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¿Las empresas deberían destinar un porcentaje fijo de la masa salarial a las ART para evitar que las aseguradoras compitan por precio?
Carlos Marín: –El sistema nació con una competencia muy feroz. Todos esperaban un costo por encima del 3 por ciento, pero se llegó a tocar un piso de 1,2 por ciento. Hoy está en 2,1 por ciento. No obstante, hay un piso porque la Superintendencia de Seguros tiene la obligación de controlar que las tarifas que cobren las aseguradoras sean suficientes para hacer frente a sus compromisos. De hecho, cuando la superintendencia vio el desajuste que se produjo en el sistema subió el capital mínimo y tuvo una alícuota de referencia. Por lo tanto, todos los que cobran abajo de esa alícuota tienen que constituir el doble de reserva y de capital.
Pedro Kesselman: –Hay dos intereses lucrativos en juego. El empresario se queja porque el insumo persona le cuesta caro y la ART dice que si no tiene determinados ingresos su ganancia se reduce. En ese esquema el que queda al margen es el tipo que trabaja poniendo en juego su cuerpo. Considero que no puede sustentarse un sistema de prevención sobre la base del lucro. Una cosa es un sistema de seguro al empleador para cubrirlo de las obligaciones que pueda tener frente a las indemnizaciones eventuales y otra es cimentar un sistema donde la protección del ser humano esté sujeta a tasas de ganancia. Eso está reñido con principios constitucionales y humanos básicos. Habría que volver a un sistema de seguro y protección que no tenga fines de lucro.
C. M.: –No me avergüenza el lucro, porque nosotros desarrollamos una tarea que es lícita. Por otra parte, el lucro no ha sido tanto en los últimos años. Además, este sistema no prohíbe la existencia de otras entidades de derecho privado que no sean sociedades anónimas. Tal vez habría que preguntarse por qué no se han conformado estos grupos mutuales para reemplazar o estar al lado de las ART. La posibilidad legal existe.