Domingo, 19 de noviembre de 2006 | Hoy
REPORTAJE
Por Fernando Krakowiak
Martín Lousteau es el presidente del Banco Provincia, una de las entidades más importantes del sistema financiero tomando en cuenta el ranking de depósitos y préstamos. Además es un joven economista de apenas 35 años con una trayectoria en la que se destaca haber sido ministro de la Producción de la provincia de Buenos Aires y asesor del Banco Central durante la presidencia de Alfonso Prat Gay. En diálogo con Cash, habló sobre los límites para acceder al crédito hipotecario, el plan para convertir a los inquilinos en propietarios, la letra chica de los préstamos personales, la obligación que fijó el Central para que las entidades disminuyan su exposición en títulos públicos y también analizó la situación macroeconómica actual y sus perspectivas.
La nueva ley de créditos hipotecarios para inquilinos generó muchas expectativas, pero el acceso se flexibilizó muy poco.
–Lo que ha hecho la norma es seguir trabajando con la misma familia de créditos hipotecarios y cambiar la demostración de ingresos. Antes sólo se podía obtener el crédito trayendo una certificación de ingreso en blanco y ahora se puede traer la certificación de pago del alquiler. Es el mismo crédito con esa diferencia. Lo que pasa es que la frase “todos los inquilinos se van a poder transformar en propietarios” generó una ilusión muy importante en la gente.
¿Cuál es el actual balance para el banco?
–En el banco estamos teniendo tres consultas por sucursal por semana y en total están ingresando cuatro operaciones en firme por día. Igual no hay que perder de vista que tenemos una sociedad, producto de muchas cosas que han ocurrido en el pasado, en donde tener trabajo en blanco es un privilegio en lugar de un derecho y así como es un porcentaje minoritario de la población quien puede certificar ingresos suficientes, también es cierto que existe informalidad en el mercado de alquiler.
¿Se exigen recibos de alquiler homologados por la AFIP?
–Exacto y en el caso de la provincia se le pide que haya pagado impuesto a los sellos. Eso no es tan común y es un obstáculo importante. De todas maneras tenemos más de cien operaciones ingresadas en firme de inquilinos y ya hemos colocado créditos.
¿Cuántos créditos piensan otorgar a los inquilinos por año?
–Si mantuviéramos el ritmo de cuatro operaciones por día estaríamos llegando a las 800 en un año. Es un número importante, pero para hacer un análisis estadístico tenemos muy pocas semanas de evidencia. Igual es importante aclarar que los hipotecarios en su conjunto están creciendo en todo el sistema financiero, en particular, en el banco este año vamos a terminar creciendo un 80 por ciento. Alrededor de 10 mil familias van a tener acceso a una vivienda y esto implica haber colocado 600 millones de pesos en créditos en todo el 2006.
Los directivos de algunos bancos dicen que no pueden prestar dinero a 20 o 30 años mientras los depósitos son a 30 días.
–Decir que los bancos no pueden prestar a largo plazo porque captan depósitos a corto es una excusa que no termina de ir a la causa última porque ese problema lo tiene cualquier sistema financiero del mundo. En países que tienen más estabilidad, lo que los bancos colocan a largo plazo lo pueden securitizar y descargar en alguna otra entidad financiera. Ahora bien, esa institución también tiene que tener certidumbre respecto de la tasa. Lo que todavía cuesta construir en Argentina, porque nunca hemos tenido muchos años de crecimiento seguidos con variables macro en niveles razonables como está ocurriendo hoy, es una tasa de largo plazo. Eso es algo que lleva tiempo y para ello necesitamos que este proceso se siga manteniendo en el tiempo.
Resulta difícil generar certidumbre en el largo plazo en un país que periódicamente vuelve a rediscutir a qué nivel debe estar el dólar.
–Creo que hay una política de Estado con respecto al tipo de cambio como nunca hemos tenido en la Argentina. Es una defensa de un tipo de cambio competitivo y el presidente Kirchner lo remarca todos los días. Esto está en la raíz del extraordinario proceso de crecimiento que estamos viviendo. Argentina por primera vez en 105 años va a crecer cinco años consecutivos al 8 por ciento. Aquel que crea que el tipo de cambio actual no tiene relación con lo que estamos viviendo está extremadamente equivocado. El país está creciendo en todos los sectores, en todas las regiones del país y particularmente entre las pymes. El crecimiento y las exportaciones tienen cada vez más valor agregado. Las exportaciones que más crecen son las manufacturas de origen industrial y eso tiene mucho que ver con el tipo de cambio.
¿Y el empleo?
–También hay una tendencia a la mayor formalización del empleo. Cuando el tipo de cambio no es competitivo, el peso del costo laboral dentro de ese bien es muy alto. Por lo tanto, agregar puntos adicionales para pagar los costos laborales puede sacar a la empresa del mercado. En la actualidad, en cambio, como dentro del precio de los bienes transables el costo laboral ha disminuido, y eso se combina con un contexto de continuidad y mayores controles laborales, paulatinamente empieza a crecer más el empleo formal que el informal como nunca había pasado en los últimos 30 años. La mejora de los índices sociales también tiene que ver con el tipo de cambio y la continuidad del proceso de crecimiento.
Sin embargo, algunos analistas afirman que el dólar alto es sinónimo de salarios bajos y que eso se expresa en el mantenimiento de los altos índices de desigualdad.
–Eso es una falacia. Lo que importa es que los salarios crezcan más que la inflación y que ese crecimiento tenga continuidad. A la gente lo que le interesa es tener trabajo. Cuando el dólar fue demasiado barato en Argentina se perdieron cientos de miles de puestos de trabajo. Con el dólar actual tenemos cada vez más trabajo, mejores salarios y más blanqueo. Lo que se está viendo es una mejora de todos los indicadores sociales, incluyendo los que miden la desigualdad.
También hay quienes sostienen que los controles de precios atentan contra la certidumbre necesaria para tomar crédito e invertir, porque reprimen una inflación que se puede desatar en cualquier momento.
–La inflación es un componente más de la dinámica de crecimiento y no hay condiciones, como ha habido en el pasado, para una espiralización de la inflación. Ahora bien, cuando un país tiene crisis cada cuatro años lo lógico es que en la etapa del boom todos quieran recuperar los márgenes de ganancia muy rápido porque va a venir algún momento en que los márgenes van a ser negativos. Eso está impreso en nuestro código genético. Si logramos que el actual proceso tenga continuidad, hay que tratar de que los márgenes sean razonables. Cuando eso ocurra el incremento de la ganancia se va a dar porque se vende cada vez más y no porque los márgenes son excesivos.
Entonces, ¿para que sirven los controles?
–Los controles de precios tienen que apuntar a cambiar esa mentalidad y a fijarse bien en aquellos lugares donde existe poder oligopólico. Hay que tener un análisis muy pormenorizado de cómo son las estructuras económicas de producción en cada uno de los sectores porque si los controles se aplican a granel surgen problemas.
¿Cuáles serían márgenes razonables?
–El primer punto es que la productividad en la Argentina estuvo creciendo muy fuerte estos años. El segundo es que la Argentina tiene una rentabilidad promedio parecida a la de otros países, pero muy alta en los picos producto de los vaivenes. Hoy a nivel agregado y con la excepción de servicios públicos en casi todos los sectores la rentabilidad empresaria es mejor que en 1997 y además están vendiendo muchos más. Esto no quiere decir que no haya empresas que tengan ese problema, pero no es lo que muestran los indicadores de la economía.
¿Le va a alcanzar al Banco Provincia el plazo de un año que dio el Banco Central para reducir la exposición en títulos públicos al 35 por ciento del total de activos?
–No tenemos que olvidar que el porcentaje de títulos públicos que tiene el banco es un subproducto de la resolución de la crisis, porque el gobierno provincial hizo un aporte muy importante de capital para sanear los errores que se cometieron en el pasado y eso se hizo en forma de títulos públicos. Tampoco hay que olvidar que la magnitud de la crisis argentina fue el doble de lo que fueron las crisis financieras que vivieron otros países en los ’90 y se resolvió con la mitad del costo fiscal y una recuperación del sistema financiero que ha sido mucho más rápida que en el resto de los casos. No hay que perder de vista, además, qué se hizo con la emisión de títulos. Y, por último, que parte de esos títulos están ajustados por CER y van evolucionando con la inflación. Son muchas causas ajenas a lo que es el “banco nuevo”, nacido luego de que el gobernador Solá cambiara la Carta Orgánica para orientarlo a las pyme de todos los sectores. La sanidad del “banco nuevo” es excelente. El crédito está muy atomizado y la irregularidad de la cartera vigente es del 0,5 por ciento, mientras que en el caso de las líneas anteriores es del 28 por ciento.
¿Esto quiere decir que no van a poder cumplir con la reglamentación del Central?
–Nosotros presentamos un plan para ir llegando a esa cifra, pero depende de muchos factores. Igual no me cabe ninguna duda de que el banco está caminando por la senda correcta. El objetivo de esa norma es que los bancos le presten cada vez más al sector privado y eso es lo que estamos haciendo.
En el pasado, el banco sirvió para financiar el déficit del gobierno provincial, ¿cómo se puede garantizar que eso no vuelva a ocurrir ahora que la provincia de Buenos Aires volvió a tener déficit?
–No me cabe ninguna duda de que la provincia está muy bien manejada desde el punto de vista económico y financiero. No hay que olvidar que en 2002 pagaba con Patacones, estaba absolutamente quebrada y había tenido un déficit de 5 mil millones de dólares. Desde la crisis, el gasto aumentó 50 por ciento y los recursos propios 80 por ciento. Además, el gasto aumentó por la suba de salarios y la inversión en infraestructura. Ahora bien, hay varios limitantes para que el banco no haga lo que hizo en el pasado. El primero es la convicción del gobernador Solá, el segundo es la modificación de la Carta Orgánica y el tercero es el límite que impone el Banco Central.
El gobernador anunció que no va a intentar ser reelecto, ¿usted se va a ir con el gobernador?
–El gobernador modernizó la provincia de Buenos Aires tanto en la forma de hacer política como en la voluntad de construir una sociedad diferente, que tiene como objetivo dejar atrás la pobreza y generar mayor igualdad. Con mi equipo vamos a estar acompañando al gobernador y a todo aquel que él considere que expresa la continuidad de este proceso.
Usted declaró hace poco que la banca tiene que ser creativa para asignar la mayor cantidad de préstamos, ¿qué significa ser creativo?
–Tenemos que acercarnos a la realidad y eso implica diseñar esquemas que tengan que ver con las necesidades específicas del que va a tomar el crédito y del que lo está otorgando. De manera tal que lo que llegue como producto pueda ser masivo. El ejemplo paradigmático del Banco es la línea Fuerza Pyme porque por primera vez en mucho tiempo el banco trabajó en conjunto con el Ministerio de Producción de la provincia. A través de una partida presupuestaria en la provincia se bonifica la tasa para que el banco gane plata, pero para que la tasa a la que acceden las pyme sea una tasa que las ponga en un pie de igualdad con las grandes para poder competir.
Igual muchas pyme no pueden acceder al crédito porque figuran como deudoras del sistema financiero.
–Hay otro universo al que también le está yendo bien, pero no puede cancelar sus deudas aun con voluntad porque cuando se recalcula el monto con los punitorios y los abogados, resulta que es dos o tres veces la deuda original. Nosotros hemos presentado un plan llamado “Borrón y Cuenta Nueva” para los que cayeron en mora con el banco entre 1998 y 2002. No aplicamos CER ni CVS. Estamos actualizando a una tasa de 6 por ciento anual desde que se dejó de pagar la deuda hasta ahora.
¿No es una trampa para incautos publicitar los préstamos personales destacando cuánto se debe pagar por mes en lugar de informar claramente el Costo Financiero Total? Sobre todo si se toma en cuenta que en la mayoría de los casos supera el 40 por ciento anual.
–No publicitar el Costo Financiero Total con la suficiente presencia es algo sobre lo cual se debería regular más. Nosotros nos acercamos mucho en el costo financiero a la tasa, tratamos de que esa divergencia sea la menor posible y nos parece importante en aras de la competencia que hubiera mejor regulación sobre eso porque no tenemos una cultura crediticia lo suficientemente elaborada. Entonces aquel que tiene mayor poder de marketing es el que termina atrayendo clientes aun a costa de vender productos que son más caros. De hecho, usted menciona el 40 por ciento del Costo Financiero y nosotros estamos apenas por encima del 20 por ciento. Préstamos personales a cinco años con una tasa real de 10 o 12 por ciento me parece que no se ofrecieron nunca en la historia argentina. Lo mismo ocurre en el caso de los hipotecarios.
“La frase todos los inquilinos se van a poder transformar en propietarios generó una ilusión muy importante en la gente.”
“Los créditos hipotecarios en su conjunto están creciendo en todo el sistema financiero.”
“Decir que los bancos no pueden prestar a largo plazo porque captan depósitos a corto es una excusa.”
“Lo que todavía cuesta construir en Argentina, porque nunca hemos tenido muchos años de crecimiento seguidos, es una tasa de largo plazo.”
“Hay una política de Estado con respecto al tipo de cambio como nunca hemos tenido en la Argentina.”
“Es la raíz del extraordinario proceso de crecimiento que estamos viviendo. Argentina por primera vez en 105 años va a crecer cinco años consecutivos al 8 por ciento.”
“Es una falacia la afirmación de que el dólar alto es sinónimo de salarios bajos y desigualdad.”
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