Miércoles, 14 de septiembre de 2016 | Hoy
CULTURA › ENTREVISTA A LA ESPAñOLA ARANTXA MELLADO, ANALISTA Y CONSULTORA EDITORIAL
Especialista en mercados digitales, fundadora y directora de DataLibri, analiza la coyuntura: “La forma de producir un libro ha variado muy poco; lo que más ha cambiado es la difusión”, dice, y subraya que el principal desafío del editor es la “visibilidad”.
Por Silvina Friera
El mundo siempre está cambiando, pero en la última década ese cambio fue más vertiginoso. El editor del siglo XXI tiene que abrir la mente, los ojos y los oídos para ver más allá de su quehacer profesional. “La forma de producir un libro ha variado muy poco; lo que más ha cambiado es la difusión del libro gracias a Internet. En estos diez años han cambiado tanto los hábitos que el editor tiene que adaptarse a las nuevas tecnologías para producir contenidos y adaptar esos contenidos a los nuevos dispositivos, a las nuevas formas de leer, a las nuevas exigencias y necesidades de los lectores”, advierte la española Arantxa Mellado, analista y consultora editorial especializada en mercados digitales, fundadora y directora de DataLibri, empresa dedicada al análisis y gestión de metadatos editoriales, que trabajó como editora para Emecé y Salamandra en los años de Harry Potter. “Abriendo camino: nuevas fronteras, nuevos lectores”, es el seminario que dará Mellado hoy y mañana en el auditorio Leamos (Costa Rica 5639), invitada por la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP). “Uno de los grandes mercados que debería aprovechar el editor argentino es el norteamericano. El español está de moda en Estados Unidos y las ventas han subido mucho –recomienda la especialista–. Pero sólo se puede aprovechar si se digitalizan los contenidos porque entonces todos los problemas de distribución desaparecen”.
Mellado, autora de Actualidad Editorial –blog de tendencias internacionales sobre edición– y profesora en el Master de Edición de la Universidad Autónoma de Madrid, dice que cada que vez que hay un cambio en la tecnología “se despiertan las voces apocalípticas que pronostican el fin de lo que sea”. “La experiencia demuestra, en todos los ámbitos, que no hay extremos y que cuesta mucho la transición entre una tecnología y otra. La imprenta de Gutenberg tardó mucho más de lo que se cree en imponerse, exactamente lo mismo va a pasar con el libro digital: va a convivir con el libro en papel durante mucho tiempo”, plantea la especialista en la entrevista con Página/12.
–¿Por qué el crecimiento del libro digital es lento en España y en Latinoamérica?
–Hay varias explicaciones. En el caso de España, que creo que es muy parecido al de Argentina, una de las razones por la que el libro digital no crece es la piratería. Los editores tienden a ponerse muy catastróficos y acaban echándole la culpa de todos los males a la piratería, pero no es así. Es cierto que es un factor importante a la hora de frenar el crecimiento. Piensa que uno de los grandes errores que se han cometido con la distribución de los contenidos en Internet ha sido el “todo gratuito”. No estamos acostumbrados a pagar por el contenido digital, pero sí pagamos por el contenido en papel. Otro factor que también ha frenado el crecimiento ha sido el precio. Durante mucho tiempo los editores españoles han estado poniendo precios que se han demostrado demasiado altos. Si el lector español no está acostumbrado a pagar por los contenidos y se encuentra con el que el precio del libro electrónico es casi el mismo, la reacción es siempre negativa.
–¿El libro digital tiene que ser mucho más barato que el libro en papel para lograr que crezca sostenidamente?
–No hace falta que sea mucho más barato, pero sí tiene que ser más barato, al menos un 40 por ciento más barato. También depende el libro, no podemos poner en la misma cesta al libro académico que al libro de narrativa. Ni se puede poner en el mismo grupo a la narrativa erótica, por ejemplo, que es de consumo rápido, que a la alta literatura. Las ventas ya no se centran al cien por cien en las librerías. Los editores dejan de ser locales para volverse internacionales. Hay que ser visible, la competencia cambia. Todo aquel que es capaz de crear contenidos se convierte en editor y como tal es capaz de vender en una librería. Como en las librerías virtuales cabe todo, uno tiene que competir en ventas con millones de libros. El editor tiene que tratar su libro de forma diferente para que sea visible entre esa enorme cantidad de libros contra los que compite.
–¿Cuáles son las plataformas en las que un editor tiene que estar sí o sí?
–En cualquier lugar en que haya un lector dispuesto a comprar. No hay una plataforma en concreto. Si tú como editor lo que estás publicando es fantasía histórica, tienes que estar en aquellos lugares donde hay lectores de fantasía histórica. Además de estar en Amazon, en Apple, en Google, en todas las librerías del mercado, en las redes sociales de libros o en clubes de lectura, donde se hable de esos libros, en plataformas de suscripción y en las bibliotecas. Las bibliotecas son un canal fundamental para la lectura on line. En España está creciendo mucho la lectura on line a través del préstamo bibliotecario, que se convierte en una nueva fuente de ingresos muy interesante para el editor. Cuando hablamos de canal de venta, ya no hablamos sólo de librerías físicas ni de librerías on line; va mucho más allá.
–¿Qué opina de Amazon, que suele ser visto como el “demonio” de estos tiempos?
–Es normal que parezca el demonio cuando tiene el 70 por ciento del mercado –y en algunos países hasta el 80 por ciento– y está barriendo del mapa a todos sus competidores, con todo el peligro que un monopolio entraña. Si Amazon logra el monopolio de la venta, va a ser quien fije los precios y tendrá la capacidad de decidir qué libros se venden y qué libros no. Cualquier monopolio es muy peligroso en el mundo de la edición y en cualquier industria. Pero a Amazon hay que reconocerle las cosas buenas: ha sido el gran impulsor de la venta y el consumo digital en todo el mundo. Mi recomendación a los editores es vender en todas las tiendas posibles, no sólo en Amazon. Respeto mucho la valentía de aquellos editores que se niegan a vender en Amazon y que sólo venden en otras librerías. No sé si son valientes o suicidas… El tiempo lo dirá.
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