Hay obras teatrales infantiles que encantan por el mensaje que transmiten. Es el caso de la versión de Los Peques, que llegó al teatro hace pocos días, de la mano de un elenco de jóvenes actores dirigidos por Héctor Presa. Se trata de una entretenida puesta en formato de comedia musical, en la que los duendes atraviesan distintas peripecias, sin perder de vista los valores que los caracterizan: la amistad, la unión de la familia, la solidaridad, el trabajo en grupo y el cuidado de la naturaleza. Siempre con mucho sentido del humor e ingenio. La puesta se presenta en el Teatro Liceo, Rivadavia 1499, sábados, domingos y feriados, a las 16. Y en vacaciones de invierno, de martes a domingo.

“Me interesaba poner en el escenario a estos personajes, aun con las dificultades que implica el hecho de llevar un dibujo a un vivo. Siempre tiene su riesgo. Pero fue interesante trasladarlos porque tienen un universo muy particular; son solidarios y tienen un cuidado muy especial con la naturaleza, y fundamentalmente asumen un sistema de protección y cuidado entre ellos que me pareció realmente digno de destacar”, cuenta a Página/12 el autor y director Héctor Presa, quien es el creador del prestigioso grupo teatral La Galera Encantada.

Estos reconocidos duendes que aparecieron en la televisión argentina en 2001 viven en comunidad, dentro del bosque patagónico, rodeados de añejos árboles y ríos. Y ahora llegan al escenario con esa misma identidad para interpretar uno de los momentos más importantes en la vida de un peque: el día en que deja de ser un peque chico para convertirse en peque grande. Para celebrar esa transición, la comunidad realiza una ceremonia ancestral llamada “El ritual de la edad del pavo”. El integrante más pequeño de la comunidad, Nino, es quien pasará por esa experiencia, pero también se meterá en graves problemas cuando intente hacer “cosas de grandes” sin medir las consecuencias. La escenografía, a cargo de Marta Albertinazzi, está centrada en un bello ambiente natural, que caracteriza a estos gnomos patagónicos. Plantas, árboles antiguos y piedras decoran el escenario generando así el contexto original de estos duendes.

Una de las particularidades de la obra es que, al final de la historia, los actores piden la participación de los espectadores para resolver el nudo de la trama. Así es como todo el público se une en un mismo plan que consiste en tirar de la soga para salvar al pequeño Nino. Entonces se hace evidente el interés de generar una conexión saludable entre actores y chicos. “En el final invitamos al público a participar para poder resolver el problema. Entonces me parece que esta comunión entre las partes se termina de reflejar claramente”, subraya Presa. “En una época como ésta en donde todo es muy convulsionado, mecánico y electrónico, siempre que aparecen los sentimientos como un elemento de peso en el espectáculo es muy bien recibido. De alguna manera las familias se suman a ese mensaje”, concluye el director.