Domingo, 30 de abril de 2006 | Hoy
INTERNACIONALES › EXPERTOS ACUSAN AL ORGANISMO FINANCIERO
Un artículo en la revista The Lancet señala que esa institución internacional financia fármacos poco eficaces, además de falsear su ayuda contra la malaria.
Por Emilio De Benito, desde Madrid
Cada día mueren 300 niños africanos por culpa de la malaria. Para evitar esta mortandad, en 1998 se estableció un plan que debía acabar con la enfermedad. El mayor donante tenía que ser el Banco Mundial. Pero este organismo no ha cumplido, según un trabajo publicado en The Lancet. De los 400 millones de dólares prometidos, sólo ha desembolsado la cuarta parte. Además, los dedica a fármacos antiguos y ha eliminado el personal para su control. El Banco Mundial responde que la culpa es de los países afectados, que no piden suficientes ayudas o lo hacen mal.
La malaria afecta a cinco millones de personas al año, y está presente en países donde vive la mitad de la población del planeta. Es endémica en muchos países africanos, donde es la primera causa de muerte infantil, incluso por delante del sida. Por eso en 1998 se estableció una iniciativa, llamada Roll Back Malaria –RBM, Hacer retroceder el paludismo– cuyo objetivo era reducir a la mitad la incidencia de la enfermedad hasta 2010. Un grupo de expertos encabezados por Amir Attaran, del Instituto de Salud Pública de la Universidad de Ottawa –Canadá–, publicó en The Lancet, coincidiendo con el Día Mundial contra la Enfermedad, un informe en el que destaca el incumplimiento de estos objetivos. Los autores del trabajo cargan las culpas sobre el Banco Mundial. Este organismo debería ser el mayor financiador de los programas para erradicar la malaria. Pero, siempre según los autores del estudio, no lo ha hecho.
Los investigadores –13 en total, algunos de instituciones tan prestigiosas como la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres o las universidades de Oxford y Harvard–, destacan que en 2000 el Banco Mundial prometió entre 240 millones y 400 millones de euros para ayudas —“más bien, préstamos”–. Esta cantidad fue reducida en 2002 a 160 millones de euros. Para el período entre 2004 y 2005, la aportación había bajado a entre 81 y 120 millones de euros. Pero las críticas no se refieren sólo a las cantidades. Los autores también destacan “la falta de transparencia en el reparto de estos fondos”, y que el equipo encargado de estudiar las solicitudes había pasado de tener siete personas en 2002 a ninguna. “Con ningún trabajador dedicado, el programa para la malaria podía hacer muy poco”, apuntan. Otro aspecto que critican es que en muchos casos los fondos para tratamientos se habían utilizado de una manera inadecuada. En lugar de financiar los más modernos –una terapia combinada que usa un extracto vegetal, la artemisinina–, los programas del Banco Mundial insistieron en la cloroquina, un medicamento antiguo y que ha ido perdiendo eficacia a medida que el microorganismo que causa la enfermedad se ha ido haciendo resistente. Por último, los autores critican la nueva iniciativa del Banco Mundial, un programa para relanzar la lucha contra la malaria, ya que sus condiciones son peores. “El compromiso total es de 500 millones de dólares (400 millones de euros) entre 2005 y 2010”, y, además, en esta cantidad “se incluirán las aportaciones de los bancos nacionales”, que pertenecen a países muy pobres. Y todo ello sin contar con los “errores estadísticos” que aparecen en varios informes del Banco Mundial, que dan a entender que se ha gastado un dinero que no se ha utilizado.
The Lancet recoge también un artículo del Banco Mundial que rechaza estas críticas. Sus autores sólo coinciden con los del otro artículo en el “drama” que supone la malaria. Pero defienden sus actuaciones alegando que gran parte de los fondos que no se recogen están dedicados a programas a largo plazo. Además, indican que en algunos casos los fondos no han sido reclamados por nadie, o que los programas presentados no ofrecían garantías. También recuerdan que en las 13 oficinas para Africa del Banco Mundial hay personas dedicadas al desarrollo de estos países, y que, por lo tanto, también llevan proyectos de control de la malaria. La revista pide que se supere el desencuentro y señala la conveniencia de centrar los esfuerzos en los 23 países más afectados por la enfermedad.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.El desempleo en Chile se situó en el 7,9 por ciento entre enero y marzo pasados, similar al registrado en igual trimestre de 2005, precisó el informe del estatal Instituto Nacional de Estadísticas.
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