INTERNACIONALES › DEL WESTERN DE BUSH A UNA PELICULA DE SUSPENSO
La rayuela americana
La economía norteamericana parece oscilar. Es un proceso lleno de suspenso político que llegará de aquí a noviembre.
Por Claudio Uriarte
Desde fines de la temporada navideña hasta noviembre del año próximo, Estados Unidos se desplazará por una suerte de rayuela político-económico-militar rumbo a las elecciones presidenciales. Es casi seguro que la variable decisiva será la económica; toda prolongación del estancamiento amplificará fuera de proporción las dificultades que George W. Bush enfrente en los otros frentes, mientras una recuperación en forma las amortiguará o anestesiará.
La administración Bush está teniendo un fin de año ambiguo. Después del espectacular repunte del 8,2 por ciento del PBI en el tercer trimestre, las noticias han vuelto a oscilar: suben las ventas minoristas (buen signo para Bush), pero aumenta el número de solicitantes de seguro de desempleo; sube el déficit comercial (en parte una buena noticia, porque refleja una expansión del consumo), pero cae la confianza de los consumidores (una mala noticia, por la misma razón que lo anterior). Para peor, todos estos datos –que fueron divulgados esta semana por los Departamentos de Comercio y de Trabajo, además de instituciones independientes como el Conference Board de la Universidad de Michigan– se expresan en variaciones porcentuales mínimas o incluso sólo de décimas de punto porcentual, que es más o menos lo que vino ocurriendo en la economía hasta la inesperada explosión del tercer trimestre. En este contexto, no se necesita ser demasiado pesimista para temer que la economía esté volviendo a la indefinición previa al tercer trimestre, o que en el fondo, lo del tercer trimestre haya sido un efecto temporario de los estímulos impositivos, y de la indefinición no se haya salido nunca. Algo es claro: el efecto de la recuperación sobre el empleo, hasta ahora, no se ha verificado salvo en proporciones insignificantes. Y cuando los votantes voten, votarán en función de si tienen empleos o no y si de sus ingresos aumentan o no, y no de variables macroeconómicas que, en sí mismas, parecen también bastante mixtas (déficit comercial y de presupuesto, pero depreciación del dólar, baja de los precios mayoristas pero más consumo).
En este contexto, la Reserva Federal decidió dejar intacta esta semana su tasa de referencia. Era difícil que hiciera otra cosa: a un nivel del 1 por ciento, la tasa está en su nivel más bajo en cuatro décadas, y no podría bajar más de 0,25 por ciento debido al nivel de los servicios de la deuda pública. Pero tampoco podía razonablemente aumentarla, porque ciertamente no hay sobrecalentamiento económico ni inflación a la vista. La única buena noticia clara es que el peligro de la deflación parece aventado.