SOCIEDAD › MARTINEZ, EXPERTO EN ACCIDENTES
Física para el choque
En el equipo de física forense es Ernesto Martínez el especialista en accidentes automovilísticos: ha realizado más de cien pericias en veinte años.
–¿Existe un método de abordaje común para los accidentes?
–No sé si hay un método. Hay una discusión muy linda de un físico famoso, Richard Feinman, que habló sobre el método científico. El decía que no hay un método científico, sino que es como comprar un coche usado: tratás de que no te estafen. Y cuando estás investigando el principal estafado es uno mismo, te dejás llevar por prejuicios, soluciones fáciles. En los accidentes uno va al lugar, lee la información, ve los autos. Hay que tener experiencia sobre qué cosas dan las pistas más valiosas, pero a veces las pistas salen de cosas infinitesimales.
–Cuénteme un caso.
–Uno que recuerdo fue el de una camioneta que, según decían, se había ido para la mano opuesta y rozado un camión cargado de leña; atrás del camión venía un ciclista y la camioneta se lo llevó puesto. Le estuve dando muchas vueltas hasta que me di cuenta de que la camioneta estaba rayada en su lado izquierdo por la goma trasera del camión. Y después observé que la estructura de esos rayones contaban una historia, y si uno sabe cómo funcionan los movimientos angulares, cómo se componen vectores y otras cosas, puede calcular la relación entre velocidad de la camioneta y la del camión. Yo veía cómo esa relación había ido disminuyendo, porque la camioneta había ido frenando a lo largo del roce, y eso me permitió calcular con bastante precisión a qué velocidad iba la camioneta. La velocidad es muy importante para asignar culpas. En este caso, salió de un detalle inesperado. Para mí tuvo varias lecciones: me sentí muy orgulloso de haber pensado eso y tiempo después vi en un libro norteamericano el mismo método; en realidad, es difícil inventar algo. Calculé que probablemente la velocidad de la camioneta cuando tocó con el camión era de 80 u 85 kilómetros por hora, lo cual ofendió a ambas partes. Como siempre el conductor de la camioneta dijo “yo venía a menos de 40” y los parientes del ciclista muerto decían “ese tipo venía a 180”.
–¿No quedan datos en el velocímetro que indiquen la velocidad?
–No, hay una leyenda que dice que los velocímetros quedan fijos en la velocidad del accidente, pero eso es semejante a las historias de la época de Edgar Allan Poe, que decían que en los ojos del muerto queda grabado el rostro del asesino. La información más importante en los accidentes de autos son frenadas o derrapes: marcas de gomas en la calzada. La gente piensa que podés reconstruir un accidente por cómo están abollados los autos y sólo podés reconstruir algunas cosas. Comparando la situación de dos autos que van a 40 y chocan, con la de un auto que va a 80 y choca con otro detenido, los daños son los mismos.
–¿En todos los casos hay elementos como para sacar conclusiones importantes?
–No, un porcentaje elevado no los acepto porque pienso que no puedo agregar nada. A menudo no hay información, habría que trabajar mucho en mejorar la instrucción de la policía, muchas veces recogen datos que no sirven y no recogen otros que servirían. No es culpa de ellos, no los entrenaron. Deberían saber geometría, no digo teoremas, sino la geometría mínima que usa un albañil para trazar ángulos rectos.
–¿Cómo se define que convoquen a un físico para un accidente?
–En muchos casos la policía dice qué pasó, bien o mal. Y en algunas oportunidades, el juez quiere saber más. Yo después normalmente no quiero conocer los fallos de los jueces, porque si no me hacen caso me amargo mucho. A veces creo que he probado matemáticamente cómo fueron las cosas y los jueces hacen lugar a otras consideraciones, que si fuesen estudiantes míos les pondría un dos.
–¿Y eso sucede porque les convenció más otra teoría o porque no entendieron el contenido de su pericia?
–Siempre me lo pregunto. Un defecto que suelen tener los peritos es que no se esfuerzan en explicarle al juez. Nosotros siempre tratamos de explicar lentamente y que la persona haga suyas nuestras conclusiones. Cuando no me hacen caso, normalmente pienso que la primera culpa es mía, que debería explicarlo mejor. Es un área en que los científicos tenemos que esforzarnos.