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Los adolescentes varones de la Villa 20, entrevistados para la investigación, relatan que los barrios “están llenos de vih, en todos lados”.
Los chicos cuentan que el lugar de encuentro sexual más común es en el baile, donde “si te va bien, te vas a los reservados y ya está”. También se juntan en la casa cuando los padres se van o en hoteles en el caso de que el chico tenga plata. A veces, toman prestada la casa a un familiar o a un amigo.
En el grupo hay tres adolescentes que no están iniciados sexualmente. Uno, de 17, dice: “Mi mamá dice que tengo que usar preservativo, si alguna vez tengo que tener relaciones sexuales, tengo que cuidarte, porque el día de mañana va a llegar embarazada la otra y te vas a tener que hacer cargo. Yo no quiero ser tan boludo de arruinarme la vida, bah... no es arruinarse, pero quiero disfrutar la vida, no me quiero comprometer desde temprano”. Otro de ellos, afirma: “Me hablaron del tema de la sexualidad acá en la escuela, pero mucho no me acuerdo qué me explicaron”.
Un adolescente de 19, ya iniciado sexualmente, cuenta: “Con mi novia yo estuve cinco años, a veces me cuidaba y a veces no, pero porque es mi novia, era mi novia, porque yo sabía lo que hacía”.
–¿Y salías con otras pibas al mismo tiempo? –le preguntó una de las investigadoras.
–Sí, andaba con otras pibas.
–¿Y con las otras pibas qué onda?
–Hablás, las ves, sexo y chau, nada más.
–¿Te cuidabas?
–Sí, con ésas me cuidaba siempre.
Entre los entrevistados hay tres adolescentes que se iniciaron a los 12, 13 y 15 años, respectivamente. Uno de ellos es padre de un nene de 2 años y así relata su primera vez: “Tenía 12 años, por ahí, fue con una compañera de la escuela, había una joda cerca de mi casa, y bueno después la llevé a mi casa, yo no sabía nada, pero más o menos yo leía libros que decían cómo era. Bueno, y así fue, pero ninguno de los dos sabía nada”.