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Domingo, 7 de enero de 2007

E-CASH DE LECTORES

Oligarquia

Cuando leí la nota de Alfredo Zaiat en el Cash del pasado domingo 17/12 (“Optimizador de circunstancias”) vino a mi memoria algo que tengo dando vueltas en mi cabeza desde hace largo tiempo. Y estoy convencido de que esto es uno de los grandes problemas que impiden el crecimiento de nuestro país. Parece ineludible que el “mango de la sartén” (como decía Eladia) está siempre en manos de algún representante de la oligarquía. Y cuando digo oligarquía no es peyorativo. Digo poder, digo posibilidad. Posibilidad de todo tipo: económica e intelectual. Esto parece “natural” o al menos uno lo naturaliza y hasta parece bien que así sea. En todo grupo o sociedad hay una franja de elementos “más pudientes” y franjas que pueden menos. Pero nuestro problema es, a mi entender, que nuestra oligarquía (o franja de elementos pudientes) no quiere a nuestro país. No lo ama. Es más, lo desprecia y denuesta. Siempre es mejor lo de afuera. Claro, cómo se va a hacer bien lo que no se quiere. Lo que no se aprecia, lo que no se ama. Y a los de abajo (los menos pudientes): cuanto más empobrecidos, embrutecidos e idiotizados estén, menos molestan, menos “joroban” y son más fáciles de manejar. Verdad esta que es más vieja que la humanidad misma. Por eso, con esta oligarquía (camada de mandamás) y con el resto empobrecido y estupidizado, gobiernos “disciplinados” o condicionados, ¿qué vamos a lograr? Mientras no se conmuevan las grandes responsabilidades de nuestro país, seguirán nuestros pesares.

José Luis Navone
[email protected]

Trenes y subtes

Bochornosa, indignante, canallesca, vergonzosa, repugnante, grotesca, son sólo algunas de las adjetivaciones que merece la decisión del Gobierno de repartir –ilegítimamente– un nuevo subsidio a las concesionarias de trenes y subtes –esta vez por unos 100 millones de dólares– por supuestos mayores costos ¡retroactivos a 2002! Pero es, sobre todo, una burla y una estafa indescriptible que se abate sobre los millones de ciudadanos que diariamente están condenados a sufrir todo tipo de iniquidades, maltratos e injusticias por la coalición mafiosa entre el Gobierno y sus socios corporativos. Es tremenda la impotencia que se siente ante tantas humillaciones, indignidades y corrupciones, en especial del propio Gobierno, quien es el principal responsable del actual estado de cosas en trenes y subtes. ¿Cómo detener tanta ignominia? Será muy difícil sin la fuerza, la persistencia y el coraje de la población organizada para exigir una política diametralmente opuesta a la actual. Si son los usuarios en forma directa e indirecta, en este caso a través de los impuestos que el Estado redirecciona en forma de subsidios, los que financian el ciento por ciento de los gastos y las inversiones, ¿para qué necesitamos “concesionarios”? No hay ningún país desarrollado que sostenga un sistema perverso como el de la Argentina. En su abrumadora mayoría, los trenes y subterráneos constituyen un servicio público estatal. Aquí, el atraso en materia ferroviaria es abrumador y ninguna gestión privada habrá de superarlo.

César Romero
[email protected]

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