Viernes, 17 de abril de 2009 | Hoy
TEATRO › OSCAR MARTINEZ Y CLAUDIA FONTAN HABLAN DE PURA FICCION
Los dos actores protagonizan esta “comedia ‘casi’ romántica”, estructurada a partir de la idea original de una pareja que prepara una obra sobre una pareja. Martínez sostiene que la pieza “por momentos se muestra amarga y corrosiva, y casi todo el tiempo es muy irónica”.
Por Vanina Redondi
El estreno de Pura ficción marca el regreso de Oscar Martínez y Claudia Fontán a su clásico oficio de actores de teatro. En estos últimos años siempre se mantuvieron cerca de los escenarios, pero Martínez se abocó principalmente a la tarea de dirigir y escribir, mientras que Fontán dedicó gran parte de su carrera a diversos programas de televisión. La obra que los reúne, Pura ficción (una comedia “casi” romántica), fue escrita y dirigida por el mismo Martínez, que ya cuenta con tres puestas como autor. “Hace poco saqué la cuenta y reparé en que llevo siete años sin actuar en teatro en Buenos Aires. En este tiempo disfruté mucho como dramaturgo y director. Llevaba 35 años actuando ininterrumpidamente y me hizo muy bien no tener la obligación de estar presente todas las noches. A su vez, pude ampliar mis posibilidades artísticas y tuve la suerte de que me fuera bien. Igualmente yo sabía que no iba a dejar de actuar, y de hecho trabajé en El nido vacío de Daniel Burman”, comentó Martínez.
Su regreso en este momento tiene que ver con el compromiso asumido de hacer temporada como actor, pero también con sus propias ganas de estar nuevamente sobre el escenario. “Al margen de la palabra dada, yo ya quería volver. También sentía un poco de miedo, pero si pasaba más tiempo iba a ser peor. A la hora de definir qué obra íbamos a presentar, leí y releí muchísimas, pero ninguna me terminaba de cerrar. Un día se me vino a la mente una idea primigenia y llamé a Pablo Kompel (el productor) para preguntarle cuánto tiempo tenía para definirla. Me dijo que contaba hasta el 15 de octubre, así que el 17 de agosto empecé a escribir y el 14 de octubre lo llamé para avisarle que estaba lista. Me aboqué muchas horas por día, sin interrupciones durante ocho semanas, a crear Pura ficción”, señaló.
Al momento de convocar a Claudia Fontán el texto estaba terminado y se mantuvo intacto a lo largo de los ensayos. “Hay artistas que cuando escriben y dirigen una misma obra la van modificando y acomodando mientras preparan la puesta. Disfruté de muchas creaciones que fueron hechas de esta forma, pero mi manera de escribir es muy acabada. Además yo doy una importancia fundamental al texto y a la palabra en acción. La historia del teatro es la historia de los grandes autores. No me gustan las obras donde el texto es una excusa y da lo mismo que se diga una cosa o la otra. Soy muy obsesivo y perfeccionista cuando escribo. Como en una partida de ajedrez, antes de que un personaje tome una dirección ya pensé en todas las opciones posibles. Todos los que nos dedicamos al arte somos un poco obsesivos, porque de otra manera no se puede desarrollar una personalidad creadora. Aunque bueno... algunos podemos ser más perfeccionistas que otros”, dice Martínez.
–Claudia, ¿qué le interesó cuando la convocaron para participar en Pura ficción?
Claudia Fontán: –Su obsesión (risas). En realidad me interesó todo, aun antes de leer la obra.
Oscar Martínez: –Cuando me comentaron cómo aceptó yo pensé: “¡Está loca!”.
C.F.: –Me llamó Pablo Kompel un viernes a las 7 de la tarde y sólo llegó a decirme: “Claudia, te queremos convocar para...”. Lo interrumpí con un sí. Yo no tenía idea de que Oscar estaba escribiendo una obra y no había visto sus trabajos anteriores. Hace bastante que no puedo ir al teatro porque tengo una nena de cuatro años, pero sentía muchas ganas de participar en una producción y estar al mando de alguien. Lo más lindo para un actor es poner su instrumento en pos del otro, dejándose llevar por su guía y sus indicaciones. No hay nada que me mueva más que hacer este trabajo.
–Después de tanto tiempo frente a una cámara, ¿tuvo que trabajar la técnica actoral para adaptarse al teatro?
C.F.: –Sí. Creo que lo que más cuesta es soltar las herramientas que son efectivas en uno mismo. Yo sé que cuento con tres o cuatro musiquitas que funcionan perfectamente cuando las toco, pero tenía muchas ganas de sacarme todo esto de encima. En la televisión uno siempre hace lo mismo, y de hecho lo convocan para que lo repita. Es maravilloso poder liberarse de un rol asignado.
O.M.: –Los rudimentos del oficio son los mismos y los circuitos internos que uno trabaja como actor se asemejan, pero el teatro es otra cosa. No quiero desmerecer completamente al género televisivo, pero generalmente se llama al actor para que haga lo mismo de siempre y no se le da tiempo para elaborar su rol. Además se exige poco y los programas se ocupan casi exclusivamente de temas costumbristas o crónicas diarias. En la televisión, un actor nunca tiene que representar una escena de la dimensión de un aria de ópera, como sí ocurre en el teatro. El medio no lo permite. Esta situación hace que los actores se estropeen y les cueste mucho volver a los escenarios, donde hay otra resonancia, otra grandeza y otra profundidad. Ese naturalismo televisivo, donde en un programa de una hora no se ve ninguna escena comprometida, hace que el instrumento se empequeñezca.
C.F.: –También pasa lo mismo en la dirección inversa, porque puede aparecer un actor excelente en teatro al que le falta impronta o frescura en la televisión. Probablemente esto sucede porque está acostumbrado a trabajar desde un lugar más amplio y expresivo.
–¿No generó ninguna traba que el mismo protagonista fuera el director y autor de la obra?
C.F.: –No, la verdad que fue un placer. Al principio quizá se sentía un poco extraño, pero ahora ya es imposible separar los tres roles. No me imagino un director trabajando debajo del escenario porque Pura ficción funciona muy naturalmente de esta manera.
O.M.: –Yo tenía el temor de que a una actriz la inhibiera el hecho de estar toda la noche ahí arriba con el actor, director y autor, pero por suerte creo que no sucedió.
C.F.: –Por el contrario, esta situación dio fuerza a todo el proceso y me ayudó a entender más claramente qué dirección quería tomar Oscar en cada momento. Es un monstruo de tres cabezas pero adorable, porque tengo enfrente un director contenedor, un compañero afectuoso y un autor agudo.
O.M.: –Por mi parte puedo decir que es maravilloso. Los autores y directores nos sentimos muy frustrados cuando un actor o actriz no da en la nota. A su vez experimentamos un placer inconmensurable cuando uno escribe algo, lo imagina y lo ve hecho realidad tal cual lo soñó. No ocurre siempre.
En Pura ficción, Oscar Martínez interpreta a un actor, director y profesor llamado Damián Salas. Claudia Fontán es su esposa, Claudia Marini, una actriz muy reconocida que suma varios años de éxito profesional. Juntos ensayan una obra donde representan a una pareja, hasta que un hecho casi banal genera una serie de reacciones que ponen en riesgo mucho más de lo que quisieran. Aunque son los dos únicos personajes en escena, hay otras presencias que dan vueltas de manera omnipresente en la historia. “Un hecho fortuito pone en peligro el ensayo, la temporada teatral y el matrimonio. Este disparador desencadena una serie de conflictos, sospechas y recriminaciones, pero al final él parece comprender, a instancias de ella, algo fundamental para sanear el vínculo con su mujer y con todo su entorno afectivo. Recién ahí pueden ensayar el final del espectáculo que están preparando. Logran usar todo lo que ocurrió en la realidad dentro de la ficción que crearon”, explica Martínez.
–¿La obra incluye una reflexión sobre el oficio del actor?
O.M.: –Sí, pero en menor medida. Me cuidé muchísimo de caer en esa tentación porque la patología del actor hubiera sido muy interesante para la gente de teatro, pero el público se hubiera quedado afuera. El hecho de que sean actores está relacionado con la idea original de una pareja que prepara una obra sobre una pareja. En definitiva, intento hablar de la construcción de la relación amorosa como una ficción. A través de los actores se analiza el universo de este tipo de vínculos, más allá de que los protagonistas sean artistas.
C.F.: –Me parece interesante que el público pueda pensar que vive situaciones y conflictos similares a los de los actores en escena.
O.M.: –Ella descubre algo fundamental para su personaje mientras no están ensayando. Cuando se lo cuenta a él, cambian totalmente la óptica con la que enfocaban la escena final de la obra. Es decir, así como la ficción hecha luz sobre la realidad, la realidad hecha luz sobre la ficción y nos encontramos con una interdependencia.
–Pura ficción es su tercera obra como dramaturgo y nuevamente eligió crear una comedia.
O.M.: –La verdad es que me gusta el humor.
C.F.: –Además, él describe muy bien a los personajes femeninos. No es machista a la hora de presentar, por ejemplo, ciertos cuestionamientos que las mujeres hacen habitualmente a los hombres.
O.M.: –(Ríe.) ¿Será de tanto haberlas escuchado? Tengo cuatro hijas mujeres, así que si no aprendía con ellas...
C.F.: –Generalmente, cuando un hombre escribe roles femeninos echa agua para su molino, presentando mujeres grises u oscuras. En este caso es todo lo contrario, porque ella echa mucha luz sobre su vida y su manera de pensar. Son dos personajes muy inteligentes y esta mujer está a la altura de su hombre.
O.M.: –Cuando el escenógrafo Alberto Negrín leyó la obra, me dijo: “Es un Martínez auténtico”. Tiene razón, porque todo lo que escribe un mismo autor se relaciona entre sí, pero Pura ficción es diferente a mis obras anteriores. Ella en mi cabeza era una comedia expresionista donde la acción sucedía en la cabeza del personaje, y Días contados se trataba de una comedia dramática con rupturas en el tiempo y el espacio. Pura ficción es hiperrealista y todo ocurre en el mismo tiempo y lugar. El subtítulo es “Una comedia ‘casi’ romántica” porque quería presentar un homenaje personal a este género, creando una comedia romántica del día de hoy. Por momentos se muestra amarga y corrosiva, y casi todo el tiempo es muy irónica, pero claramente no está tan endulzada como las obras tradicionales del género. Al comparar Pura ficción con mis textos anteriores, observo que allí se encuentra mi universo, mi manera de ver el mundo y el gusto por una determinada estética o estilo. Estas semejanzas son inevitables porque no podría escribir algo que no me guste o que no tuviera que ver conmigo. Eso sí: incluye mucho humor porque toda comedia debe tenerlo.
* Pura ficción cuenta con diseño de escenografía de Alberto Negrín, diseño de iluminación de Nacha Guevara, diseño de vestuario de Sofía Di Nunzio y producción general de Pablo Kompel. Se presenta los miércoles, jueves y domingos a las 20.45, los viernes a las 21 y los sábados a las 20 y 22. En la Sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza (Av. Corrientes 1660).
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