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Miércoles, 4 de junio de 2008

DANZA › UN FESTIVAL PARA TOMARLE EL PULSO A LA ESCENA CONTEMPORáNEA

“No hay una sola manera de crear”

Habrá 52 espectáculos, doce sedes, doce compañías internacionales, conferencias, mesas y presentaciones en Córdoba, Mendoza, Neuquén y La Plata. Sus responsables pintan un panorama en el que, pese a todo, hay un notorio crecimiento.

 Por Alina Mazzaferro

En 1998, cuando todavía no existía Prodanza ni una ley municipal dictada con el objeto de promover la creación en el campo de la danza, cuando todavía para muchos hablar de danza contemporánea era hablar de “algo raro y para pocos”, un grupo de coreógrafos, con Margarita Bali a la cabeza, decidió juntarse para convocar colegas, programar ciclos y reunir fuerzas para reclamar una ley de danza y un presupuesto oficial para el desarrollo de esta disciplina en la ciudad de Buenos Aires. El objetivo se logró y, lejos de disolverse tras esta primera conquista, este grupo inicial sembró una semilla que durante una década fue germinando. Hoy se cumplen diez años de la creación de la Asociación de Coreógrafos Contemporáneos Independientes Cocoa-Datei, lo que no es poco teniendo en cuenta que se trata de una agrupación totalmente autogestiva, dirigida por artistas que no sacan rédito alguno de su tarea más que la gratificación resultante de haber contribuido a la difusión de nuevas obras, grupos independientes y creadores noveles.

Tal hazaña merecía su fiesta, por eso desde hoy y hasta el 31 de julio, Cocoa festeja su décimo cumpleaños con un festival que reunirá espectáculos nacionales e internacionales, talleres, conferencias, encuentros con artistas y proyecciones de video. Lo curioso de este evento es que no ha tenido curaduría; eso significa que todo grupo que se haya postulado para participar tendrá su lugar, esté o no asociado a Cocoa. El resultado es un festival con una oferta más que amplia: 52 espectáculos, doce sedes, una docena de compañías internacionales, una veintena de conferencias teóricas, mesas de reflexión acerca de la labor en danza y la extensión de este festival porteño a otras ciudades, pues Córdoba, Mendoza, Neuquén y La Plata también recibirán a las agrupaciones extranjeras.

Semejante despliegue (organizado por Gabriela Romero, Carolina Herman, Liliana Tasso, Ana Giura, Vivian Luz, Ana Paula Esteban, Eleonora Cornelli, Carla Bredichevsky, Valeria Pagola y Sabrina Cassini) pudo ser posible por el apoyo de Prodanza y especialmente de Iberescena, que ha permitido convertir el festival de Cocoa en un evento nacional con participaciones internacionales, costeando los gastos de los visitantes extranjeros en su recorrido por el país. Entre estos últimos se encuentran los españoles Erre que Erre, A Tempo Danza y Paz Rojo, la peruana Mirella Carbone, los brasileños Marcela Levi, Helena Vieira y Gustavo Ciríaco, los mexicanos Javier Contreras Villaseñor y Quiatorra Monorriel, la compañía franco-argentina De la Mentira y el holando-argentino Diego Gil. Carolina Herman, integrante de Cocoa, fue la responsable de la organización del bloque internacional del festival. “Seleccionamos grupos extranjeros que funcionaran de modo autogestivo, como lo hacemos nosotros. Es decir que pudieran aceptar que no los íbamos a buscar en un remise y alojar en un hotel cinco estrellas, sino que los buscaría yo en mi camioneta rota. Pero que sean independientes y trabajen a pulmón no significa que por ello sean menos valiosos”, explica la actual presidenta de Cocoa, Gabriela Romero.

Por su parte, la oferta nacional del festival es por demás variada: propuestas de coreógrafos-maestros con amplia trayectoria, como Roxana Grinstein, Teresa Duggan, Vivian Luz, María José Goldín, Silvia Pritz, Ana Garat. Otras de reconocidos jóvenes de la danza local más reciente –Edgardo Mercado, Silvina Grimberg– y de otros nombres que de a poco van resonando en la escena porteña, promotores de la experimentación en danza –Carolina Herman, Valeria Pagola, Mariela Ruggeri, Inés Armas, Natalia Tencer, entre otros–. Finalmente, habrá propuestas de creadores noveles, muchos de ellos recién egresados del IUNA, que aprovechan esta oportunidad para presentar sus primeros trabajos.

Danza en su estado más puro, danza-teatro, danza combinada con multimedia... Habrá para todos los gustos. “La pluralidad estética es una característica de Cocoa”, afirma Vivian Luz, miembro de esta asociación desde sus inicios. “No hay una sola manera de crear, por eso convocamos a todos los grupos independientes. Además, en esta ciudad es mucho más sencillo conseguir espacio para estar arriba de un escenario si hay una asociación detrás, sobre todo para los más noveles. Esa es una de nuestras principales tareas.” “A veces en la danza hay bastante egoísmo –sigue Teresa Duggan, otro miembro fundador y ex directora de Cocoa–; cuando el coreógrafo consiguió un nombre, teatros y plata para crear a veces se aleja de la asociación porque ya puede caminar solo. No hay que olvidarse de la importancia de tener una asociación de coreógrafos, abierta, donde se apoyan y escuchan todos los proyectos.”

A diferencia de otros festivales y ciclos locales dedicados a la danza, uno de los puntos fuertes de este evento es el acento que ha puesto en la producción teórica, organizando mesas redondas y conferencias, abiertas al público y gratuitas, para reflexionar acerca de la identidad del género, su público, el fomento de la introducción de los niños y jóvenes a este lenguaje, los avatares de la gestión independiente y la crítica de danza, entre otros temas que le conciernen a bailarines, coreógrafos y espectadores. “Nuestra intención es que se empiece a escribir sobre danza. En la UBA y en el IUNA se estudia la historia de la danza argentina, pero no tienen material escrito sobre ello. Vemos esa deficiencia y estamos haciendo mucho hincapié en valorizar y analizar las obras o entender qué sucedió a nivel coreográfico en décadas pasadas”, explica Romero. “No es verdad que los bailarines no tengan interés en pensar acerca de lo que hacen. Ese es un mito alentado en estos tiempos por un programa de televisión que considera a la danza como mero entretenimiento y al cuerpo como una vulgaridad”, aclara, con dardos claramente dirigidos al circo de Marcelo Tinelli.

No caben dudas de que la danza es mucho más que el show de las colas y las tetas. Sin embargo, esto no estuvo claro desde siempre para quienes debieron ocuparse históricamente de la cultura de la ciudad porteña. “Yo vivo estos diez años de Cocoa como algo milagroso, después de todo lo que nos costó al comienzo que un legislador entendiera lo que estábamos proponiendo”, recuerda Vivian Luz. Luchar por la ley municipal de fomento a la danza independiente y la creación de Prodanza, encargada de esta tarea, han sido algunos de los objetivos cumplidos por Cocoa. Aun así, todavía no es tiempo de bajar la guardia. Cocoa se encarga de velar por el presupuesto destinado a la danza independiente (que se achica cada vez más a medida que aumenta el costo de vida) y por su festival bianual, organizado por el Gobierno de la Ciudad (que retomó la iniciativa de Cocoa de 1998 y la hizo propia, aunque la promesa de la bianualidad quedó en “meras palabras que se las lleva el viento”, según relata Romero). Además, actualmente la asociación reclama una sala propia y una dirección de danza dentro del Ministerio de Cultura de la ciudad: según Romero, “recurrentemente fuimos a hablar con los ministros de la ciudad de turno y no están al tanto de la problemática de la danza y hay que repetir lo que necesitamos. Si hubiera una dirección a cargo del área se facilitaría todo”.

Para Romero, la danza contemporánea independiente es como una pequeña y frágil plantita que luego de regarla durante un tiempo, a través de una política de subsidios, ha obtenido sus frutos. En la actualidad, atrae a una gran cantidad de público y copa numerosos teatros del circuito off de Buenos Aires. A pesar de que el panorama ha cambiado desde 1998 hasta hoy, aún hay mucho por hacer en Cocoa. Así lo entiende su actual presidenta: “Ser coreógrafo de danza contemporánea aún no es una profesión rentada, sino por amor a la danza”. La asociación aún tiene en el tintero varios proyectos, como el de llevar la danza a las escuelas, realizar un documental que registre los grupos que participan de los encuentros y, principalmente, mantener el festival en el tiempo, propiciando el intercambio no sólo entre los creadores de la Ciudad Autónoma, sino también entre éstos y los de las provincias. “Fue lo único que nos faltó para esta ocasión, porque traemos invitados de afuera para difundir su obra, pero no pudimos apoyar a nuestros propios coreógrafos para que recorran el país. Pedimos apoyo al Instituto Nacional del Teatro para hacerlo, pero éste rechazó el proyecto. Lo que ocurre es que el subsidio de Prodanza es para la ciudad de Buenos Aires y el de Iberescena, para eventos internacionales. No tuvimos apoyo a nivel nacional.” Una nueva piedra en el terreno, pero ésta ya no asusta al bailarín perseverante. Al contrario, lo motiva: Cocoa ya tiene otra meta más para que seguir de pie, bailando, camino a sus próximos diez años.

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Efecto invernadero, de Marisa Quintela, en el Centro Cultural Borges.
 
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