INTERNACIONALES › LUEGO DE BRASIL, Y DE TURQUIA A ESTADOS UNIDOS
Elecciones peligrosas
Turquía y Estados Unidos tienen elecciones estos días, y de su desenlace dependen los ritmos de una crisis económica internacional que está ganando fuerza. Junto a Brasil, esta suma crítica puede hundir al mundo en un derrumbe económico.
Por Claudio Uriarte
Después del inconcluso drama brasileño (inconcluso porque no se sabe cómo Brasil atajará los vencimientos de deuda que quedan hasta el fin de la transición, a fin de año, ni mucho menos el modo en que Lula podrá lidiar con el muerto de 250.000 millones de dólares que le dejan los ocho años de Fernando Henrique Cardoso), dos elecciones que ocurren en estos días tienen la capacidad de influir en los contornos de la crisis económica internacional que se está dibujando en el horizonte. Una de esas elecciones es hoy: es en Turquía, que como Brasil es uno de los países más endeudados del mundo; la otra es el martes y en Estados Unidos, que también está pasando a ser uno de los países más endeudados del mundo. Desafortunadamente, ni en Turquía ni en Estados Unidos queda margen económico de maniobra para una amplitud de opciones políticas; de hecho, ambos procesos electorales pueden considerarse como una opción entre lo malo que existe y algo que puede ser mucho peor. Y en ambos casos, lo mucho peor puede ser lo que está avanzando.
Turquía es el eslabón más inestable de lo que pasa por el orden económico internacional. El país debe 130.000 millones de dólares y ya estuvo por caer en la insolvencia en 2001. hasta que fue rescatado por un paquete de ayuda de 16.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional. Como en Brasil, el paquete fue condicionado a una serie de reformas económicas; como en Brasil, la totalidad del dinero aún no ha sido entregada, pero mucho más que en Brasil, la inestabilidad política que surge de las elecciones tiene el poder de arrojar al país a la cesación de pagos (que en Brasil es una posibilidad nacida del estrangulamiento económico, no de las opciones políticas). Si para conseguir el apoyo del Fondo Turquía debió aprobar un plan de austeridad que recortó el gasto público y anticipar la edad de las jubilaciones, para tratar de entrar a la Unión Europea amplió su democracia, renunció a la pena de muerte, mejoró su política de derechos humanos y alivió su represión sobre la minoría turca. Pero la Unión Europea volvió a negarse este año a establecer siquiera una fecha para iniciar negociaciones, y entretanto Turquía entró en un proceso de descomposición política donde los partidos moderados están evaporándose y está surgiendo con fuerza Justicia y Desarrollo, un partido islamista de derecha que cuestiona el secularismo militarmente tutelado heredado de Kemal Ataturk. En un país donde el 99 por ciento de la población es musulmana, y que además representa la principal alianza de Estados Unidos en la zona, esto es peligroso. ¿Qué inversor internacional elegiría ir a un país en estas condiciones? La respuesta, en las páginas de mercados de la semana próxima.
En las elecciones legislativas estadounidenses de mitad de mandato, la confrontación de lo malo contra lo peor toma la forma del choque entre una oposición demócrata ineficaz y de un oficialismo republicano que parece a punto de lograr la proeza de ganar bancas en medio de un clima de depresión económica. De lograrla, usará su nueva mayoría para bajar aún más los impuestos a las corporaciones, ahondando el déficit de 159.000 millones de dólares en que ya incurre el virtual Banco Central del mundo.