Domingo, 7 de enero de 2007 | Hoy
AGRO › LOS NUMEROS DEL CAMPO
El balance anual del complejo agropecuario es excepcional. Precios, exportaciones y consumo interno con resultados positivos.
Por Claudio Scaletta
Las exportaciones agrícolas de 2006 sumarán alrededor de 13 mil millones de dólares, un 5 por ciento más que el año pasado. Hay que reconocerlo, no todo fue explosión de productividad. Los precios internacionales de los cereales se ubicaron en los niveles más elevados de los últimos cinco años. En el caso del trigo, por ejemplo, la caída de la producción mundial por sequías en todas partes dio lugar a aumentos de valor del 47,3 en relación con los de la campaña pasada. La tonelada del cereal supera hoy los 200 dólares.
No obstante, cuando se analiza el contenido de los casi 11 mil millones de dólares contabilizados por las cuentas públicas en los primeros 10 meses de 2006, se destaca una notable pérdida de participación de los cereales y granos oleaginosos a favor de productos con algo más de valor agregado, como los aceites y sus subproductos asociados, los que representaron el 62 por ciento del total exportado frente al 54 por ciento de igual período de 2005.
¿La mayor industrialización será el efecto benéfico de las retenciones diferenciadas? Sin dudas, para la pata industrial de los complejos agroindustriales las diferencias de alícuota fueron un buen negocio. En el mercado interno pagaron un precio afectado por las mayores retenciones primarias, mientras que vendieron con retenciones menores y a veces con reintegros. Y esto sin sumar su poder de mercado al momento de adquirir la materia prima.
En términos globales, los números –reseñados en un trabajo difundido esta semana por la consultora IES– no están nada mal, pero son viejos; del año pasado.
Para la campaña actual, la 2006/2007, ya avanzada la cosecha fina y en la mitad de la siembra gruesa, se espera un volumen por encima de los 85 millones de toneladas, más del 10 por ciento por arriba de la campaña anterior. E incluso levemente –0,5 por ciento– por encima del record de 2004/2005.
Está claro que, saltando el valle de 2005/2006 explicado por razones climáticas, los volúmenes no crecen tanto como podría esperarse de los publicitados cambios tecnológicos y la expansión de la frontera agrícola, transformaciones que parecen tener más efecto sobre la estructura social. Sin embargo, para quienes se benefician de la renta agropecuaria existen excelentes previsiones. Los analistas de los mercados agrícolas mundiales coinciden en que los buenos precios se mantendrán. La economía local, más allá de las peleas por los precios internos y de las tensiones al interior de los complejos agroindustriales, seguirá teniendo abundantes saldos exportables. Si se suman estos dos datos a las previsiones de volumen y a la tendencia hacia un mayor valor agregado, se tiene que las exportaciones sectoriales de 2007 podrían alcanzar los 15.500 millones de dólares. De acuerdo con el cálculo de IES, esto será resultado de un aumento “del 11 por ciento en las cantidades exportadas y del 18,4 por ciento de los precios implícitos del sector agrícola”.
En el sector pecuario los resultados tampoco fueron malos. El dato madre, hablando de carne bovina y de acuerdo con un informe difundido también esta semana por Ciccra, una de las cámaras que agrupan a la industria frigorífica, es que los mayores precios internacionales prácticamente compensaron las menores exportaciones. También que, contra todos los pronósticos de falta de rentabilidad primaria, se estuvo lejos de la temida liquidación de vientres.
Según Ciccra, en los primeros once meses de 2006 el número de animales faenados resultó 7,2 por ciento inferior que en igual período de 2005. Pero por el aumento del peso mínimo de faena, la caída de la producción fue del 3,5 por ciento, quedando en 2780 millones de toneladas. La participación de las hembras en el total faenado fue del 41,2 por ciento, nivel comparable con el período de retención iniciado en el segundo semestre de 1998.
En cuanto a las exportaciones, siempre en los primeros once meses de 2006, se vendieron 435 mil toneladas por las se facturaron 1222 millones de dólares fob. Comparado con igual período de 2005, los volúmenes cayeron el 20,9 por ciento y los valores el 3,8. La diferencia se explica obviamente por el aumento del precio promedio, que pasó de 2310 a 2809 dólares fob. En contrapartida, el consumo interno, que representa más del 80 por ciento de la producción –invirtiendo aproximadamente las proporciones del sector agrícola– aumentó un 2,5 por ciento hasta un anualizado de 63,5 kilos por habitante.
Es posible que a un observador imparcial, por ejemplo venido de otro país, le provoque alguna dificultad compatibilizar estos resultados estadísticos con el ánimo que trasunta la dirigencia sectorial, la más quejosa de la política local. Claro que tal dificultad sólo podrá atribuirse a su carácter de forastero.
Los consumidores de la capital santafesina se sorprendieron esta semana al encontrar la lechuga con precios de hasta 15 pesos, mientras que en la “sureña” Rosario llegó a los 7 pesos. Es que los anegamientos por lluvias y el granizo de fin de año afectaron a más de 200 productores de los cinturones hortícolas provocando la escasez.
El Gobierno acompañó esta semana la propuesta del sector lácteo de “autorregularse” a través de la creación de un fondo de “compensación” a los tamberos.
La soja no para. De acuerdo con datos de la Bolsa de Cereales, con la siembra de la presente campaña prácticamente completada, otro medio millón de hectáreas se destinó a la oleaginosa, con lo que la superficie implantada ya supera los 16 millones de hectáreas, las que podrían producir unos 45 millones de toneladas.
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