señora que hacía tortas y masitas y las repartía en su auto, y estuvo seis meses parada porque nadie le podía prestar plata para arreglar el coche hasta que le dimos el crédito y pudo volver a trabajar”.

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