Sábado, 24 de agosto de 2013 | Hoy
MUSICA › ZUBIN MEHTA CONDUCE LA FILARMóNICA DE ISRAEL EN BUENOS AIRES
Hoy, el lunes y el martes, el director indio y la Filarmónica actuarán en el Colón, con diferentes programas, y mañana a las 11 en Puente Alsina, como cierre del Festival de Tango.
Por Diego Fischerman
En 1936 sucedieron, al mismo tiempo, dos cosas sin relación aparente. Por un lado, en lo que más tarde sería el Estado de Israel se fundó la que llegaría a ser una de las mejores orquestas sinfónicas del mundo. Por otro, en la lejana Bombay, nacía el hijo de un director de orquesta llamado Mehli Mehta. La orquesta creada por el violinista polaco Bronislaw Huberman llevó al comienzo el nombre de Filarmónica de Palestina, que luego cambió por el de Israel y fue conducida por grandes artistas como Arturo Toscanini, Leonard Bernstein, Malcolm Sargent y Dmitri Mitroupulos. Zubin Mehta, como su padre, se dedicó a la dirección orquestal. Los destinos de ambos, la orquesta y el músico indio, acabarían unidos hasta el punto de que resultaría casi imposible pensar en una sin el otro.
Zubin Mehta, formado en Viena en las clases de Hans Swarowsky, donde fue compañero de Claudio Abbado, fue el director más joven en conducir las Filarmónicas de esa ciudad y de Berlín. En 1962 comenzó a dirigir la Filarmónica de Los Angeles y desde el año anterior conducía la Sinfónica de Montreal. Durante doce años dirigió la Filarmónica de Nueva York y en 1969, a los 33 años, condujo por primera vez la orquesta de Israel, a cuyo frente estaría en Belén, durante la Guerra de los Seis Días. En 1977 fue nombrado su director musical y, en 1981, como su “Director Musical Vitalicio”. Tan detallista en lo musical como hábil en las relaciones públicas y tan afecto al trabajo meticuloso como a los grandes acontecimientos mediáticos, Mehta no duda en incluir en sus programas de gira obras que muchos de sus colegas considerarían riesgosas –la obra de Gustav Mahler, por ejemplo– ni tampoco en ser parte de shows como el famoso cierre del Mundial de Fútbol de 1990, donde condujo a los “tres tenores”.
La primera vez que Mehta llegó a Buenos Aires fue en 1962, cuando dirigió la Sinfónica del Estado en un concierto en la Facultad de Derecho. En 1978 regresó al frente de la Filarmónica de Nueva York, con la que volvió en 1982. En esa ocasión, además de actuar en el Colón lo hizo en el Luna Park, frente a 10.000 personas. En 1987, no obstante, levantó la apuesta: tocó en la calle, en la intersección de Posadas y la 9 de Julio. Ese frío 10 de agosto se reunieron para participar del rito unas 100.000 personas. Y volvió a tocar en la calle porteña en 2010, al frente de la Filarmónica de Munich. La última vez que estuvo en esta ciudad fue el año pasado, junto a la Orquesta del Maggio Musicale Fiorentino, que conduce desde 1985. En esa ocasión actuó para el ciclo del Mozarteum Argentino, una institución que mucho tuvo que ver con su presencia porteña a lo largo de medio siglo y dedicó públicamente el concierto a Jeanette Arata de Erize, su directora hasta su reciente fallecimiento, el pasado 8 de agosto.
Con la orquesta de Israel vino en 1972, 1980, 1989, 2001 y 2009. Y hoy vuelve a hacerlo. La primera de las actuaciones será esta noche en el Teatro Colón, haciendo Así habló Zarathustra, el poema sinfónico que Richard Strauss compuso en 1896 –y que Stanley Kubrick hizo famoso como banda de sonido del comienzo de 2001, Odisea del espacio–, y la Sinfonía Nº 4, de Piotr Ilich Tchaikovsky. Esta obra, escrita entre 1877 y 1878, muestra, en su primer movimiento, uno de los ejemplos estructuralmente más sólidos no sólo de la obra de Tchaikovsky sino de toda la sinfonía romántica. Su autor, no obstante, escribió, a pedido de su mentora, Nadezhda von Meck, un programa que atribuye al comienzo de este movimiento una relación con el destino, y a la obra, en general, una supuesta ligazón con “la vida como inútil alteración de la dura realidad, con suaves sueños y visiones de felicidad”.
Mañana, a las 11 de la mañana, la Filarmónica de Israel tocará al aire libre y con entrada gratuita en Puente Alsina, en un cierre un tanto forzado del Festival de Tango, justificado en los papeles con la inclusión en el programa de una o dos piezas de ese género, a la que Mehta se vio obligado al enterarse el marco en que su concierto había sido inserto. El concierto, de todas maneras –con o sin tango, con alguna obertura de Verdi, valses de Strauss y una de las suites de Daphnis y Chloé, de Maurice Ravel– será un acontecimiento único. El lunes, nuevamente en el Colón y a beneficio de COAS, la orquesta interpretará la Sinfonía Nº 1 de Johannes Brahms y la Nº 7 de Antonin Dvorak y, en esa misma sala, el martes cerrará su periplo con la Sinfonía Nº 40 de Wolfgang Amadeus Mozart y la Nº 5 de Gustav Mahler.
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