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Viernes, 3 de abril de 2009

CULTURA › ENCARTA DEJARA DE FUNCIONAR EN OCTUBRE

Las enciclopedias también van al cielo

Después de 16 años, el emprendimiento de Microsoft quedará cancelado, derrotado por el avance irremediable de Wikipedia. En los noventa, las entradas de la Encarta gozaron de gran popularidad y reinaron en el copy-paste escolar.

 Por Facundo García

“Enciclopedia” viene del griego Kyklos paideia, que significa “instrucción en círculo”. Aprender en ronda no parece una actividad destinada a hacerse a solas, ni aisladamente; y la Encarta ha pagado caro el precio de no interpretar esa pista etimológica. En su página oficial se lee que ante la certeza de que “la gente hoy busca y consume información de maneras considerablemente diferentes a las del pasado reciente”, la compañía ha decidido retirarse de una compulsa en la que Wikipedia tenía todas las de ganar. El emprendimiento de Microsoft quedará cancelado en casi todo el mundo el próximo 31 de octubre, aunque ya desde junio no se comercialice ninguno de los productos vinculados a la obra. El final estaba cantado: ¿será la señal para que empiece una nueva etapa?

El site Techcrunch.com fue uno de los primeros que se hizo eco de la noticia, y no ahorró en ironías. “Microsoft cerrará Encarta. Léalo en Wikipedia”, tituló. La broma se refería a que en el artículo que Encarta tiene sobre sí misma no se menciona su crisis, un dato que sí puede encontrarse en la Wiki. El hecho clarifica la diferencia que inclinó la balanza. Mientras la gestión encapsulada de noticias “a la siglo XX” encuentra dificultades para seguirle el paso a una realidad vertiginosa, los emprendimientos basados en aportes de una comunidad de usuarios no paran de crecer y están alterando el paisaje cultural de millones.

Así se va un clásico que se sostuvo durante dieciséis años. Si en 1993 la llegada de aquellos CD con sonido, música y videos decretó la muerte de un largo período dominado por la vieja Enciclopedia Británica –que ocupaba poco menos que una habitación–, hoy su despedida confirma que los tiempos en que se podía ofrecer información útil a partir de una interacción mínima con los usuarios se acabó. Recapitular el proceso ayuda a captar su velocidad: en los noventa, las entradas de la Encarta gozaron de gran popularidad y reinaron en el copy-paste escolar. Más tarde llegó el DVD, y la difusión de Internet agregó la posibilidad de conseguir actualizaciones y leer por la web. Con el crecimiento de los posteos on line, el usuario se liberó de tener que conseguir discos para acceder a los artículos. Para el 2000, varias enciclopedias importantes, como la Compton’s, la Británica, la World Book o la propia Encarta comenzaron a subir material a la Red con un sistema que sólo permitía el acceso completo a aquellos suscriptores que pagaran una cuota.

Suscriptores que, en este caso, recibirán de vuelta su dinero con motivo de la suspensión del servicio. El hundimiento había empezado a hacerse sentir en 2001, cuando la peor pesadilla de quienes dominaban el mercado de “libros de consulta digitales” se hizo realidad. Un gigante bonachón, Wikipedia, apareció invitando a todos a editar y redactar artículos, garantizando la gratuidad de sus contenidos. Patrocinado por la Fundación Wikimedia, el proyecto se disparó hasta superar los doce millones de artículos. Actualmente hay 2,8 millones en inglés y 458.546 en español, contra sólo 43.000 de Encarta. Wikipedistas de diferentes países fueron sumando su granito y, aunque en un primer momento las imprecisiones y los vandalismos eran moneda corriente, la experiencia permitió ir corrigiendo errores hasta conquistar al grueso de los internautas.

En contraste, la estrategia de mantener cerrados los caminos de participación arrojó resultados catastróficos para la empresa de Gates y sus “clientes”. Encarta se había montado sobre la Funk & Wagnalls, una colección impresa en Estados Unidos, lo que desde el principio despertó críticas por el escaso rigor con el que enfocaba la situación de las naciones más pobres. La respuesta fue recurrir a compiladores especiales para cada una de sus versiones: norteamericana, británica, francesa, alemana y española, entre otras. Fue peor. En 1999, una investigación de The Wall Street Journal demostró que con la intención de dar “satisfacción total” a los clientes, los textos de la Encarta variaban su enfoque de acuerdo al país de edición. Para rematarla, el entonces director de marketing de Microsoft para Europa, Richard Lindh, declaró que si se buscaba la batalla de Waterloo en la distribución inglesa y en la francesa se obtendrían “versiones bien distintas acerca de muchas cosas. Por ejemplo, quién ganó”. Y lo más cuestionable era que el sistema no permitía la discusión abierta entre las diferentes posturas. O si la permitía, la conclusión quedaba sujeta al arbitrio de la corporación.

Nadie podrá negar que el comunicado de Microsoft es sincero, al menos en lo que se refiere al modo en que sus ejecutivos conciben el conocimiento. Mientras Jimbo Wales, fundador de Wikipedia, no se cansa de repetir que el objetivo de máxima es “crear y distribuir una enciclopedia libre, de la más alta calidad posible, a cada persona del planeta, en su idioma” para lograr “un mundo en el que todos tengan acceso libre a la suma del saber”, Encarta da su adiós avisando que “como parte del objetivo de Microsoft de ofrecer los recursos más eficaces y atractivos al consumidor de hoy, se ha tomado la decisión de abandonar el negocio de Encarta”.

MSN Encarta se cancelará en todo el mundo el 31 de octubre de 2009. En Japón será interrumpida el 31 de diciembre de 2009. Después de esas fechas las páginas no estarán disponibles, y ya desde junio se dejarán de vender todos los productos de la línea. En tanto, Wikipedia difundió que se prepara para almacenar más material multimedia en un servidor principal que multiplicará por veinticuatro los dos terabytes de capacidad que tenía a principios de 2008. Abran paso.

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La muerte de Encarta certifica el cambio de paradigma en la difusión del conocimiento.
Imagen: Daniel Jayo
 
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