CONFLICTOS EN EL COMPLEJO LACTEO
Poca leche
Existe una fuerte puja en la cadena láctea por la apropiación de la renta. El consumidor la padece por la ausencia de una regulación efectiva del sector. Pelea de tamberos, industria y red de comercialización.
Por Alejandro Bercovich
La producción de leche cayó el año pasado por tercer año consecutivo y, si no fuera porque la reducción del poder adquisitivo, recortó su demanda y la de los derivados en un 30 por ciento, los tambos no llegarían a abastecer el mercado local. En un país con el 60 por ciento de la población bajo la línea de pobreza, donde millones de chicos no cubren los requisitos proteicos necesarios para su desarrollo normal, se faenaron unas 200 mil vacas lecheras en el último año, mientras los tamberos barrían con sus pasturas y se pasaban a la siembra de soja para la exportación, que pasó a ser mucho más rentable que el negocio lácteo después de la devaluación.
Desde la devaluación, el precio de la leche fluida aumentó cerca de un 80 por ciento, el doble que el costo de vida, y algunos de los lácteos de mayor consumo acusaron según las asociaciones de consumidores subas del orden del 100 por ciento, como el queso port salut y algunos quesos duros. Detrás de los aumentos, según las industrias del ramo, está la merma de la producción, que llegó al 20 por ciento desde 1999.
“En un año desaparecieron unos 1500 tambos pequeños y medianos”, dijo a Cash Guillermo Draletti, presidente de la Unión General de Tamberos. En el mismo lapso, el precio que las fábricas pagan al productor subió de 13 a 40 centavos por litro crudo debido a la escasez de la materia prima, por lo que quienes sobrevivieron a la tormenta están empezando a reconstituir sus márgenes, sobre todo en la rica cuenca ubicada en el límite entre Santa Fe y Córdoba. “Igual en dólares sigue siendo la leche más barata del planeta, y el precio todavía está lejos de los 50 centavos que buscamos”, se quejó Draletti.
El Gobierno logró acordar a principios de marzo una tregua de precios por 90 días con la industria, aunque no pudo incluir a La Serenísima, que concentra el 60 por ciento de la leche fresca y el 50 de la de larga vida. En la Secretaría de Agricultura confían en que la recuperación de precios al productor hará crecer los despachos de los tamberos. Pero desde la crisis del año pasado, pese a las múltiples convocatorias que lanzó para acordar precios intrasectoriales y sostener la oferta, el Gobierno no logró sentar a la mesa a quienes los productores señalan como el malo de la película: las cadenas de súper e hipermercados.
“Nosotros no tenemos nada que discutir con los tamberos, en todo caso acordamos precios y condiciones con nuestros proveedores directos, que no son ellos”, se atajó ante Cash el gerente de la Cámara de Supermercados,
Ricardo Basualdo, quien negó que los márgenes que se manejen sean superiores a los del resto de la cadena. “En la leche fluida nuestra parte del valor final es sólo el 7 por ciento, y muchas veces incluso vendemos al costo. En los derivados hay márgenes mayores, que dependen de la rotación del producto, pero que no superan para el yogur un 10 o 15 por ciento, y para el queso un 20”, agregó Basualdo.
El principal destino de lo ordeñado son las fábricas de quesos, que acaparan en total casi un 50 por ciento de la materia prima. El fluido se anota sólo con el 19, poco más que la leche en polvo, que utilizó en 2001 el 17 por ciento de lo producido. Y las industrias se fueron concentrando y agigantando tanto en derivados como en sachets y cartones, logrando una posición dominante que les permitió imponer precios y condiciones de pago a sus proveedores, que debían pagar en efectivo sus insumos. Sólo en la cuenca de Santa Fe y Córdoba, Sancor recibe unos 3,5 millones de litros diarios, Milkaut cerca de 500 mil, y Molfino (de Pérez Companc) casi un millón y medio. Por eso los tamberos hablan de distintos tipos de regulación que podrían implementarse para mantener la producción en niveles aceptables. “En Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Europa hay sistemas regulatorios y estabilizadores que incluyen precios mínimos, cuotificaciones y vallas internas para los productos intermedios”, resaltó Draletti. Pero las fábricas no coinciden. “Para regular el mercado el Estado debería comprar los sobrantes, y está claro que no tiene los recursos para hacerlo”, opinó Jorge Seco, directivo del Centro de la Industria Lechera.
“La hiperdevaluación es el villano, porque transformó a productos que tenían las mismas oportunidades en competidores desiguales. Muchos optaron por hacer grano, porque es imposible que el sector lechero iguale los rendimientos por hectárea que ofrece el grano”, dijo Seco a Cash. Lo cierto es que los 10.300 millones de litros de leche cruda ordeñados en 1999 parecen estar lejos, con la producción de 2002 apenas por encima de los 8000.
Y el grano –la soja– avanza en los mejores campos de la pampa húmeda, motorizado por los atractivos planes de financiamiento que ofrecen a los cultivadores las multinacionales proveedoras de semillas transgénicas. Esas firmas, después de una o dos cosechas, se convierten en socias de los productores, y resulta difícil volver a la actividad original aunque caiga la rentabilidad.