Viernes, 13 de noviembre de 2015 | Hoy
CINE › NATALIA BRUSCHTEIN PRESENTA SU DOCUMENTAL TIEMPO SUSPENDIDO, HOY EN EL INCAA KM 0 GAUMONT
Laura Bonaparte fue Madre de Plaza de Mayo y símbolo de la lucha por los derechos humanos en todo el mundo. Y su nieta llegó a filmarla en los últimos años de su vida: “Es sobre mi abuela más que sobre una Madre de Plaza de Mayo” afirma.
Por Oscar Ranzani
El año 2000 fue muy significativo para la cineasta argentina, residente en México, Natalia Bruschtein: vino a Buenos Aires para realizar su tesis documental sobre su padre, Víctor, uno de los cuatro hijos del enorme símbolo de los derechos humanos que fue Laura Bonaparte, Madre de Plaza de Mayo. Para ese audiovisual de graduación estaba colaborando Lucero, una de las hijas del periodista Luis Bruschtein, único sobreviviente de los cuatro hijos de Laura Bonaparte y subdirector de Página/12. Los otros tres fueron secuestrados y desaparecidos –una, meses antes del golpe de 1976– al igual que el ex marido de Bonaparte, sus dos yernos y quien era la pareja del padre de Natalia en plena dictadura. Lucero le dijo por entonces a Natalia: “Deberíamos hacer un documental sobre la abuela”. Pero la idea quedó ahí. Pasaron diez años hasta que a la directora y montajista le regalaron el libro Laura Bonaparte. Una madre de Plaza de Mayo contra el olvido, de Claude Mary. Al mismo tiempo, Natalia vio el documental Una voz entre muchas, del “Negro” Humberto Ríos, donde el cineasta le había realizado una entrevista a Bonaparte en 1979. Y entonces, pensó: “Qué loco, porque la abuela dio testimonio de todo lo que pasó con sus hijos miles de veces. Y pensar que ahora no recordaba a los hijos se me hacía muy fuerte”, cuenta la realizadora en diálogo con Página/12. Fallecida en 2013, Bonaparte ya tenía proceso de senilidad avanzado cuando su nieta decidió filmarla, a sus 86 años. “Ahí es donde nació la idea de hacer un documental sobre las paradojas de la vida: de una mujer que lucha por la memoria y al final la pierde”, explica Bruschtein. Y finalmente lo concretó: Tiempo suspendido se exhibirá hoy a las 21 en el Espacio Incaa Km 0 Gaumont (Rivadavia 1635), con la presencia de la directora.
“Era claro que yo no quería hacer una biografía de Laura, pese a que su vida es un admirable mosaico de grandes acciones tanto en el campo político internacional (Laura no trabajó únicamente en el tema de los desaparecidos en Argentina, sino que también con familiares de desaparecidos en México y Centroamérica), así como en problemáticas sociales como el derecho de las mujeres para abortar, los derechos de la comunidad Lgbti; Laura también trabajó en las zonas más pobres de la ciudad de Buenos Aires, estuvo en Bosnia con las ‘Mujeres de negro’, cuyas familias habían sido víctimas de la política de exterminio étnico de serbios y croatas. Y como acto quizás de mayor relevancia internacional: fue una de las precursoras de la campaña internacional para que se declarara Delito de Lesa Humanidad a la desaparición forzada de personas”, relata Bruschtein. Y como indica la propia realizadora no eligió el camino de la clásica biografía sino un relato intimista de Bonaparte a través de una combinación de filmaciones propias con material de archivo que permiten conocer las profundas reflexiones de su abuela y su admirable manera de ver la vida. En algunos casos, los textos de Bonaparte –también muy respetada psicóloga– son leídos por la cineasta a través del recurso de la voz en off combinando las imágenes con las de la revisión de fotos familiares entre abuela y nieta.
–¿Cómo fue el abordaje de ese enorme símbolo de los derechos humanos desde el punto de vista familiar?
–La ventaja que tengo es que no vivo en la Argentina. Entonces, para mí era más fácil hablar sobre mi abuela, sobre esta mujer que lucha por la memoria y la pierde, pero desde mi punto de vista sobre la relación que tenía con mi abuela cada vez que yo venía a la Argentina. Era eso: estar con ella en una familia. Era una cosa muy amorosa. Y eso es lo que quise transmitir. Fue muy claro desde el principio que no quería hacer un documental sobre Madres de Plaza de Mayo, sobre los desaparecidos ni sobre la dictadura. Quería hacer un documental que, de alguna manera, también fuera universal.
–¿La idea fue, entonces, que a través de una historia personal la película pudiera trascender el tema que aborda?
–Yo no quería hacer una película sólo sobre Argentina. Quería también poner el acento en México que es un país que ahora está muy lastimado. Somos una sociedad con muy poca memoria, donde hay miles y miles de desaparecidos en los últimos años. Ya tenemos más desaparecidos respecto de lo que sucedió acá en dictadura, y en muchos menos años. Nos estamos enterando todo el tiempo de lo que está pasando y la gente se olvida y deja que siga sucediendo. Hay cosas que tenemos que recordar como sociedad. Porque olvidar no funciona. Entonces, quise que cualquiera pudiera identificarse, no solamente el familiar de un desaparecido o un familiar de alguien con senilidad o Alzheimer, sino el espectador común, que tiene que recordar lo que está pasando porque si no, como se dice en México, “nos lleva la chingada”.
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