Domingo, 27 de agosto de 2006 | Hoy
CRECIMIENTO DE LAS INVERSIONES Y LIMITES DEL MODELO EXPORTADOR
La inversión está creciendo pese a dudas de economistas de la city. Sin embargo, el destino está concentrado en actividades orientadas a las exportaciones de productos primarios.
Por Diego Rubinzal
Los pronósticos de los economistas del establishment han venido declinando a medida que fueron fracasando sus predicciones. Una de ellas señalaba que el crecimiento tenía corto alcance porque no estaban dadas las condiciones para invertir. Así, los defensores de la ortodoxia objetaban la falta de reglas de juego estables y de un ambiente favorable para las inversiones. Los datos estadísticos permiten constatar que la inversión mantiene un recorrido ascendente. Mientras que en el 2002 la tasa de inversión apenas rondaba el 12 por ciento del Producto Interno Bruto, actualmente alcanza al 22. Si se realiza una comparación histórica, la actual recuperación de la tasa de inversión es más pronunciada que la registrada en las cuatro recesiones precedentes: Crisis post-tablita (1982), Recesión (1985), Híper (1989-1990) y Crisis del Tequila (1985).
Un reciente trabajo que detalla las inversiones del año pasado, realizado por el Centro de Estudios para la Producción (CEP) –dependiente de la Secretaría de Industria, Comercio y Pyme–, brinda interesantes pistas al respecto. En primer lugar se advierte que el proceso de inversiones continúa a paso firme. Así, el monto de las inversiones realizadas durante el 2005 (14.105 millones de dólares) aumentó un 30 por ciento con relación al año pasado. Si se analiza el período post-devaluación (2002-2005), el incremento de la inversión es un impactante 368 por ciento.
Estos datos incluyen tanto las sumas invertidas en el montaje de plantas nuevas o ampliación de las existentes (formación de capital) o a operaciones que simplemente implican cambios en la estructura de propiedad de las firmas (fusiones y adquisiciones). Si se focaliza el análisis únicamente en aquellas inversiones que permiten abrir nuevas plantas o ampliar la capacidad productiva de las existentes, se verifica que los montos invertidos subieron un 666 por ciento en los últimos cuatro años. Esa tendencia positiva parece extenderse para este año. Durante el primer trimestre, las firmas nacionales y extranjeras ejecutaron proyectos de inversión por un total de 9112 millones de dólares, de acuerdo con los datos brindados por el CEP.
Sin embargo, existen debilidades en ese proceso. El análisis del destino sectorial de esas inversiones revela que la economía sigue siendo altamente dependiente de actividades caracterizadas por su bajo dinamismo. La mayor parte de los proyectos de formación de capital se orientaron hacia ramas productoras de bienes transables, que reproducen un alto grado de primarización productiva. Así, las inversiones en la exploración y explotación de nuevos pozos de petróleo y gas, en primer lugar, seguido por las realizadas en el sector alimentario lideran el ranking de montos invertidos destinados a aumentar la oferta exportable.
Si bien se coincide en la importancia de esas inversiones (sobre todo las relacionadas con el área energética), el dato muestra que la economía enfrenta el desafío de incrementar el valor agregado de sus exportaciones. La inversión en Investigación y Desarrollo –clave para lograr un salto cualitativo en la estructura productiva– apenas alcanza un 0,4 por ciento del PIB.
Con el grueso de las inversiones –alrededor de un 70 por ciento– concentradas en aumentar la oferta exportadora, ¿ese sector podrá convertirse en el motor que traccione la industria y el resto de los sectores económicos en términos productivos? Al respecto, el investigador del Conicet, Martín Schorr, sostiene en Modelo Nacional Industrial. Límites y Posibilidades que “los productos que exporta la industria local poseen escasas vinculaciones con el resto del tejido fabril, generan poco valor agregado, al tiempo que en su elaboración se suele utilizar relativamente poca mano de obra”. “Para muchas de estas compañías fabriles, la vigencia de un salario bajo y la concentración del ingreso resultan funcionales a su proceso de acumulación en un doble sentido: incrementando los saldos exportables disponibles e induciendo una mejora del tipo de cambio real y una mayor rentabilidad”, agrega Schorr.
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