Chile representa la mitad de la oferta mundial de manzanas del Hemisferio Sur. Exportará 25 por ciento menos de lo previsto.
Imagen: AFP.

Chile no había dejado de temblar cuando los operadores comerciales de todo el mundo pusieron al rojo vivo los teléfonos de sus pares argentinos. A los llamados siguieron miríadas de correos electrónicos. Todos querían conocer los daños sufridos por la poderosa agroindustria chilena.

La curiosidad por el desastre natural se debía a que, más allá del cobre, el desarrollo de Chile desde los ’70 al presente se basó en la expansión de su agroindustria, la que además presenta una definitiva y casi completa orientación exportadora. La merma de la oferta chilena en los mercados mundiales es en algunos rubros lo suficientemente significativa como para alterar los precios globales. Muy lejos de la tragedia que continúa experimentando el vecino país, los mercados no creen en lágrimas y los competidores de Chile saben que 2010 será una oportunidad para colocar mayores volúmenes de exportaciones y a mayor precio.

Los sectores de base agropecuaria afectados son muchos y variados. Desde la fruticultura a la pesca, la actividad forestal y la vitivinicultura, pilares de la producción trasandina. En particular, según consignó la prensa chilena, las tres cuartas partes de la actividad agroindustrial del país se concentran en las regiones más afectadas por el sismo. En este momento, según pudo saber Cash en diálogo con especialistas de la Universidad de Talca, nadie parece estar muy preocupado por lo que sucederá con las exportaciones, sino con la situación de los stocks y si las reservas alcanzan para satisfacer la demanda interna en el corto plazo. El horizonte es complicado y sólo la industria de la construcción prevé una obvia expansión.

En materia agrícola, la Sociedad Nacional de Agricultura reconoció que la actividad se encuentra “seriamente comprometida” por el terremoto. “Más aún considerando que el sector se encuentra en su mayor fase de producción. El 40 por ciento del valor agregado silvoagropecuario y agroindustrial de un año se produce entre marzo y junio.” Dicho en otras palabras, la sucesión de sismos ocurrió en el peor momento del año. Un caso grave es el de la fruticultura, donde los temblores provocaron una seria caída de frutas de las plantas precisamente en el momento de la cosecha de manzanas. Chile representa casi la mitad de la oferta mundial de manzanas del Hemisferio Sur y las estimaciones más conservadoras indican que este año el país exportará alrededor de un 25 por ciento menos de lo que se preveía antes de la catástrofe. A ello se suma el corte de los sistemas de riego, de abastecimiento eléctrico, la destrucción parcial de la infraestructura de post cosecha, las dificultades de tránsito y la reducción de la operatividad de los principales puertos tras los tsunamis.

Y la lista sigue. En la industria maderera se anunció la detención indefinida de ocho unidades procesadoras de pulpa, que en conjunto producen 1,7 millón de toneladas al año. El 25 por ciento de la capacidad instalada de los pesqueros quedó inutilizable y se estima que llevará al menos un año recuperarla.

Uno de los sectores más afectados fue el vitícola, donde según los bodegueros se habrían perdido 250 millones de dólares. De acuerdo con cifras de Vinos de Chile, el terremoto dañó unos 125 millones de litros ya envasados. En relación con la cosecha de 2009, esta cifra equivale al 12,5 por ciento, a lo que deben sumarse los daños en la infraestructura, aunque inicialmente las bodegas no habrían sufrido grandes destrozos, por lo que el comercio exterior no se vería afectado