EXPERIENCIA PILOTO DE AUXILIO A UNA PYME FABRICANTE DE INDUMENTARIA
Operativo salvataje textil
Con el aporte de un grupo de empresarios se conformó un fondo para rescatar compañías en problemas. Nuevos socios en un escenario económico favorable. La primera operación fue con una empresa textil.
Por Cledis Candelaresi
El caso de Mónica Kronemberg, fabricante de indumentaria con diseño y marca propia, es el primero de una serie de firmas a recuperar con el auxilio de un fondo inversor concebido para salvatajes. Sobre la estructura legal de la Confederación General Económica, un grupo de unos 60 empresarios aportan recursos (esta vez, 250 mil pesos) para auxiliar a una pyme en problemas. Con ese aporte se transforman en socios de la compañía auxiliada. La primera beneficiaria de este novedoso sistema –que en un segundo capítulo ayudará a Cubiertos Gamuza– explica ante Cash lo que para ella fue una bendición.
¿Por qué si su negocio venía en caída libre ahora es rentable?
–No era tan así. Yo lo defendía como podía, exigida por cumplir con los pagos al banco o con los sueldos del personal. Mi empresa estaba saneada: no tenía deudas ni grandes problemas. La cuestión era que con el 1 a 1 se hacía muy difícil trabajar. Se importaba desde China y era imposible competir. Con la devaluación, volvimos a ser competitivos.
Brasil tiene diferencias respecto a la Argentina pero muchísimas más en relación a China y su industria es competitiva. ¿No será que los textileros argentinos tienen alguna debilidad propia, independiente del tipo de cambio?
–Acá sobra diseño y creatividad, por ejemplo. Pero falta un proyecto económico global.
Al sector textil también se le imputa mucha informalidad.
–Es lo que pasó en el país en los últimos años. La economía en negro es un problema que no afecta solamente al sector textil. Cuando hay certidumbre y se dispone del capital necesario se puede pensar en regularizar la situación en lugar de destinar toda la energía a pensar qué pasa si viene un inspector.
La devaluación les trajo el beneficio de neutralizar la competencia externa.
–Pero también trajo otras cosas muy difíciles de solucionar. Nosotros no estábamos preparados para poner en marcha, de un día para el otro, una industria nacional que estuvo paralizada por muchos años. Las máquinas estaban obsoletas y la mano de obra no capacitada. Como en mi caso, otros confeccionistas demandaron mano de obra. Pero la gente, que estuvo desocupada durante mucho tiempo, no estaba en condiciones de trabajar con la calidad requerida. Ocupamos gente que no estaba preparada. A los proveedores de tela les pasó lo mismo. Todavía faltan talleres por eso se llegaba a anticiparles dinero para reservar un lugar.
¿También hay problemas de equipamiento?
–Al sector le hacen falta máquinas. Pero la cuestión crítica es la falta de mano de obra capacitada. El problema es que todos quieren ganar mucho más y, ante la mayor demanda, subieron los precios. Por eso se encarecieron mucho las telas o los honorarios de los talleres.
¿Hay escasez de insumos importados?
–No. Con dinero se puede conseguir lo que uno quiera.
¿No tiene la fantasía de que el fondo termine controlando su empresa?
–Si eso sucediera sería porque hubo más aporte de capital y la empresa creció. Si yo soy buena para negociar también tendré mi rédito.
¿No es mucho una rentabilidad del 14 por ciento sobre el capital invertido, tal como prevé el fondo?
–Es mucho.
¿Están pensando en un gran repunte del consumo?
–No. Pero sí estamos pensando en que la empresa crezca, que en dos o tres años haya más locales y que, por primera vez, exporte.
¿Planea volver a comprar la parte que ahora cedió al fondo?
–Podría hacerlo pero no sé si eso me interesa. Por primera vez me siento contenida. Puedo volver a pedir auxilio financiero en otrascircunstancias. En la Cancillería me ofrecieron asesoramiento para cuando decida exportar. Yo no lo busqué: ellos me contactaron. Para mí es como un milagro.