Domingo, 5 de octubre de 2014 | Hoy
LIBRO. LE PERONISME. DE PERóN à KIRCHNER. UNE PASSION ARGENTINE, DE BRUNO SUSANI.
Cash publica el prólogo de Mario Rapoport al libro del economista argentino radicado en Francia, Bruno Susani. Es una obra que analiza el peronismo a partir de los liderazgos de Perón y Kirchner.
Por Mario Rapoport *
A contramano de los análisis habituales que suelen estudiar el peronismo y comparar a sus dirigentes casi exclusivamente en función de los estilos políticos de liderazgo, Bruno Susani traza líneas de continuidad entre el peronismo original y el kirchnerismo (sobre todo de Néstor Kirchner) por senderos que atraviesan el contenido (y no solamente la forma) de las políticas económicas, sociales y culturales de ambos fenómenos.
De ese modo, aborda cuestiones centrales que permiten comprender a esta corriente política, tan protagónica en la historia argentina de posguerra. El autor rescata, a su vez, a los gobiernos kirchneristas como los que recuperaron las banderas y sentidos genuinos del primer peronismo (y en parte del de los inicios de los años ’70), luego de toda una larga década de los noventa donde ese contenido fue tergiversado en función de una concepción neoliberal que no hizo más que ajustar el escenario nacional a las necesidades del capitalismo mundial globalizado.
Según Susani, son diferentes las coyunturas económicas en las que asumen uno y otro. La de Perón tiene características singulares. Su aspecto más relevante es sin duda el hecho de que se asocia a un proceso de crecimiento económico –basado en el desarrollo del sector industrial que, gracias a la crisis del ’30 y luego a la guerra mundial, comienza a fabricar en el país productos que antes se importaban– una grave crisis política originada por la existencia de un régimen desacreditado e incapaz de seguir gobernando, y un marcado déficit social. Perón delimita así la base de su proyecto político: una alianza de obreros e industriales bajo el control del Estado. Y esto lleva a recordar dos elementos que contribuyen a hacerlo viable en ese momento.
Por un lado, la creciente dicotomía entre la expansión del mercado interno y el nivel de consumo de las masas, y por otro la ausencia de leyes sociales que pudiesen garantizar un marco de vida más digno, mejores condiciones de trabajo y una proporción más justa en el reparto de la nueva riqueza generada. Vacío que cubren las medidas reformistas de Perón (aumentos salariales, aguinaldos y vacaciones pagas, régimen de jubilaciones para todos). Luego, un cambio de sentido en el ya acentuado grado de intervención del Estado en la economía proveniente de los gobiernos conservadores, orientándolo hacia un desarrollo económico más planificado y con bases nacionales (nacionalización de servicios públicos y de empresas extranjeras que ya no reinvertían en el país), con la consiguiente ampliación del aparato burocrático estatal, que acrecienta su rol no sólo político sino también social.
Como bien dice Susani, el proyecto de Perón, esencialmente industrialista, encontró sus límites, luego de su éxito inicial, en la falta de creación de industrias básicas y, sobre todo, en la debilidad del sector externo, debido las restricciones en divisas que afectaron notoriamente la balanza de pagos y produjeron una seria crisis. Esto se debió en parte al Plan Marshall, que afectó los tradicionales mercados europeos, y en parte a conflictos con factores vinculados al poder económico existente: terratenientes, capital extranjero, comercio de exportación e intermediario y bancos privados. Cierto grado de autoritarismo del gobierno surgió de ese enfrentamiento.
Para Susani, a diferencia de Perón, Kirchner asumió el gobierno en el contexto de una tremenda crisis económica, la peor de la historia argentina. Por ello, las transformaciones operadas deben medirse también teniendo en cuenta el escenario anterior. Era necesario responder, en el plano material y de manera urgente, a las acuciantes necesidades de los vastos estratos sociales caídos en el desempleo o sumergidos en la pobreza o la indigencia. También desplazar el eje de la economía desde lo financiero hacia la esfera productiva. En este sentido, el rechazo a lo acontecido durante los años noventa constituyó el núcleo central del planteo que Néstor Kirchner enarboló desde su discurso de asunción, que sonaba muy distinto de la ideología neoliberal que había dominado hasta allí por interminables décadas el panorama político y económico del país.
Kirchner retomó diversos aspectos de la experiencia vivida durante la industrialización sustitutiva. Entre otros, el objetivo del pleno empleo, el desarrollo de la industria nacional, la recomposición del mercado interno, la reivindicación de la soberanía política y el afán de emancipación respecto de intereses extranjeros, ahora representados por el FMI y favorecidos por la gran deuda externa. Se planteaba también terminar con el default, ampliar la presencia comercial en el mundo y, sobre todo, revertir una situación social crítica. La profundización de los mecanismos de integración regional y otros aspectos de la política exterior acompañaron este proceso.
En términos políticos podemos pensar que tanto Perón como Kirchner emergieron en el contexto de una crisis total de legitimidad y ambos enfrentaron en lo económico fuerzas del establishment. Tal como lo explica Susani, el kirchnerismo surge como una resignificación del peronismo en un contexto de total crisis de su identidad partidaria, producto de la influencia neoliberal. La falta de la legitimidad de la élite política era total. Recordemos el lema principal de las enormes movilizaciones del año 2001: “Que se vayan todos”. La población subsumida en el desempleo y la pobreza o en la expropiación de sus ahorros por los bancos mostraba su absoluta disconformidad con una dirigencia política que había sido artífice y/o cómplice de las políticas que provocaron esa situación. El sistema político en su conjunto estaba desprestigiado como canal de orientación de las demandas sociales.
Sin embargo, –señala Susani– Perón tuvo antes de asumir su 17 de Octubre, mientras que Kirchner construyó su legitimidad luego de llegar al gobierno, ya que había triunfado con un menguado caudal de votos. Al mismo tiempo que comprendió acertadamente la necesidad de aprovechar el contexto económico favorable a los precios de las materias primas para desendeudar al país y dar un nuevo papel al Estado, planteó políticas de reindustrialización, disminución del desempleo y de la pobreza y redistribución de los ingresos. En este proceso, puso siempre la política delante de la economía, y jugó como conductor un rol clave, con aciertos y errores, empujado por una férrea voluntad de cambio cuyo signo principal fue el acento puesto en los derechos humanos, y en el enjuiciamiento de las cúpulas de la cruel dictadura militar que produjo treinta mil desaparecidos, y habían sido perdonadas por los anteriores gobiernos civiles.
Su sucesora, Cristina Fernández de Kirchner, consolidó el proyecto, pese a la oposición creciente de intereses corporativos y mediáticos internos y externos pertenecientes al poder económico y político tradicional, con medidas sociales que le hicieron ganar dos elecciones presidenciales. Ambos se apoyaron en un escenario latinoamericano renovado, donde junto con Lula, Chávez, Morales y otros presidentes inauguraron un nuevo proyecto regional.
El peronismo de los dos primeros gobiernos de Perón tuvo que enfrentarse a sus propias limitaciones, por llevar al límite el modelo de industrialización sustitutiva sin haber transformado del todo determinadas estructuras económicas y políticas anteriores y con una coyuntura externa cada vez más adversa. Ello llevó, de la mano de sus fervientes opositores, a la reversión de sus políticas y a su proscripción durante décadas del escenario público argentino. La trayectoria del kirchnerismo es distinta en muchos aspectos y parecida en otros. Pero las señales del pasado deben servir para elaborar el futuro y defender las conquistas existentes. En caso contrario los países y pueblos están condenados a repetir experiencias infaustas, como también lo explica Bruno Susani en su valioso, bien escrito y documentado libro.
* Profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires.
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-Traza líneas de continuidad entre el peronismo original y el kirchnerismo por senderos que atraviesan el contenido de las políticas económicas, sociales y culturales de ambos fenómenos.
-Aborda cuestiones centrales que permiten comprender esta corriente política, tan protagónica en la historia argentina de posguerra.
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