El sur tiene un silbo, palíndromo del viento que aroma toda la estepa y adquiere un lenguaje distinto en los pájaros. Naturalizados en esa dialéctica de la belleza, nos fuimos conformando hace más de diez años en diferente puntos de Patagonia, como dijera Galeano, “en un mar de fueguitos”: Trelew, Esquel, Comodoro Rivadavia, Rada Tilly, Pico Truncado, Neuquén, juntos en favor de la infancia y en la porfía de una música en la que quepemos todos. Interpelando formas convencionales de sonar y asumiéndonos como educadores, subjetividades sibilantes de una memoria que retoza en el patio en una vereda. Moldeando líneas teóricas en tensión a las convenciones hegemónicas, girando en sentido del “huso y la tortera” (herramientas para el hilado de la lana) en colores y oralidad de un pueblos originarios que resiste su sonido en la urbe.

Todos estos espacios han permitido otras posibilidades de escuchas y formas de circulación de los grupos, educadores y de sentidos locales, formando grupos de música para chicos, programas de radio, pedagogos. Que los que participan en las actividades crucen 600 km al oeste, 400 al sur, para llegar a ser parte del encuentro, hace pensar que la distancia es solo un cuestión de pájaros. Lejos de toda cartografía, la simultaneidad de este Primer Encuentro de Música y Educación, hace pensar en que es posible federalizar los sentidos, hilvanar las prácticas comunitarias emergentes, de los institutos de formación y centro culturales.

Como órgano fonador y fundador de esta iniciativa sin precedentes, por su dimensión y sus características, el Momusi será un viento perfumando con sus educadores de buen cielo.

* Músico y organizador del encuentro en Rada Tilly, Chubut.