Sábado, 16 de junio de 2007 | Hoy
EL ALEGATO DE LA SINRAZON
Por Horacio Cecchi
Habían pasado unos veinte minutos del alegato de la defensa. El abogado Cafetzoglus golpeaba el alegato del fiscal desarrollando la idea de la razonabilidad de las pruebas. Y explicó lo irracional de la argumentación del fiscal con varios ejemplos de distinto éxito: “(Molina Pico) los acusa de mafiosos –dijo en uno de esos ejemplos–. ¿Qué clase de mafiosos son? –se preguntó Cafetzoglus–. Mafiosos de cuarta –sonrió irónico–. Si los asesinos mafiosos necesitaban tiempo y privacidad no hubieran dejado el paso de nadie. (Carrascosa) Hubiera tenido todo el tiempo para poner el cuerpo de su mujer en una bolsa, colocarla en una camioneta y tirarla de noche en un río con un peso”.
Una cita semejante le había costado la vicaría a Baseotto y la bancada de diputado al Gordo Luque en el caso María Soledad. El mismo abogado, en el mismo alegato, tuvo un lapsus difícil de desagregar de aquella “fábula” de la bolsa con peso en el fondo del río: “Es la metodología chapucera de los servicios de inteligencia –sugirió–, que durante el Proceso allanaban la casa de un periodista... perdón, de un terrorista...”, corrigió lo que razonablemente no tiene corrección.
No cayó como una sorpresa, entonces, que hacia el final de su alegato Cafetzoglus citara la “campaña mediática” como hipótesis de la canibalización de su cliente. “Un verdadero juicio paralelo” sostuvo y hasta recomendó a los jueces que fueran iluminados para “neutralizar (no aclaró si a la prensa o a los periodistas, tampoco aclaró qué significaba neutralizar) y que se pueda hacer justicia”. Se sabe, el negocio periodístico puede victimizar, martirizar, canibalizar por un título de tapa. Pero en la dictadura no fueron las empresas sino los periodistas (entre muchos otros) los que aportaron sus cuerpos para ser metidos en bolsas y arrojados al fondo del río con un peso.
Para que nadie se entere, supongo yo. Una manera de neutralizar a la molesta información periodística.
El abogado avanzó con la razón de la sinrazón. Aludió al mito de la seguridad de los countries, que en 2002, hasta antes del crimen, existía en la “creencia de que los countries eran seguros”. Decía Cafetzoglus para explicar por qué Carrascosa, un lego en violencia, tendría que haber imaginado que al ver a su mujer ensangrentada debería haber pensado de inmediato “que le metieron seis balazos en la cabeza”. Error de razonabilidad. O el Carmel era míticamente seguro antes del crimen, o Pachelo es un monstruo. Y la deducción es compleja: si era seguro, las denuncias contra Pachelo parecen infladas y explicarían el modo condicional con que la defensa lo acusó en el juicio y no presentó cargos en su contra. Si Pachelo era un monstruo, como dicen que era, y desde antes de su muerte MM le tenía pánico hasta para denunciarlo, lo de estar armado en casa parece algo más razonable, especialmente para aquellos que deciden encerrarse en un barrio privado con la mítica idea de que la seguridad privada siempre será mejor que la pública. Mientras convenga.
LOS ABOGADOS DEMOSTRARON LA INOCENCIA DEL IMPUTADO
Por Raúl Kollmann
La defensa dijo esto: Carlos Carrascosa es inocente, no mató a su mujer, no tenía ningún motivo para hacerlo, nadie jamás lo vio con un arma y nadie presenció peleas con su esposa. Llamó a ambulancias y médicos cuando la encontró tirada en el baño, porque no tenía nada que ocultar. También hizo entrar a la masajista porque no tenía nada que ocultar. Ni los médicos ni los forenses que hicieron la autopsia ni el propio fiscal ni el jefe policial que lo acompañó en el velatorio vieron los balazos. Si todos ellos –expertos y hasta obligados a analizar lo ocurrido– no se dieron cuenta de que eso no fue un accidente, menos posibilidad tenían el viudo, los familiares y los amigos que estuvieron allí. Para acusar a Carrascosa hubo una manipulación, incluso política, de las pruebas y no sólo no hay ninguna evidencia contra Carrascosa, sino que hay pruebas que demuestran que él no pudo haber sido de ninguna manera. Por último, el vecino sospechoso, Nicolás Pachelo, mintió en forma reiterada, existía una trama de robos en el country y debe investigarse esa pista como la razón y ejecución del crimen de María Marta.
Alberto Cafetzoglus y Diego Ferrari plantearon, de hecho, lo que esperan del caso García Belsunce: que haya un fallo como el que existió en el juicio de la AMIA, con el juez Juan José Galeano y los fiscales procesados, alguno de ellos cerca de la cárcel, una crítica minuciosa y devastadora a la investigación y a la manipulación de las pruebas, la nulidad de lo actuado y la declaración de inocencia, no sólo en base a razones técnicas sino fundamentalmente en base a las pruebas existentes.
En gran parte del alegato, el idioma fue llano y los argumentos basados en la lógica:
- Si Carrascosa y sus cuñados, Irene Hurtig y Guillermo Bártoli, mataron a MM, ¿por qué dejaron entrar a la masajista Beatriz Michelini? Era más lógico decirle que MM no estaba, ganar tiempo para preparar mejor las cosas y hasta llevarse el cuerpo fuera del country. Pero no sólo dejaron entrar a Michelini, sino que llamaron a dos ambulancias, buscaron a tres médicos y a un estudiante de quinto año de medicina.
- Si ellos mataron a MM ¿por qué terminan convocando al fiscal y a un jefe policial? Como recordaban ayer los letrados, la lógica indicaba que Molina Pico llegaría a la casa, inspeccionaría el cuerpo, el baño, las canillas, todas cosas que terminó no haciendo. Y, todavía más, haría la autopsia, aunque se tratara de un accidente, porque así lo indicaba la ley.
- Se intentó acusar a Carrascosa de haberles puesto La Gotita a los orificios de bala. Ya el forense Osvaldo Raffo explicó que hubiera quedado una costra, que todo el pelo habría estado pegoteado y que la prueba fue contaminada. Ayer la defensa demostró una maniobra grave. El médico convocado por el verdadero artífice de la causa García Belsunce, el fallecido procurador Eduardo De la Cruz, mostró imágenes de la autopsia para evidenciar que los orificios de bala estaban cerrados. Los doctores Cafetzoglus y Ferrari exhibieron ayer la secuencia completa. En las imágenes anteriores a las mostradas por el doctor De Thomas se ven los orificios abiertos, los forenses le pasan una especie de líquido para limpiar, eso muestra durante segundos los orificios cerrados, luego pasan un paño y nuevamente aparecen los orificios abiertos como al principio. En el juicio sólo mostraron las imágenes del medio, la de los agujeros cerrados, para realizar una incriminación falsa.
- También se acusó de una maniobra similar al propio fiscal. En una pantalla mostraba una planilla de llamadas telefónicas, pero cuando la defensa mostró el verdadero sistema, el más actualizado, que no fue provisto a los letrados, figuraban comunicaciones que fueron ocultadas y que no encajaban con las teorías del fiscal.
- Los abogados volvieron a demostrar la cantidad enorme de indicios que existen contra Pachelo y los vigiladores. Pachelo hasta mintió –según la defensa– al manifestar que no manejaba armas. Los letrados enumeraron los testimonios de empleados del padre que demostraban, entre otras cosas, cómo practicaba tiro al blanco con fotos de su padre, muerto en un extraño suicidio.
Pero además, ayer aparecieron llamadas hechas desde la casa de Pachelo en el country cuando él decía que no estaba, el propio día del crimen.
- Lo mismo respecto de los vigiladores. El encargado de custodiar a Pachelo porque se lo consideraba peligroso fue enviado a un country vecino; a otro guardia, que no era parte del grupo que robaba, le pidieron que se quedara en la casa; la cámara que daba a la vivienda de Carrascosa y MM, desconectada y, además, un vigilador apareció en la escena del crimen en forma asombrosa.
La defensa de Carrascosa se basó en un concepto general: la causa García Belsunce fue un gigantesco armado, en el que se puso y se sacó el Cartel de Juárez, se manipularon las pruebas, se usaron evidencias falsas, bombas de humo, y se dejaron de lado pistas nítidas, categóricas. Y todo terminó con algo que la defensa considera arbitrario, ilegal y, por lo tanto, nulo: el fiscal pidió que condenen a Carrascosa por homicidio, pero, en todo caso, si no es por homicidio, aunque sea que lo condenen por encubrimiento. La idea se podría resumir así: “Está tan poco convencido de que Carrascosa mató a su mujer, él mismo se siente tan huérfano de pruebas, que duda y, aunque sea, pide una especie de premio consuelo, el encubrimiento. Y lo cierto es que si duda, es muy grave que acuse a alguien de matar a su esposa sin razón alguna.”
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