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“Sos la primera ficha del dominó”, amenazaron al chico del Moreno, mientras le marcaban el pecho con tres A. Era el 11 de junio pasado. Un mes y medio después, el fiscal Pablo Lanusse investiga ése y cinco casos más, mientras que otro transita en el juzgado federal 4. En La Plata hay al menos una denuncia por una golpiza a un estudiante universitario platense, y en Lomas de Zamora, tres denuncias más que no llevan más de una semana, tras otra golpiza sufrida por un estudiante de secundario integrante de la Asamblea Vecinal de Temperley, y otros dos jóvenes de la misma asamblea, amenazados. La marcha de las investigaciones, sospechas y algunas hipótesis tienden a señalar una imprecisa mano negra, con base en el aparato estatal, y con intenciones de hacer más llevadero el tránsito del statu quo político hasta las elecciones.
El 11 de junio, a las 9 de la noche, un alumno del Mariano Moreno fue atacado por dos hombres, ocultos debajo de anteojos oscuros, unos minutos después de que coordinara por teléfono una cita con un amigo. El ataque se produjo a dos cuadras de la casa. Los investigadores hallaron pruebas que indicarían que su línea telefónica había sido pinchada por especialistas.
El caso fue denunciado ante la fiscalía de Instrucción 4, de Pablo Lanusse, por la directora de Derechos Humanos porteña, Gabriela Alegre, y el ombudsman adjunto, Gusta-
vo Lesbegueris. Los investigadores mantienen el caso hermético. Han logrado algunas pistas, pero son remisos a revelarlas. “Cualquier filtración puede echar por tierra todo”, señaló uno de ellos. En la misma fiscalía se reúnen otras cuatro causas por denuncias de amenazas, además de las recientes presentadas por integrantes de asambleas vecinales.
Desde el terreno de las hipótesis, unificar todas las causas responde a la sospecha de que todas las amenazas y agresiones son patrimonio de una misma boca o de un mismo origen, aunque aún no haya sido identificado el autor directo. “Todas estas amenazas obedecen a un mismo objetivo –describió uno de los investigadores–. La intención es provocar miedo y desmovilizar. No es sólo el reclamo por el boleto estudiantil. Son los piqueteros, las asambleas vecinales. Lo que molesta es la movilización. Cualquiera de estos estudiantes saca a la calle 200 alumnos en el acto”.
Al caso del joven del Moreno, golpeado y tajeado en el pecho, se agregó una denuncia por pintadas alusivas en el exterior del colegio Nicolás Avellaneda, y una piedra que atravesó un vidrio, envuelta en un papel escrito con amenazas.
El 10 de julio, dos alumnos y una alumna del colegio María Claudia Falcone recibieron una amenaza ensobrada y dirigida a la casa de la chica. En su interior, un típico collage de frases periodísticas aparecía pegado sobre una página de necrológicas. El mensaje hacía menciones nada subliminales: encabezaba con los nombres de los tres chicos y seguía con frases tales como “Déjense de joder con la militancia”, “Triple crimen”, y las fotos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, los piqueteros asesinados por la policía en Avellaneda. Un par de días más tarde, en el Falcone descubrieron que la placa de bronce conmemorativa de La Noche de los Lápices había sido robada. Falcone fue una de las estudiantes desaparecidas en el ‘76 por reclamar el boleto estudiantil.
El robo de la placa fue denunciado ante la fiscalía de Lanusse, pero las amenazas a los tres alumnos fueron presentadas ante el juzgado federal 4, ex de Gabriel Cavallo y actualmente subrogado por Jorge Ballestero. Por el momento, Lanusse y Ballestero dirimen quién de los dos tiene competencia sobre el caso.
El 11 de julio, Florencia, del Carlos Pellegrini, fue amenazada por teléfono. Un día después, Gabriela, del mismo centro de estudiantes, recibió también una llamada amenazante. Simultáneamente, al centro de estudiantes de ese colegio y al del Nacional de Buenos Aires, llegaron dos sobres por correo, con collages grabados sobre hojas de fax, en las que se hacía mención a La Noche de los Lápices, Carlos Ruckauf y Eduardo Duhalde. Las amenazas directas a las dos chicas del Pellegrini y los dos sobres enviados a los centros de estudiantes son investigadas por Lanusse. También, la denuncia presentada por Nahuel, presidente del centro del Nacional de Buenos Aires: encontró grabada en el contestador la música de la película El Golpe. Pocos días después, entre el martes 23 y el jueves 25 de julio, una placa colocada como homenaje por el 20º aniversario de La Noche de los Lápices fue arrancada del monolito instalado junto a la entrada del mismo colegio.
El 27 de julio, Matías, de la Asamblea Vecinal de Temperley, fue interceptado por dos hombres, en la parada de un colectivo en pleno día: uno le pidió fuego y el otro lo golpeó por detrás en las piernas, haciéndolo caer. Lo que siguió fue una lluvia de patadas. “Tenían borcegos negros, iguales y nuevitos. Uno tenía campera de cuero negra; el otro, campera negra inflada. Los dos con cara de colimbas y corte de pelo típico”, dijo Matías a este diario. Interrumpieron, dos segundos, cuando se detuvo un colectivo. Después siguieron. Uno de ellos le pisoteó la espalda (“como si apagara un pucho”, recordó), sobre la leyenda alusiva a la masacre de Avellaneda. Y hay casos que no llegaron a la Justicia: una alumna del Buenos Aires recibió una amenaza en la casa de su abuela. Alguien tocó el timbre. Cuando la abuela atendió, le dijeron por su nombre: “Matilde, dígale a su nieta que se deje de joder con la militancia o va a ser peor”. Cuando la abuela se asomó, vio un auto que se alejaba.