Nada lastima tanto como el fuego amigo. George Lucas también lo sabe: en la comunidad de fans de Star Wars, es casi un lugar común regodearse en el rechazo mancomunado hacia los Episodios I, II y III, la llamada “trilogía de precuelas” de la saga. Que son lentas. Que son frías. Que se exceden con los recursos digitales. Que son aburridas. Que están mal actuadas. Que hasta sus propios protagonistas –Natalie Portman, Ewan McGregor– las cuestionan ante la prensa cada quince días. Y que, justamente, fueron las últimas que dirigió y produjo Lucas antes de vender la franquicia, en 2012, al oro de Disney (el séptimo episodio, The Force Awakens, del año pasado, ya fue obra de los felices, nuevos dueños). Ese cuestionamiento freudiano y tenaz de los fanáticos hacia el creador de aquello que tanto aman es el eje del flamante documental The Prequels Strike Back: A Fan’s Journey , que estará disponible online a partir de hoy en Prequelsstrikeback.com/film. Construido a partir de opiniones de fans, como una suerte de talk show editado, The Prequels Strike Back… parte desde las razones generacionales del hostigamiento hasta llegar a cierta defensa, sino rescate, de las mentadas precuelas. Y al tratarse de un documental de financiación colectiva sienta todo un precedente: aquello que antes era mera carne para foros virtuales, ahora puede convertirse en una película. Una de carne, hueso y sables láser. A partir de la premisa de The Prequels Strike Back…, eso de que nadie siente más odio hacia (algunas películas) de Star Wars que los propios fans, Página/12 entrevistó al estadounidense Bradley Weatherholt, director del documental.

–Está bien hablar de parricidio… Ciertamente hay una relación edípica entre los fans y el padre de la saga. Las precuelas narran una tragedia: la caída en desgracia de Anakin Skywalker. Lo loco es que, al mismo tiempo, todo lo que pasó con las precuelas terminó por ser, en muchos aspectos, la tragedia de Lucas. Su caída en desgracia ante los fans, y diría, ante el público del cine contemporáneo en general, fue justamente a partir de las precuelas. Y fue una de las motivaciones que tuve para hacer la película.

–Si vas a hacer un largo documental, hay que asegurarse de tener material para mantener el atractivo de la película. Afortunadamente, el caso de las precuelas, con todo lo que se ha dicho en Internet, brindó un montón de material y pudimos adaptar la discusión al formato de documental. La conversión de un debate en Internet en película resultó sorprendentemente fácil: en muchos sentidos, Internet es como el antagonista de la película.

–Me cuesta mucho pensarlo así… Me da un poco de vergüenza, también… Admito que me he preguntado, con mucha curiosidad, qué van a pensar en Disney sobre mi película. No sé dónde se ubicaría en el canon de Lucas. Creo que hay mucho contenido valioso para cualquier seguidor de Star Wars, tanto para los fans acérrimos del universo expandido de la saga como para el espectador ocasional.

–Lo consideramos. Pero a medida que la película fue tomando forma y que fueron ganando fuerza los testimonios recogidos, me pareció mejor poner el foco en el análisis crítico de las películas por parte de los fans, que en los actores que ya hemos visto delante de cámara. Por supuesto que se menciona el elenco de las precuelas, pero el enfoque que realmente gravitó fue el que tuvo que ver con Lucas y su pasado.

–Lo que hace única a Star Wars es el tapiz mitológico que conforman todas sus películas. Incluso si no amás las precuelas (o, directamente, si no te gustan), valoro lo que brindan a la hora de apreciar la saga como conjunto. La película tiene varios puntos de discusión y miradas, pero tal vez el argumento más importante es que hay que ver la saga como un todo y considerarla una obra completa, sin hacer el corte entre las distintas trilogías. Cuando uno minimiza algunas películas, se pierde la posibilidad de entender el mosaico que conforman todos los episodios.