Domingo, 7 de septiembre de 2014 | Hoy
¿FIN DE LA HEGEMONíA DEL DóLAR?
Por Santiago Mancinelli *
China da señales de querer ser protagonista de un nuevo sistema monetario mundial basado en una canasta de monedas en la que el yuan ocupará un lugar de relevancia. Una muestra de esa decisión es el Acuerdo de Reservas de Contingencia firmado en la VI Cumbre del grupo de economías emergentes Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) realizado en Fortaleza a mediados de julio.
El pacto sobre reservas dio nacimiento a un fondo de contingencia que recibirá 100.000 millones de dólares, de los cuales 41.000 millones los aportará China, 54.000 millones serán integrados en partes iguales por Brasil, India y Rusia, y los 5000 millones restantes por Sudáfrica.
La política china se caracteriza por el rigor en el manejo del “macro control”, según lo afirma el Ministerio de Comercio de la República Popular China en su portal en español. Ese sistema de gestión le permitió ejecutar doce planes quinquenales a lo largo de 60 años durante los que se produjeron transformaciones profundas sin que se afectara la integridad del Estado.
Desde esa experiencia las autoridades chinas impulsan la reforma monetaria mundial, objetivo que va a llevar un tiempo que difiere según quien lo proyecte. El Banco de Pagos Internacionales (Bank of International
Settlements, BIS), informa que el 43,52 por ciento del comercio mundial es efectuado en dólares, el 16,71 por ciento en euros y el 11,52 por ciento, yenes. La moneda china, el yuan, sólo tiene el 1,12 por ciento de las transacciones mundiales. No obstante, en 1998, tenía el 0,007 por ciento de las transacciones comerciales mundiales realizadas en yuan o renminbi, pasando del puesto número 30 en el ranking de 1998 al noveno lugar en 2013.
Según el portal de la CIA The World Factbook, el Producto Bruto Interno en Paridad de Poder Adquisitivo que mide la riqueza realmente producida por los países, el PBI PPP (Purchasing Power Parity) de Estados Unidos fue en 2013 de 16.720.000 millones de dólares, cuando el PBI PPP de China fue para el mismo año de 13.390.000 millones de dólares. Varios analistas pronostican que a fines de 2014, China superará a Estados Unidos como la principal economía del mundo. China es actualmente el principal exportador del mundo con exportaciones por 2.210.000 millones de dólares e importaciones por 1.950.000 millones de dólares, superando a Estados Unidos que tiene exportaciones por 1.575.000 millones de dólares e importaciones por 2.273.000 millones de dólares para 2013.
La expansión de China en el sistema monetario mundial se verifica en la implementación de Swaps de monedas con más de 22 países por el monto de 417.000 millones de dólares aproximadamente. Los acuerdos más importantes fueron con la Unión Europea por 57.000 millones, Corea del Sur por 58.000 millones, Hong Kong por 65.000 millones, entre los que se encuentra la Argentina con acuerdos por swaps de monedas por 11.000 millones de dólares (ver nota aparte). Los swaps de monedas permiten utilizar la contraparte de yuanes tanto para comerciar con el Estado chino como para convertirla en otras monedas. China promueve que se utilice al yuan no sólo para el comercio, sino también como reserva de valor. Todos los acuerdos de swaps fueron realizados por tres años con posibilidad de renovación.
En 2013, el total de yuanes utilizados para el comercio internacional global fue de 120.000 millones de dólares, con una gran distancia con el dólar que tuvo una utilización de 4.652.000 millones, del euro con 1.786.000 millones y del yen con 1.231.000 millones de dólares.
Estados Unidos se mantiene como potencia hegemónica por su poderío militar industrial y por el mantenimiento del dólar como moneda de referencia mundial. El camino para que China destrone al dólar es largo y no está exento de complicaciones y gran cantidad de conflictos, pero es en esa dirección que se puede converger hacia un mundo multipolar, referenciado no en una sola moneda, sino en una cesta que permitirá un nuevo y más equilibrado orden monetario mundial.
La VI cumbre de los Brics apunta en esa dirección y contrasta con el acuerdo fundante de la política y el orden económico actual que nació en 1944 del acuerdo de Bretton Woods. Por ese pacto se creó el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), hoy conocido como Banco Mundial, y el Fondo Monetario Internacional, entre las que se encuentran como misiones, fomentar la estabilidad cambiaria, procurar que los países miembros mantengan regímenes de cambios ordenados y evitar depreciaciones cambiarias competitivas.
El fin del acuerdo de Bretton Woods resuelto por Richard Nixon el 15 de agosto de 1971 acrecentó la hegemonía del dólar como reserva de valor y medio de pago internacional. Bajo el régimen de Bretton Woods todas las monedas estaban vinculadas al dólar, que a su vez guardaba una relación fija con la onza de oro. Los bancos centrales tenían el derecho de convertir sus tenencias de dólares en lingotes de oro, a razón de 35 dólares la onza. Pero en 1971 y en medio de las dificultades económicas producidas por la guerra de Vietnam, Estados Unidos resolvió la inconvertibilidad del dólar en oro y cerró la ventanilla de cambio a los banqueros centrales del resto del mundo. Con esto llegó la era del papel moneda, del dinero fiduciario, de las tasas de cambio flotantes que alentaron la especulación y la concentración de la riqueza y consolidaron al dólar como moneda hegemónica.
Esto último posibilitó que Estados Unidos iniciara el camino del doble déficit, fiscal y externo, que financia con emisión de deuda contra el resto del mundo. En la medida en que la hegemonía del dólar vaya perdiendo lugar y una cesta de monedas, con creciente importancia del yuan, vaya cobrando mayor relevancia, aumentan las posibilidades de un nuevo orden que va de la mano con la declinación de Estados Unidos como único centro de poder mundial.
* Economista (UBA, UNR). Profesor USAL.
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