Viernes, 28 de junio de 2013 | Hoy
MUSICA › MARISS JANSONS DIRIGIRA A LA ROYAL CONCERTGEBOUW ORCHESTRA DE AMSTERDAM EN EL COLON
El director, que acaba de recibir el Premio a la Música Ernst von Siemmens, actuará esta noche y mañana en el ciclo del Mozarteum. Con él llega el notable pianista Denis Matsuev, que interpretará la Rapsodia sobre un tema de Paganini, Op. 43, de Rachmaninov.
Por Diego Fischerman
“Las notas son sólo signos”, decía Mariss Jansons en un reportaje publicado por el periódico The Guardian. “Uno tiene que ir más allá y mirar qué es lo que la propia fantasía cuenta a partir de ellos.” Actual titular de la Royal Concertgebouw Orchestra de Amsterdam y de la Sinfónica de la Radio de Baviera, en Munich, Jansons acaba de recibir, el 4 de este mes, el Premio a la Música Ernst von Siemmens (250 mil euros), sumándose a una lista que incluye artistas como Benjamin Britten, György Ligeti, Mauricio Kagel, Daniel Barenboim, Leonard Bernstein y Luciano Berio. Jansons es, además, uno a los candidatos al salón de la fama en los premios de la revista Gramophone de este año, y esa publicación eligió en 2012 a sus dos orquestas entre las mejores del mundo, siendo el único director que aparecía dos veces en la lista.
En 1999 llegó a Buenos Aires al frente de la Orquesta de Oslo, de la que era titular en ese entonces y junto a la cual grabó, para el sello Chandos, una integral de las Sinfonías de Piotr Tchaikovsky que se convirtió en referencia obligada en la materia. Y en 2001 condujo en esta ciudad a la Sinfónica de Pittsburgh. Desde 2004 es titular de la del Concertgebouw y con ella actuará esta noche y mañana, a las 20.30, en el Teatro Colón y para el ciclo del Mozarteum Argentino. La orquesta, que ya actuó aquí, para la misma sociedad de conciertos, en 1971 y en 1985 –en ambas ocasiones conducida por Bernard Haitink–, llega esta vez con un solista invitado, el notable pianista Denis Matsuev. Elegido por Valery Gergiev para la celebrada grabación en vivo de los conciertos de Shostakovich junto a la Orqueta del Mariinsky, el pianista interpretará, tanto hoy como mañana, la Rapsodia sobre un tema de Paganini, Op. 43, de Sergei Rachmaninov.
El programa de esta noche se completará con la Obertura “La fierecilla domada”, Op. 25, de Johan Wagenaar (un autor holandés con marcadas influencias de Richard Strauss, que vivió entre 1862 y 1941), y la Sinfonía No. 5 en Mi menor, Op. 64 de Tchaikovsky. Y el de mañana con la Sinfonía No 1 en Re Mayor de Gustav Mahler. “Es difícil de explicar, pero lo que sucede cuando esta orquesta toca música de Mahler es una especie de milagro”, dice Jansons. “Uno puede decir ‘pero ninguno de estos músicos tocó con Wilhelm Mengelberg’ (titular de la orquesta entre 1895 y 1945, que invitó a Mahler a dirigirla y fundó, además, un festival dedicado a su música). Los músicos son internacionales, los hábitos de ejecución son sumamente diferentes de los de hace un siglo, entonces, ¿qué es lo que sucede? Y es que hay una suerte de espíritu, algún extraño momento de reconocimiento psicológico, y creo que algo de la tradición, que ese cierto espíritu, pasa de unas a otras generaciones y de unos músicos a otros, aunque no haya ninguna explicación racional acerca de cómo o por qué sucede.”
Jansons dirige, en la actualidad, sólo cuatro orquestas, las dos de las que es titular y, como invitado, la Filarmónica de Berlín y la de Viena. Considera un error sus años en Pittsburgh. “Vivía con jet lag”, cuenta. En 1997, Jansons había sufrido un ataque al corazón mientras estaba dirigiendo La Bohème, de Puccini, en Oslo. “Fue una experiencia muy dramática. No recuerdo nada, pero los músicos me contaron que, cuando estaba en el piso, seguía tratando de dirigir a Pu-ccini” (curiosamente, esa fue la manera en que murió su padre, en 1984, mientras dirigía a la Orquesta Hallé de Manchester). “Pero si actualmente dirijo menos orquestas no es por el corazón, sino porque me interesa vivir con cierta tranquilidad. Dirijo cuatro de las mejores orquestas del mundo y con eso me basta”, afirma. Y reflexiona sobre el arte de la conducción orquestal: “¿Cómo se hace para expresar una fantasía, un pensamiento, una emoción a través de la música? Con técnica. El director no produce sonido. Y la técnica es el medio para conseguir que el sonido que se produce, es decir el que otros producen, sea el que uno tiene en su cabeza. Ahora bien, si se piensan los aspectos técnicos de la dirección orquestal como si se tratara de la planta baja de un gran edificio, uno no puede empezar a pensar en lograr el sonido que uno quiere hasta no haber llegado por lo menos al piso veinte”.
Nacido en 1943 en Letonia, durante la ocupación nazi, hijo de un director de orquesta (Arvids Jansons) y una soprano judía (Iraida Jansons) que tuvo el parto a escondidas, ya que su padre y su hermano habían muerto en el ghetto de Riga, Mariss Jansons realizó parte de su carrera musical en la ex Unión Soviética, donde el padre fue asistente de Yevgeny Mravinsky en la Filarmónica de Leningrado y, más adelante, luego de estudiar en Viena con Hans Swarowsky y, en Salzburgo, con Herbert von Karajan, dirigió esa misma orquesta, renombrada como de San Petersburgo, con la que registró, para EMI, una versión ejemplar de las Sinfonías de Rachmaninov. Reivindica, de la vieja unión de repúblicas socialistas, “un nivel educativo increíblemente alto”, y deplora, de la Rusia actual, que “todo gira alrededor del dinero y de la satisfacción personal”. Pasó su infancia en teatros de ópera (“mis padres no querían que me quedara con una niñera, así que me sabía todos los ballets y óperas de memoria”, cuenta) y se formó en varios países europeos. Casado con una rusa, la nacionalidad no es algo que le preocupe. “Soy un cosmopolita”, afirma. “Trabajo sobre todo en Holanda, Alemania y Suiza. Mi hogar está en San Petersburgo. Amo, en todo caso, los países que son capaces de pedir prestado lo mejor de los otros.”
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