Mié 18.06.2014
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HISTORIETA  › CLAIRE LATXäGUE, PROMOTORA DE LA PRESENCIA ARGENTINA EN EL FESTIVAL LYON BD

“Quiero mostrar material arriesgado”

La francoespañola viajó a la Argentina para hacer su tesis sobre Quino y, al conocer a los autores de fanzines de historieta, quiso editarlos en Francia. A través de su editorial Insula publicó a Diego Agrimbau y Dante Ginevra y pronto seguirán Gustavo Sala y Pedro Mancini.

› Por Andrés Valenzuela

Desde Lyon

Detrás de la presencia argentina en Lyon BD hay una promotora incansable de la historieta nacional. Se trata de la francoespañola Claire Latxägue, oriunda de Barcelona pero criada la mayor parte de su vida en Francia. Latxägue es traductora, pero también especialista en historieta argentina (sus tesis de grado y de posgrado están dedicadas a Mafalda y Quino, por ejemplo). Además, decidida a promover las viñetas argentinas en el mercado francobelga, abrió su propia editorial, Insula, que comenzó su derrotero en septiembre del año pasado publicando Le degout, es decir El asco, de Diego Agrimbau y Dante Ginevra. Pronto, confía, le seguirán títulos de Gustavo Sala y Pedro Mancini. Aunque este año ya no trabaja directamente en la organización del festival de la ciudad, sí aportó sus consejos para la selección de artistas y retornó a Lyon para oficiar de guía y traductora de muchos de los argentinos, antes de asumir su rol de docente e investigadora en la universidad de Montpellier, el próximo semestre.

En un aparte de una de las actividades, Latxägue analizó con Página/12 la presencia de los historietistas argentinos en el festival y su potencial dentro del mercado francés. “Al final del festival del año pasado, el balance había sido muy bueno y este año hay más actividades”, consideró y señaló la presencia de dos muestras paralelas al festival, varias charlas y una master class de Eduardo Risso. “Quizás el año pasado eran la novedad y había más efervescencia, pero este año tienen más lugar”, arriesgó.

Para poner en contexto al lector argentino, la especialista propone una semblanza del festival Lyon BD. “Lo primero que quiere es que durante un mes toda la ciudad, e incluso algunas limítrofes, tengan actividades de y sobre historieta”, plantea y compara –inevitablemente– con su par de Angouleme, que concentra toda su actividad en un fin de semana. “También se busca todo tipo de público y se mezclan distintos tipos de historieta y espectáculos”, continúa y destaca los cruces con el teatro. “Los dibujantes interactúan con los actores y eso es algo que quieren seguir promoviendo, porque lo ven como su punto más original.” Además, Lyon BD establece lazos bianuales con distintos países. “Pero intenta mantener esos vínculos, y si vienes, ves que en los años siguientes vuelven autores que han conocido en otro momento y no estarán en el centro de la acción, pero los de Québec siguen viniendo.”

–¿No supone cierta dificultad, para que el público lyonés se interese por su obra, que aún no estén editados?

–Es cierto que son gente menos conocida, o desconocida, pero me parece importante que un festival dé la palabra a gente que aún no ha sido editada. De hecho, este año habrá por primera vez un encuentro sobre fanzines y microediciones, y me parece que ésa es una novedad del festival que es muy buena. Ahí participará Pedro (Mancini) y compartirá experiencias con gente de Africa, de Québec, otro francés. O sea que podrán compartir con experiencias que tienen mucho en común, pero también desde lugares diferentes. Eso me parece muy fructífero, más que sólo reunir a argentinos a hablar de la Argentina.

–¿Cómo llegó usted a ser editora de historieta argentina?

–Porque fui a la Argentina para mi tesis sobre Quino, una investigación en la que me tuve que sumergir en los archivos de la Biblioteca Nacional y también la del Congreso. Ahí, leyendo las revistas descubrí a los autores argentinos y quise ver cuál era la producción de ese momento, porque por entonces la Fierro aún estaba volviendo a salir. Fui al festival Viñetas Sueltas de 2009 y ahí empecé a conocer tanto a la gente de la onda de los fanzines como a la editada en Francia. Y quise que su obra se conociera en Francia.

–¿Cuál fue la reacción al primer libro de Insula en la calle?

–El asco a algunos libreros les ha encantado y lo han promovido muy bien, pero siempre me dicen que es un libro del que hay que hablarle al lector para que lo compre. No es de los más atractivos a nivel de factura. Pero cuando empiezan a explicar que es historieta argentina, de un autor inédito, la gente se interesa. Y lo que funciona es el boca a boca. Y lo que sucede es que a la gente no le gusta nada la historia o le encanta totalmente, porque es muy radical. Eso es lo que yo quería mostrar: cosas que sorprenden y una narración que es muy original y también muy arriesgada.

–¿Y se encuentra ese riesgo en la historieta argentina contemporánea? ¿Cómo la describiría?

–Lo que veo y me hace mucha ilusión es que estaban los jóvenes que hoy tienen 40 años que empezaron autoeditándose y hoy se reencontraron en la nueva Fierro o publican en Francia. Y quienes me decían “¿pero cómo es que vos te interesás por esos muertos de hambre de los chicos de los fanzines?”, confiaba en que tenían mucho talento, y de repente surgieron otras editoriales que empezaron a producir libros y preguntarse qué debemos publicar, cómo se hace un libro, cuál es el plan. Con las limitaciones que hay en la Argentina respecto del papel, que no hay mucha variedad, claro, pero pensaron que había que hacer libros y proyectos. Y de vez en cuando los chicos me envían un artículo y veo que a los “autores muertos de hambre que nadie conocía” ahora les hacen entrevistas en Página/12. Y no es que hayan comenzado a publicar en el extranjero, sino que desde su posición han conseguido crear su espacio y dar a conocer un tipo de creación que no era el tradicional.

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