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Domingo, 12 de octubre de 2003

EL BAúL DE MANUEL

Baúl I y II

 Por Manuel Fernández López

Pan para hoy
Decía Adam Smith que la aparición de un Estado fuerte se debió a la necesidad de proteger a los grandes propietarios de la codicia de los no propietarios. Nuestro Alberdi aplaudió esa explicación. Y él mismo, según sostenía Juan Pablo Oliver (1976), en las Bases... propuso una constitución orientada a favorecer la inversión extranjera, y en particular a sus clientes capitalistas en Chile, como William Wheelwright. Cabe así preguntar si las instituciones políticas son un reflejo de los intereses económicos: la institución “presidente de la República” ¿buscó permitir endeudar con el exterior a futuras generaciones, no consultables ni capaces de negarse? El primero investido con esa dignidad, Don Bernardino Rivadavia, fue también el primero en endeudar al país con el exterior, en 1824, al promover un empréstito con la Casa Baring de Londres, que no fue pagado en esa generación, sino por las siguientes. El primer presidente también estableció la enseñanza de economía en el país, en la UBA, en las cátedras de Economía Política y de Ideología. Esta última se basó en el Tratado de Economía Política de Antoine Louis Claude Destutt de Tracy, a quien Rivadavia había conocido en París en 1818, pero cuyos consejos desoyó. En efecto, el francés escribió en su tratado: “Un gobierno de cualquier tipo, en el mundo de los hombres actuales, ¿tiene derecho a gravar a hombres aún no nacidos, y obligarles a pagar en épocas futuras los gastos de hoy? No es siquiera el caso de un testamento; contra el cual se ha dicho, con razón, que ningún hombre tiene derecho a ser obedecido después de su muerte... los herederos de un testamento siempre son libres de aceptar o rechazar sus herencias, que en el fondo sólo les pertenecen en virtud de las leyes que las permiten, y bajo las condiciones que la ley prescribe. Una generación no recibe de la anterior, como herencia, su derecho a vivir en sociedad; y de vivir en ella bajo las leyes que le plazca. La primera no tiene derecho a decirle a la segunda: si quieres sucederme, así es como debes vivir y así como debes comportarte. Pues de semejante derecho se seguiría que una vez sancionada una ley nunca podría cambiarse. Así, el Poder Legislativo actual, que siempre se considera como órgano de la voluntad general actual, no puede obligar ni limitar al Poder Legislativo del futuro, que será el órgano de la voluntad general de una época todavía por venir”.

Número, peso, medida
Este miércoles se otorgó el Premio Nobel en Ciencia Económica. Otra vez el Banco de Suecia galardona a quienes ensancharon el horizonte metodológico de la economía cuantitativa. Recordemos que la primera vez que se otorgó el premio fue a Jan Tinbergen, de Holanda, y a Ragnar Frisch, de Noruega, ambos importantes figuras del movimiento econométrico en las décadas del treinta y cuarenta, y en 1980 y 1989 el preciado galardón fue conferido a Lawrence R. Klein (Estados Unidos) y a Trygve Haavelmo (Noruega), también importantes figuras de la econometría, aplicada y teórica, respectivamente. La economía cuantitativa tuvo un desarrollo espectacular en el siglo 20, aunque no nació en esa centuria. El padre del enfoque fue Sir William Petty, quien en su aritmética política proponía expresarse en términos de número, peso y medida, fórmula que tomó de un libro de la Biblia. Su enfoque fue continuado por Cantillon, Quesnay y Turgot, y resultó útil, con Juglar y Mitchell, para analizar las crisis económicas. Los premiados son Robert F. Engle, estadounidense, y Clive W. J. Granger, británico, aunque ambos profesores en EE.UU. (en las universidades de Nueva York y California, respectivamente). A Engle se le reconoce su aporte a los métodos de análisis de series cronológicas económicas con volatilidad variable en el tiempo, o en términos técnicos, series cronológicas cuya variable aleatoria posee heteroscedasticidad condicional autorregresiva. A Granger se le reconoce su aporte a métodos de análisis de series cronológicas económicas con tendencias comunes (cointegración). Recordemos que el economista cuantitativo trabaja con dos tipos básicos de datos: los de sección cruzada, que miden cierto atributo entre diversos integrantes de un universo en cierto instante de tiempo, y las series cronológicas, que miden la fluctuación de cierto atributo a lo largo de distintos instantes de tiempo. Uno de los problemas que plantea una serie cronológica es qué valor tomar como representativo cuando las fluctuaciones son muy intensas. Ya Adam Smith se preocupaba por ello, y para los precios propuso los precios naturales. Otros problemas: la tendencia secular y las fluctuaciones estacionales, que oscurecen un correcto análisis del ciclo económico. Resolver estos problemas es la historia que conduce a los modernos métodos de Engle y Granger.

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