SOCIEDAD
Dos miradas sobre la actitud de la gente
Juan Pegoraro * .
Acto de racismo
La reacción de los pobladores de Arequito no puede entenderse sólo como la necesidad de llenar un vacío dejado por el Estado. Porque querer erradicar a una familia es un acto de racismo de un pensamiento absolutamente vulgar que no puede, o mejor dicho, no debería ser nunca una acción del Estado. Se comete un error al descargar la impotencia sobre el propio pobre sin considerar las políticas que producen pobres, un análisis exacerbado durante los ‘90. Lo que provoca un fenómeno como el de este pueblo es la conjunción de una sensación de inseguridad mezclada con miedo –porque la delincuencia y la impunidad obviamente generan temor– y el asesinato de una persona muy querida dentro de la comunidad. Y de pronto hubo un click, inexplicable en términos de causa y efecto, que tiene que ver con conciencias morales sin memoria colectiva que aparecen y desaparecen. Este tipo de actos son espasmódicos y no tienen continuidad. Pero sí se pueden destacar algunos elementos como una relación cara a cara de comunidad, diferente a una relación societal, en el contexto general de una insatisfacción muy grande con respecto a las instituciones. Echarle la culpa a dos familias es obviamente un chivo expiatorio porque siempre es mucho más fácil pensar que muerto el perro se acabó la rabia y más difícil plantearse esto como un problema estructural. Por supuesto, también es más serio.
* Sociólogo, profesor de la carrera de Sociología en la UBA.
ALCIRA DAROQUI*.
Actitud medieval
El fenómeno que se generó en Arequito es particularmente interesante. Una reacción comunitaria que rechaza todo lo que le resulta una amenaza: no le alcanza con que estén presos los autores del delito, sino que busca la venganza y pide la expulsión de la familia, poniéndola en el lugar de productora de delincuentes. Lo que buscan no es la solución del problema, sino sacárselo de encima y no les importa que continúe si eso sucede en otro lado. Esto tiene mucho que ver con una expresión de comunidad típica del medioevo, que es creer que la extirpación es la solución. Lo que para este pueblo sería la solución de sus males es una mezcla de una pena de los siglos XI y XII, la deportación, y una pena moderna, que es la cárcel para los delincuentes. La reacción parece ser la de una sociedad que se arroga el derecho de definir quién es el bueno y quién es el malo y, además, de decidir ella qué se debe hacer con el malo. Una sociedad que se considera incólume y siempre víctima de un exterior malo. Primero reaccionaron contra la Justicia, pero como a la jueza de Casilda nunca le vieron la cara, lo que hicieron fue apedrear la comisaría. Lo que sí entendieron es que la policía y la Justicia no están para solucionar el delito sino para reprimirlo. Entonces, ante la impotencia generada por la impunidad, actuaron con la lógica de la Edad Media.
* Socióloga. Investigadora del Instituto Gino Germani