Domingo, 20 de mayo de 2012 | Hoy
LA EXPLOTACIóN SHALE Y EL AGUA
Por Roberto Aguirre
“Esto es como la minería: se acabaron los filones y ahora el mineral está esparcido. Sacarlo tiene otro costo, tanto económico como ambiental”, afirmó un empresario del sector petrolero que prefirió el anonimato.
Sobre esas dos variables, la económica y la ambiental, gira el debate sobre la explotación del shale gas y el shale oil en el país. Ambos recursos permanecen atrapados en la roca madre, miles de metros bajo tierra, y su extracción requiere de tecnologías e infraestructuras más complejas.
Hacia ese objetivo apunta la nueva YPF para recuperar el autoabastecimiento. Las formaciones geológicas Vaca Muerta, Los Molles, Quintuco y Pre-Cuyo poseen recursos de gas para varias décadas.
La ecuación económica de esas explotaciones incluye la inversión de al menos 20 mil millones de dólares en cuatro años, acompañada de un mejor precio para los hidrocarburos que se extraigan de modo no convencional.
La ecuación ambiental, sin embargo, abre otro debate. En Neuquén ya son varias las voces que alertan sobre la gran demanda de agua que involucra la explotación no convencional. Si un pozo tradicional necesita 100 mil litros, uno de shale precisa, en base a estimaciones muy conservadoras, 3,5 millones de litros. El recurso se utiliza para colmatar el pozo. Luego se le aplica una gran presión para desarrollar el fracking, técnica con la que se fractura la roca madre para que fluya el recurso. No es agua pura la que circula en las profundidades: en el proceso, se la mezcla con diversos químicos que facilitan la disolución del suelo. Entre el 30 y el 40 por ciento regresa a la superficie convertida en un residuo.
La obtención del agua será el primer tema a analizar. Las abundantes cuencas neuquinas permitirían que esto no represente un problema ambiental. La del río Colorado, sin embargo, es susceptible a las bajantes.
El gran problema que se plantea es qué hacer luego con el agua contaminada. “Ese residuo se arroja en viejos pozos inactivos que actúan como sumideros”, explicó Ricardo Celli, dueño de una empresa de servicios petroleros que traslada agua. Aseguró que el mayor riesgo es la posibilidad de contacto con las napas. Remarcó que existen otras técnicas como piletas de decantación o de evaporación para recuperar el recurso. También se utilizan diversos mecanismos químicos para separar los componentes tóxicos.
“Nadie dice que esta explotación sea inocua”, afirmó el diputado provincial neuquino y vicerrector de la delegación local de la UTN, Luis Sapag. “Sabemos que la actividad tiene un impacto y vamos a hacer un marco normativo para disminuirla al máximo”, señaló. Dijo que son las propias empresas las que tienen interés en que haya “reglas del juego claras” para evitar juicios en un futuro. “En Neuquén hace ocho años que tenemos este tipo de explotación y no hubo ningún terremoto”, apuntó, en referencia a las versiones de que sería una de las consecuencias de la fractura hidráulica
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