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Ella se pasea derribándolo todo con sus rayos. Gigante, portentosa, bam, bam, bam y todo estalla, mientras unos pajarillos azules furiosos revolotean esquivando los haces que salen de la palma de su mano. Una maravilla retro –con coloreado a puntitos y todo– de esas que salen de la mente privilegiada de Lucas Varela. Un homenaje a viejas películas, de cuando las mujeres eran biónicas, crecían y se llevaban puesto todo en el cine que se hacía cargo del nuevo rol que ocupaban ellas terminada la segunda Gran Guerra. Esa es la tapa de la revista Fierro, que llegará mañana a todos los kioscos del país de la mano de Página/12. Se trata del número 109 de una de las publicaciones esenciales de la última década de la historieta argentina.

En este número empieza a prepararse el terreno para la temporada 2016 de la publicación. Por un lado, concluyen dos de las principales series de los últimos tiempos: El día más largo del futuro, del propio Varela, es una de ellas. La fábula muda de peripecias sci-fi, clase magistral de narrativa en imágenes, termina con un estallido de una veintena de páginas, como para saciar –al menos por un tiempo– las ganas y la necesidad que los lectores pudieran tener del notable dibujante.

Otra que termina es Borges, inspector de aves, esa exuberancia de imaginería y figuras que propuso el otro Lucas de la revista, el Nine, a lo largo de meses y meses. Este noviembre los lectores encontrarán el desenlace de la tercera etapa de este policial –a la vez clásico y demencialmente surrealista–. ¿Estará finalmente resuelto el combate entre Borges y su archienemigo Oliverio o 2016 traerá un nuevo cruce entre ambos contendientes?

Otra más sobre Lucas Nine: además de llegar a los kioscos como parte de la revista, el muchacho inaugura mañana al mediodía la exposición “Concierto de pianola” en la sede del Museo del Humor, en la vieja cervecería Munich (Av. de los Italianos 851, Costanera Sur). Allí promete que habrá dibujos, historietas y bocetos. Considerando su larga y notable trayectoria como animador, ilustrador e historietista, es una ocasión que convendría atender.

Por otro lado, uno que está “ahí” de terminar es El esqueleto, la epopeya vegano-postapocalíptica que Salvador Sanz pergeñó hace años en su primera publicación notable (el fanzine Catzole) y que reimaginó para los lectores del siglo XXI. Las páginas que se ofrecen acá son las penúltimas de la historia y, como anticipa el jefe de Redacción de la revista Lautaro Ortiz “la pregunta no es quién ganará, si carnívoros o herbívoros, la pregunta es quién sobrevivirá porque la parca ya puso al mundo a jugar su juego a partir de un virus desconocido”. Decir que está grandiosamente dibujada, que Sanz ensucia la tinta para recordarnos que el horno no está para bollos, no alcanza para dar cuenta de lo que su lectura puede generar en los seguidores de la revista.

Claro que la revista no se limita a estos tres autores. Como siempre, Juan Sasturain ofrece sus contraindicaciones y ahí cerquita está el chiste de Pluma de Palomo. Y el propio Sasturain reaparece páginas más tarde con el marplatense Juan Carlos Quattordio, para seguir dándole viñetas de vida a su particular héroe argento-peronístico Zenitram, quien incluso llega para encontrarse con las masas a las puertas de la Casa Rosada.

Mientras tanto, el Marinero Turco avanza con el quinto capítulo de La ley seca, pero además acompaña a Pedro Lipcovich, en su sección Muñecos Grandes. Allí el Marinero aporta la ilustración que tradicionalmente acompaña el rincón del escritor. El señalamiento no es casual, porque la historia de probadores de látigos que propone Lipcovich, además de muy bien escrita, puede leerse como brillante metáfora de estos tiempos.

Otra página que sirve para reflexionar –diríase “sobre la vida misma”– es la de Ariel López V., quien propone una de parejas cuyos planes no terminan de encajar. Respetado emergente del under y la autogestión comiquera local, López V. ahora tiene reconocimiento internacional y anda por Francia gracias a una beca de la Cité de la BD de Angoulême para terminar un proyecto.

De yapa, como si no alcanzara con todo esto, un capítulo más de la ya premiada serie Barrio Gris, de Eduardo Maicas y Pipi Spósito, haciendo lo que ya tienen afiladísimo en su haber: una delirante, grotesca y sangrienta historia de barrio. En resumen, este mes la revista pisa fuerte, como su gigante de portada, con sus borcegos y su pollera tableada. Tirando rayos y volando pajaritos. Llega siendo lo que es: Fierro.