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Por Susana Díaz

La multinacional Monsanto, proveedora de semillas y agroquímicos, denunció que China realiza prácticas de dumping en la venta de glifósato, el herbicida más usado en el campo argentino con un mercado que involucra entre 280 y 300 millones de dólares anuales. Las cuatro entidades del agro (FAA, Coninagro, CRA y SRA) presentaron documentación, similar a la utilizada poco tiempo atrás por Australia, que demuestran la inexistencia de la práctica comercial desleal.
Los proveedores locales del herbicida son diez. El 60 por ciento del mercado es cubierto por Monsanto; Atanor provee un 15 por ciento y el 25 por ciento restante se reparte en ocho empresas. La acusación por dumping –vender en el mercado de exportación a precios inferiores a los aplicados en el mercado de origen– se refiere al glifosato ácido, el insumo base importado por la competencia local de Monsanto. El precio actual del herbicida que debe pagar el productor argentino es de entre 2,60 y 3 dólares por litro. En Estados Unidos, Monsanto vende este mismo producto a más de 6,80 dólares. Esta diferencia es una muestra del impacto que tendría en el agro local, y por lo tanto en los precios de los alimentos, la aplicación de derechos antidumping como los actualmente evaluados por la Secretaría de Industria.
Un dato curioso en la documentación presentada por Monsanto ante la Comisión Nacional de Comercio Exterior, en la que intenta demostrar el “daño económico” por el dumping, es que entre otros puntos que explican el costo del herbicida, la firma señala que importa un insumo del glifosato, la pmida, a 2,4 dólares el kilo. Si esto es cierto, debería motivar la intervención de la AFIP, pues el precio internacional del insumo varía entre 1,5 y 1,7 dólares. Esto es, habría una sobrefacturación de importaciones (en una operación intrafirma) que permitiría una mayor salida de divisas.
El glifosato es el agroquímico más empleado en la producción de los cuatro cultivos principales de la Argentina: soja, trigo, maíz y girasol. En particular cuando se utilizan semillas transgénicas y el procedimiento de siembra directa. Dadas sus características técnicas, así como el costo al cual llega al productor, se trata de un agroquímico insustituible y que se encuentra en la base de los significativos aumentos de producción experimentados en el campo argentino desde medidos de la década del ‘90.