Domingo, 14 de marzo de 2010 | Hoy
AUMENTO DE LAS INICIATIVAS DE LA ECONOMIA SOCIAL Y SOLIDARIA
Existen varias experiencias alternativas de entender el mercado como ordenador dinámico de la sociedad. Se requiere financiamiento a nuevas modalidades de organización de entidades solidarias.
Por Carlos Fidel *
En las últimas décadas algunos campos del pensamiento social tendieron a relacionarse con conceptos que pueden reconocer su alusión a una “lógica económica” específica. Se han enmarcado en una prolongación de las ideas liberales construidas en el siglo XIX. En muchas casos sustentadas en base a una serie de fundamentos matemáticos. Estos fueron abordados desde un enfoque estrecho y abstracto que se centró en los mecanismos del funcionamiento del mercado como el factor ordenador más dinámico y eficaz de la sociedad.
Esta corriente propone que el mercado alcance su máximo despliegue. Para ello hay que independizarlo de toda intervención espuria. Tal es el caso del Estado u otro actor colectivo o individual. Por esa simple vía es que se puede lograr la eficaz utilización de las capacidades productivas. De tal modo que la libertad y el mercado están totalmente imbricados.
En este enfoque apologético, con las innovaciones tecnológicas de soporte digital aplicadas a la comunicación y al traslado de bienes y personas, el “mercado” diluye las diferencias regionales. Y, con la emergencia de la primacía del capital financiero, la configuración del mercado adopta fluidas relaciones a escala mundial. Por este camino el mercado debería adquirir autonomía. Por ende, se van a borrar los relieves, los conflictos, las particulares de los segmentos propios de toda sociedad. También los nexos sociales articulados por las intervenciones de las negociaciones resultantes de las instancias políticas.
Mientras el anterior esquema neoliberal se tornaba hegemónico en el pensamiento académico, atravesaba el diseño de las políticas nacionales y de los organismos multilaterales de crédito, simultáneamente se fueron generando orientaciones de pensamiento y acciones heterodoxas que retomaron tradiciones alternativas al pensamiento que expresa el poder concentrado. En ese sentido se puede localizar múltiples iniciativas prácticas y/o teóricas en la temática en el campo de la denominada “economía social o solidaria”.
En este nuevo espacio de reflexión y acción hay varias experiencias y aportes latinoamericanos necesarios de considerar y valorar. Tienen efectos potentes en los movimientos sociales y en la intervención de actores colectivos, que van expandiendo nuevas redes de interacción eslabonados de formas participativas e igualitarias.
Los últimos cambios de la conducción que se registraron en nuestro país en el Banco Central, sumado a la iniciativa regional con la creación del Banco del Sur, pueden ser dos piezas claves para financiar y apoyar técnicamente a nuevas modalidades de organización y fomento de entidades democráticas y solidarias, compuestos con miembros de nuevos productores/consumidores que generen “mercados” operativos, alternativos, innovadores y abiertos.
Ahí se encuentra una oportunidad de cambiar y mejorar la situación social.
* Docente investigador de la Universidad Nacional de Quilmes. Director de la Revista de Ciencias Sociales, Segunda Epoca.
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