Domingo, 29 de julio de 2007 | Hoy
ROBERTO FRENKEL
Investigador titular del Cedes.
“En una primera aproximación el aumento de los precios internacionales de las commodities que exporta la Argentina plantea el problema de evitar importar inflación. Si esa realidad es tendencial y se quiere evitar a toda costa el derrame hacia los precios internos, el instrumento que tiene la macroeconomía es casi único, las retenciones móviles; una medida que supone una alta conflictividad con los actores sociales involucrados. Pero no solo eso, una política antiinflacionaria mal manejada puede provocar problemas como la distorsión de los precios relativos, lo que su vez puede afectar la oferta. Un ejemplo lo brinda el dato de que hoy se utilice energía eléctrica para calefacción, o lo que sucede en el mercado de la carne. Por eso, como ya he planteado, el problema de la inflación debe abordarse en forma integral. En un contexto de crecimiento la expansión de la demanda agregada supone una importante presión sobre los precios. Descartada una política monetaria restrictiva o la revaluación cambiaria, el instrumento macroeconómico para controlar la aceleración de la demanda es la política fiscal. En los últimos años, la política fiscal actuó en sentido contrario, pues se redujo levemente la relación superávit fiscal/PIB. Mi recomendación es revertir esta tendencia aumentando el superávit primario.”
Javier González Fraga
Ex presidente del Banco Central.
“La inflación no debe eliminarse sino moderarse. No debe ser del 16 por ciento anual como registran actualmente los estudios serios, sino de alrededor del 8 por ciento. Esto sería lo razonable en un contexto de fuerte crecimiento y de aumento de los precios internacionales. Además debe poder producirse un incremento de los precios internos en función de las señales que marcan los mercados internacionales. Estoy pensando, por ejemplo, en lácteos y carnes. No nos olvidemos que la permanencia de distorsiones en los precios indefectiblemente, antes o después, termina afectando la oferta. En el contexto actual los instrumentos para moderar la inflación son sin duda los fiscales. Hace años que vengo pregonando este camino. La vía fiscal significa restringir algunos gastos innecesarios, como por ejemplo terminar con los subsidios a los sectores más ricos, como el combustible y el gas que se regala en Buenos Aires. Corregir por el lado fiscal significa también bajar gastos que el Estado no debería tener, como aeropuertos o aerolíneas. Por otra parte también debe quedar claro cómo no se combate la inflación. No se combate con la apreciación del dólar ni con tasas de interés, como recomienda el FMI, tampoco con controles policíacos que solo sirven para engañar a la gente.”
Alejandro Rofman
Investigador del CEUR-Conicet.
“Aunque la evolución de los precios internacionales es relevante, existen muchos mercados, como por ejemplo los hortícolas o frutícolas, donde el principal componente para explicar el comportamiento de los precios debe buscarse en los propios circuitos productivos. Prácticamente en todas las cadenas agroindustriales de la Argentina prima la falta de transparencia en la comercialización con la existencia de márgenes desmedidos, desde el momento en que se determina el precio pagado al productor primario hasta que el producto llega al consumidor final. Probablemente una de las tareas pendientes de la política antiinflacionaria es monitorear en serio los costos reales de las cadenas productivas. Hacer esto supondrá introducir transparencia y atacar las tradicionales fallas de mercado, como el oligopsonio en las compras y el oligopolio en las ventas, donde unos pocos intermediarios, en la base de los circuitos, o los grandes supermercados, al final, obtienen rentabilidades extraordinarias que afectan tanto al productor primario como al consumidor final. Los efectos de estas imperfecciones de mercado se potencian en momentos de expansión de la demanda, cuando hay mayores ingresos y quienes tienen poder de mercado no encuentran límites para remarcar.”
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