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El rumbo político-económico iniciado en 2003 obtuvo un rotundo respaldo en las elecciones presidenciales. La segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner (tercera del proceso político kirchnerista) inaugurará una nueva etapa. La utilización de una variedad de instrumentos (tipo de cambio competitivo, gasto público, política de ingresos) que impulsaron la demanda, permitió avanzar en la reparación del tejido social-productivo. No obstante, se presentan renovados desafíos. Uno de esos retos estará dado por la histórica dependencia argentina en materia de abastecimiento de bienes de capital importados.

Un informe del Centro de Estudios de la Producción, El ascenso a las exportaciones de bienes de capital 2003-2008, revela que, en el período 2003-2008, las importaciones de bienes de capital reproductivo aumentaron un 297 por ciento. Esa excesiva dependencia puede causar diversos problemas (presiones sobre la balanza de pagos y moderación de los efectos benéficos procedentes del efecto acelerador de la inversión). En ese sentido, la economista Margarita Olivera en Notas sobre la teoría del crecimiento guiado por la demanda, publicado en Revista Argentina Heterodoxa, de la Universidad Nacional de San Martín, sostiene que “el fuerte sesgo hacia los sectores productores de bienes primarios y basados en recursos naturales genera una especie de pérdida de espacio de política económica, dado que parte del efecto de las políticas expansivas (por ejemplo, el gasto público) se perderá, en la medida en que por el efecto acelerador de la inversión se vean beneficiados los países de donde provengan las importaciones de bienes de capital, en lugar de la economía doméstica”.

En la actualidad, las adquisiciones de bienes de capital representan el 21 por ciento de las importaciones totales. Si a eso se le suman las importaciones de bienes intermedios (31 por ciento) y de piezas y accesorios (20 por ciento), las adquisiciones ligadas a la inversión y a los procesos productivos superan el 70 por ciento. Las aeronaves (con el 11 por ciento del total) encabezan el ranking de bienes de capital importados. A ellas les siguen, en orden descendente, los equipos para telecomunicaciones (11 por ciento), las computadoras y equipos informáticos (9), camiones (8), motores, generadores y transformadores eléctricos (7) e instrumentos de medición (5). El 32 por ciento de esos bienes son importados desde Brasil.

El intercambio comercial con esas regiones es deficitario, con excepción del superávit registrado con la Unión Europea. Olivera explica que “la aún fuerte incidencia de las importaciones de bienes intermedios y de capital podrían ralentizar el proceso de crecimiento, dado que éstas reducen el efecto acelerador de la economía”. “En este sentido, resulta fundamental profundizar y direccionar el proceso de industrialización iniciado, orientando los esfuerzos públicos y privados a la consecución de una estructura económica productiva más diversificada, que reduzca la dependencia de los bienes de capital importado”, concluye Olivera

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