El empezó primero se llama el nuevo disco y espectáculo de Luis Pescetti, un título que, por remanido, resulta todo un hallazgo que ya genera complicidades desde el vamos. Algo de eso hay en el núcleo de la obra de Pescetti, que chicos y grandes comparten con igual entusiasmo. Hoy a las 20, en el teatro ND Ateneo tendrá lugar una de las presentaciones en las que este doble enganche podrá volver a ponerse de manifiesto. “Las respuestas infantiles están muy presentes en todas las edades, tanto, que son absurdas en otros momentos. Responsabilizar por lo que uno hizo a otro ‘porque empezó primero’ es típico de los chicos... y de adultos que pueden ser deportistas, funcionarios públicos, políticos. Ellos sabían que eso no se hace, pero ‘se vieron obligados a hacerlo porque otro lo hizo primero’”, explica Pescetti sobre el título que propone. “Es de una irracionalidad completa, y sin embargo muy presente en nuestra vida cotidiana. A la vez, nos hace acordar a muchas escenas familiares, ahora sí, infantiles y de ternura: de pronto aparece la madre o el padre, ve un lío, y uno quiere zafar... y manda al frente al otro, pero no deja de tener su cuota de inocencia y candor la manera en que lo hace.”

El disco recoge mucho el espíritu del vivo, no sólo porque fue grabado en vivo (claro), sino porque se incluye todo: lo que pasa entre tema y tema, comentarios, risas, toses. “Mis siete discos son grabaciones en vivo de un show. Hacemos muchas tomas, la vez que más hicimos fueron de 22 shows, lo normal es hacer unas seis u ocho tomas. Luego se escogen los mejores momentos”, cuenta Pescetti, y explica la diferencia con un disco más “limpio”, “de canciones”: “Un disco de canciones es como un libro de cuentos, un disco de un show en vivo es como una novela, es una narración que empieza y recorre todo el disco. Son dos formas muy diferentes. Las canciones son momentos del artista presentando su obra, el disco en vivo es un retrato de un encuentro con el público. Y quiero mostrar eso”.

–¿Qué quiere lograr con sus discos y con sus conciertos?

–Algo parecido a lo que siente un inmigrante cuando llega a un nuevo país, y luego de aprender los códigos y hacer esfuerzos de adaptación se encuentra con algo que le revela que puede ser él mismo, incluso en ese otro país. Quiero mostrar que la alegría y la sensibilidad, que la sutileza y el desparpajo, que la delicadeza artística y la intensidad desbordada, todo puede convivir, y en un lenguaje que nos resulte cercano, no de sacerdotes o elite cultural o intelectual que maneja un código aparte.

–Y cuando lo logra, ¿qué es lo que más lo conmueve?

–Lo que sigue pasando con el show cuando ya terminó, y se van a sus casas o es otro día y surgen momentos del show o usan algo del show para reírse por algo que pasó en la casa.

–Esta vez convoca en un horario atípico para un show para chicos, las 20. ¿Por qué?

–A los chicos les encanta tener a los papás completamente disponibles para ellos, les gusta hacer “cosas de grandes”, y conocen menos o nada la ciudad de noche: de noche conocen más su casa. Es una manera dulce, cuidada, de salir en un horario inusual. Y, muy a la larga, de sembrar un recuerdo imborrable.