Sábado, 24 de agosto de 2013 | Hoy
CULTURA › VíCTOR HUGO VILLENA ACTúA HOY EN EL FESTIVAL DE TANGO DE BUENOS AIRES
El músico radicado en Francia desde hace quince años mostrará el material de Bandoneón ecléctico, su último CD. Influido por dos emblemas del tango como Juán José Mosalini y Gustavo Beytelmann, sólo incluyó en ese disco músicas originales para bandoneón.
Por Cristian Vitale
Un hombre y su bandoneón, solos. La instancia se repite durante casi cincuenta minutos de música. Durante las diez piezas que tarda Bandoneón ecléctico en llegar a su fin. “Siempre me gustó el ejercicio solista”, extiende el hacedor de tal travesía en formato disco (Víctor Hugo Villena), mientras se presta a mostrarlo hoy a las 15.45, en la Usina del Arte (Caffarena y Pedro de Mendoza), en el marco del Festival de Tango de Buenos Aires. “El proyecto de este disco de bandoneón sólo me daba vueltas hace diez años, y cuando Ignacio Varchausky me propuso formar parte de la colección ‘El Arte del Bandoneón’, me pareció que tenía que encontrar un concepto para un instrumento que tiene un repertorio solista de sólo algunas décadas, incomparable con los otros instrumentos históricos como el violín o el piano”, detalla el músico nacido hace casi 35 años en Buenos Aires, radicado en Francia hace quince, y formado entre dos estelas del tango contemporáneo y universal: Juán José Mosalini y –el pianista– Gustavo Beytelmann, con quien colaboró durante diez años.
Por ahí, por ambas franjas estéticas, andan entonces sus aires eclécticos. Por la de Beytelmann, de quien Villena se nutrió, entre otras cosas, para abrir el disco con una larga pieza instrumental llamada “Fantasía” y de quien, según él, aprendió a “pensar” la música. “Gracias a él pude conocer a músicos de la primera línea clásica como el violoncelista Henri Demarquette y estar en la misma mesa con grandes maestros del mundo académico europeo. Beytelmann es un compositor sin fronteras”, señala. Y por la de Mosalini, quien lo metió en la senda cuando andaba por los nueve años y le propuso ir a Francia, mientras el joven bandoneonista daba sus primeras vueltas por el circuito porteño. Ambas musas están presentes, de una u otra manera, en un disco exclusivamente poblado por músicas originales para bandoneón. “En mis conversaciones con los compositores salía como una evidencia la necesidad de que el bandoneón sea utilizado de otras maneras que la tradicional –melodía y acompañamiento–, porque sus capacidades son infinitas: puede reemplazar a un clarinete o a un oboe, pero también a un piano, a una sección de cuerdas o a una de vientos”, detalla Villena.
–Porque pone en evidencia una laguna en el repertorio de los bandoneonistas: una pieza que dura casi doce minutos, cuando los bandoneonistas no estamos acostumbrados a tocar temas solistas que duren más de cinco. Esta obra es una síntesis de varios estilos musicales, y es necesario que haya obras de ese relieve en nuestro repertorio y nuestra formación como músicos. Espero que este disco empuje a los compositores a perder miedo sobre cómo escribir para el bandoneón y a los bandoneonistas a aceptar otras formas de escritura, porque pienso que el tango es una síntesis de varias músicas, ¿no? Yo me crié escuchando folklore, chamamé. En mi adolescencia me consagré a sólo escuchar y estudiar el tango, y desde que llegué a Europa descubrí a verdaderos especialistas de la música contemporánea, en fin, pienso que De Caro, Salgán, Pugliese o Piazzolla eran músicos con una cultura musical ecléctica. A veces los músicos de tango perdemos eso de vista y nos encerramos, pero los que crearon esta música escuchaban y estudiaban todo.
Villena, dicho está, vive en Francia desde hace quince años. Y desde hace tres en una pintoresca, artística y soleada ciudad del sur de ese país llamada Aix en Provence, donde nacieron su mujer Amandine y su hija Camila, a quien el bandoneonista dedicó el único tema de factura propia: “Los pasitos de Camila”. “Es una improvisación espontánea que me salió en el estudio de grabación, estaba por grabar los temas de Marcelo Mercadante (‘Vals de Nélida’ y ‘Tal vez’) y me llamó mi mujer para decirme que Camila estaba dando sus primeros pasos. Toqué esa pieza un poco emocionado y Caspar Falke, el técnico de grabación, insistió para que quedara en el disco. La verdad es que me daba un poco de pudor al lado de los otros compositores, pero Caspar insistió: ‘O lo ponés en el disco o la grabación no sigue’”, se ríe Villena.
–Las tres piezas son una sola obra, una minisuite para bandoneón. La primera es un preludio jazzero, la segunda toma elementos de la primera como un “souvenir” y las lleva al tango en los estilos de Pugliese y Federico y la tercera obra está relacionada de manera “fílmica”, no compositiva, aunque las armonías tienen reminiscencias de la primera pieza. Binelli vino a saludarme al camarín luego de un concierto con el quinteto de Sonia Po-ssetti y me dijo: “Te quiero escribir música”; yo le dije: “Por favor, maestro, escríbame un solo para mi disco”, y a los dos meses me mandó por mail las obras con el título: “Víctor, acá está la música, espero que te guste”. Un grande.
Villena, actual bandoneonista de Ute Lemper, inició su periplo bien temprano y su cenit en Argentina fue ganar el pre Cosquín de 1997, tocando solos de Leopoldo Federico. Dos años después, recaló en Francia donde, entre otras cosas, dio conciertos junto a la Orquesta Filarmónica Radio France, la Sinfónica de París, la Stockholm Jazz Orchestra y la Brussels Jazz Orchestra. “Pasé de vivir en José C. Paz, donde me tenía que tomar el tren una hora de ida y otra de vuelta para estudiar o para cualquier ‘bolo’, a vivir en París, estudiar y tomar el metro de una estación a otra para hacer proyectos buenísimos como tocar en el Châtelet, por ejemplo. Pero lo que más me movió fue la libertad con la que trabajan los músicos, sin preocuparse por prejuicios, preconceptos y falsas ideas instaladas en las mentes”, cuenta Villena, que también oficia de profesor de bandoneón en la Universidad de Artes de Rotterdam; además de haber formado el Quinteto El Después, que lleva editados dos discos: Reunión y Calles lejanas, y dirigido María de Buenos Aires en dos oportunidades. “Fue mucha presión para mí, pero leyendo y analizando la partitura general de María... me di cuenta de todo el amor que le puso Astor. La operita está pensada para ser dirigida desde el pupitre del bandoneón, porque los que la tocan con director de orquesta cometen un error de comprensión... creo que muchos músicos ignoran el verdadero valor compositivo de esta operita.”
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