Domingo, 6 de diciembre de 2015 | Hoy
MITOS ECONóMICOS › NIVEL DE RESERVAS Y FANTASíAS DE LA ORTODOXIA
Por Andrés Asiain
En recientes declaraciones a la prensa, el futuro ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, estimó que las reservas del Banco Central “deben ser casi cinco veces menos de los 25.000 millones que reporta la autoridad monetaria”. Al respecto detalló que “están los yuanes de China y otros pasivos que tiene el Banco Central. Cuando vos hacés la resta, la verdad es que el número es muy bajito: debe andar por los 6000 o 7000 millones de dólares”. La posición del ex JP Morgan es coincidente con la que vienen publicitando una serie de analistas en los medios de prensa, instalando definiciones sui generis que hablan de reservas “reales”, “netas” o “líquidas” construyendo el mito de que casi no hay reservas internacionales y sus números están dibujados por la autoridad monetaria.
Vale aclarar que la definición de reservas internacionales que utiliza el BCRA no es una originalidad de Vanoli. Sino que responde a la definición que realiza el quinto manual del balance de pagos del FMI, y aplican casi todos los países. Considera como reservas a “los activos externos que están a disposición inmediata y bajo el control de las autoridades monetarias”. Es decir, las monedas extranjeras y títulos nominados en ellas que el Banco Central detenta como reservas independientemente de quien sea el propietario y de las deudas que puedan existir.
Al respecto, una de las originalidades de los analistas ortodoxos ha sido restar a las reservas el swap con China bajo la excusa de ser una cuasi deuda de corto plazo del BCRA. Sin embargo, si se eligiera esa opción, habría que restar también los créditos de corto plazo del sector privado y del público. Ya que, al igual que con el swap chino, esas obligaciones también deben ser canceladas con las reservas del BCRA si no se renuevan. Pero si se aplicara ese criterio, países con las reservas más elevadas del mundo, como Brasil, verían repentinamente como sus reservas “reales”, “netas” y “líquidas” serían la mitad de las que publican sus autoridades monetarias, ya que sus deudas a corto plazo de su sector público y privado equivalen aproximadamente a la mitad de sus reservas internacionales.
Semejante absurdo que nace de una doble confusión, por un lado, pensar que los pagos de deudas de corto plazo deben cancelarse con reservas, cuando los mismos pueden afrontarse por una renovación de créditos, toma de nueva deuda o ingreso de divisas por exportaciones. Por otro lado, pensar que si no se obtienen divisas suficientes mediante esos recursos, sólo las deudas en divisas del BCRA deben afrontarse con las reservas. Cuando en realidad, las reservas deben cubrir el déficit externo total de la economía, y no exclusivamente el del BCRA.
Descartando definiciones fantasiosas, el nivel actual de reservas no es muy diferente del de febrero y marzo de 2014, cuando se ubicaban entre los 27 y 28 mil millones de dólares, y muy superior al que encontró Néstor Kirchner al asumir, que apenas alcanzaba los 11 mil millones de dólares. Ello no significa minimizar el problema de escasez de dólares, sino tan sólo señalar que no es diferente al que viene administrando el gobierno saliente. Por eso, más que abrir el paraguas con fantasiosos cálculos de reservas “reales”, “netas” o “líquidas”, las autoridades entrantes deben mostrar a la sociedad que tienen propuestas para enfrentar los problemas de la economía. Y que la variable de ajuste no sea los elevados niveles de actividad económica, empleo, cobertura de la seguridad social, salarios, jubilaciones y desendeudamiento externo que heredan las nuevas autoridades.
@AndresAsiain
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