España terminó el año 2005 con un balance económico que causa envidia entre sus vecinos al exhibir un crecimiento del 3,5 por ciento, el doble de la media europea. El Producto Interno Bruto crece más del triple de la zona euro, se felicitó el jefe del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. La administración socialista española se enorgullece también de haber continuado con el saneamiento de las cuentas del Estado y anuncia un excedente de las cuentas de la administración pública superior al 1 por ciento del PIB.

Por primera vez desde hace 30 años prevé, además, un superávit presupuestario global en 2005, así como un excedente de la Seguridad Social de 10.000 millones de euros. España espera también para los próximos tres años un excedente creciente de sus cuentas públicas, saldo positivo con el que sueñan los grandes Tesoros de Alemania, Gran Bretaña y Francia. Por primera vez desde la entrada de España en la Unión Europea, en 1986, la tasa de desempleo –estimada en 8,4 por ciento de la población económicamente activa– cayó en el tercer trimestre por debajo de la media europea y volvió a su nivel más bajo desde 1979.

“Las perspectivas ofrecidas por las previsiones disponibles deberían permitir que la expansión continúe a corto plazo, con tasas de crecimiento superiores al 3 por ciento”, según un reciente informe del economista del Banco de España, José Luis Malo de Molina. El dinamismo de la economía española se ve también alimentado por el apetito de las grandes empresas, que no dejan de anunciar nuevas operaciones de expansión internacional y beneficios record de dos cifras. Sus resultados en los nueve primeros meses del año han sido en su mayor parte superiores a los registrados en 2004.

La aparente buena salud de la economía española esconde, no obstante, desequilibrios importantes. Aunque el desempleo ha caído, España es la campeona del empleo precario: cerca del 70 por ciento de los puestos creados tienen fecha de caducidad y 33 por ciento son contratos temporales. “El deterioro de la competitividad, el endeudamiento de los hogares y la sobrevaloración del precio de la vivienda” pueden ser obstáculos para la continuidad “del ciclo de expansión económica”, según el Banco de España.

Los precios de la vivienda en España han subido casi 150 por ciento desde 1997, año en que comenzó una escalada inmobiliaria sin precedentes, que se ha visto acompañada de un endeudamiento record de los hogares, que alcanzaba los 616.700 millones de euros en septiembre pasado, lo que supone un alza del 20,6 por ciento en términos interanual. La agencia Standard and Poor’s advirtió a fines de noviembre sobre los riesgos de una eventual “brutal corrección de los precios de la vivienda”, que podría “afectar severamente al crecimiento de la economía y las perspectivas de empleo, y potencialmente conducir a un deterioro significativo de las cuentas públicas”.

Impulsada por el boom de los precios de la vivienda, la inflación sigue siendo un punto negro de la economía española. Con una tasa interanual de 3,4 por ciento en noviembre, el costo de vida en España se ubica entre los más elevados de la zona euro, donde la inflación se sitúa en 2,3 por ciento. Madrid busca remediar su falta de competitividad de una economía muy dependiente del “ladrillo” y sobre él pesa este nivel elevado de inflación. De esta manera logró en la última cumbre europea la creación de un fondo tecnológico europeo, del que recibirá unos 2000 millones de euros. Ese dinero compensará en parte la pérdida de 2000 millones de euros anuales de fondos de cohesión europeos que España va a perder progresivamente hasta 2013. El gobierno se muestra sereno ante esa perspectiva y el ministro de Economía, Pedro Solbes, no descarta recurrir al excedente presupuestario para compensar la pérdida del maná europeo.

* Desde Madrid