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El FMI y su “brazo derecho”, el Banco Mundial, fueron creados en 1944. Desde entonces, con mayor o menor aceptación de distintos gobiernos, la injerencia de ambos organismos sobre la evolución económico-social de Argentina ha sido determinante. Su objetivo: condicionar el desarrollo al dominio de las corporaciones multinacionales. Pero ello no ha sido suficiente para satisfacer las crecientes condicionalidades del Fondo y del BM. Lo que sucede es que existe una “alianza” implícita entre los integrantes del establishment local con el FMI y el BM.
La expresión más elocuente y demostrativa de la existencia de esa “alianza” ha sido, sin duda, la actitud del FMI para sostener el “modelo” implantado a partir de la dictadura militar. Pero que tuviera su más elevado nivel de corrupción y de inequidad social durante la égida menemista-cavallista-delarruista, acrecentado de manera inconcebible por el duhaldismo. Modelo que se caía en mil pedazos, y que a los gobiernos anteriores hasta la huida de De la Rúa el FMI le ha otorgado amplios créditos.
El Fondo tenía una excelente información y era consciente que simultáneamente se realizaba una colosal fuga de capitales que acabaría en el escandaloso vaciamiento financiero conocido. ¿Cuáles han sido y son las exigencias interminables del Fondo? Recordemos muy brevemente: el ajuste permanente; equilibrio fiscal, una ficción no lograda en casi ningún país ni aun en los más desarrollados; privatizaciones, cumplidas aquí con fuertes dosis de corrupción; amplia apertura económica y financiera. Como resulta evidente, las directrices del Fondo se han cumplido. ¡Y así estamos! La nueva serie de condicionalidades comenzó con la derogación de la Ley de Subversión Económica y la modificación de la Ley de Quiebras. Los 14 puntos que firmaron los gobernadores, cuya esencia está constituida por el ajuste eterno. ¿Qué más? Imponer a la Justicia el freno a los amparos judiciales para los ahorristas atrapados en el corralito/corralón. Cancelar deudas bancarias con bonos a largo plazo. Y, ahora, restringir el accionar de la banca pública
Como se puede observar, la simple mención de algunas de las condicionalidades impuestas por el FMI son demostrativas de que esas exigencias le interesan, fundamentalmente, al establishment local.
Ninguna de las medidas señaladas está orientada a la reactivación o a tratar de que esta “fábrica de pobres” en que se ha convertido nuestro país se termine. No se trata de romper con el Fondo. Lo que se trata es que el Fondo en beneficio de sus “eternos aliados” está rompiendo con Argentina. No hay país en el mundo que, siguiendo sus desgastados lineamientos, haya podido emprender el camino del desarrollo económico. Es necesario que de una vez por todas se imponga la voluntad política para que el Gobierno trabaje decididamente por los intereses nacionales y establezca un plan económico que se proponga decididamente eliminar la pobreza, erradicar el hambre y encarar la reactivación económica.

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