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Miércoles, 4 de junio de 2008

DISCOS › BATEA

Queremos tanto a Miles

Todo lo hecho por Miles Davis a partir de su abrazo a la tímbrica del rock y a ciertos usos rítmicos del soul y el funk está, hasta cierto punto, maldito. El público ortodoxo del jazz lo maldijo y el rock, salvo en el caso de algunos visionarios, nunca terminó de bendecirlo. Pero en todo ese cuerpo en el que hay piezas notables, empezando por los fundantes In a Silent Way, Bitches Brew y Jack Johnson, hay dos discos aún más demonizados que los otros, el último que editó antes de retirarse por cinco años, en 1975, y uno de los que marcaron lo mejor de su breve regreso. El primero de ellos, Pangaea, incluía dos obras, cada una de las cuales abarcaba un disco entero, y una de las pruebas acerca de su conflictiva recepción es que el álbum nunca se reeditó en EE. UU. hasta su publicación en CD. Allí tocaban Sonny Fortune en saxos y flauta, Pete Cosey en guitarra eléctrica, sintetizador y percusión, Reggie Lucas en guitarra eléctrica, Michael Henderson en bajo eléctrico, Al Foster en batería y el percusionista Mtume. El disco, casi gemelo de Agharta –ambos grabados en vivo en Japón, en el marco del Festival Hall de Osaka, el 1º de febrero de 1975– es, en todo caso, no sólo un documento de la finalización de un ciclo sino también una rarísima joya, cuya genialidad, tal vez, resulte visible recién ahora. We Want Miles, grabado en Boston, en el Avery Fisher Hall de Nueva York y también en Japón, en 1981, y editado el año siguiente, también está entre lo menos transitado de un músico mucho más nombrado que conocido. Aquí, algunos elementos persisten de su estilo pre-retiro, pero hay, también, una especie de vuelta a la idea de organización a partir de la alternancia de pasajes grupales y momentos claramente solistas, que había abandonado a comienzos de la década anterior. El equipo aquí está entre los mejores posibles: el saxofonista Bill Evans –a quien no hay que confundir con el célebre y genial pianista que también tocó con Miles, pero más de veinte años antes—, Mike Stern en guitarra eléctrica, Marcus Miller en bajo eléctrico, Al Foster en batería y Mino Cinelu en percusión. Y ambos álbumes, Pangaea –que conserva su formato de álbum doble– y We Want Miles, que durante años fueron casi imposibles de conseguir, inclusive en EE. UU., acaban de ser editados aquí por Sony-BMG, como parte del ambicioso plan de publicación integral de todo lo grabado por Miles Davis para Columbia, con excelente sonido, buena presentación y precios accesibles.

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