Martes, 10 de marzo de 2009 | Hoy
SOBRE EL LIBRO LA ESQUIVA HUELLA DEL FUTURISMO EN EL RíO DE LA PLATA
A cien años de la publicación del Primer Manifiesto Futurista, acaba de aparecer un libro que investiga los ecos de aquel movimiento en el Cono Sur, al mismo tiempo que analiza cómo se vio la modernidad desde estas pampas.
Por May Lorenzo Alcalá *
La inmigración italiana masiva a la Argentina que se produce durante los años posteriores a la Primera Guerra Mundial y se extiende hasta avanzada la segunda posguerra hace, por un lado, presumir la radicación de futuristas militantes en el Río de la Plata y, por otro, debido a la dimensión desmesurada del universo a considerar, imposible especular sobre ellas sin referencias concretas: antecedentes previos y registrados en Italia, o presencia destacada en medios locales. Mejor, ambas combinadas.
Por sus características cosmopolitas y concepción de un vanguardismo amplio, además de una cierta coincidencia temporal con el pico migratorio de la primera posguerra, la revista Martín Fierro es el medio más apropiado para haber acogido militantes futuristas, a su llegada a Buenos Aires. En esta revista son bastante visibles tres nombres italianos: Piero Illari, que aparece en el Nº 7 de julio de 1924, presentado por Pedro Juan Vignale; Sandro Volta, que se estrena con una carta que titula “Los martinfierristas de Italia”, en el Nº 12/13 de noviembre de 1924, donde dice haberlos conocido en su travesía, compartida con Oliverio Girondo, en barco hacia el Río de la Plata en 1922; y Sandro Piantanida, quien firma en el mismo número, sin explicación o presentación alguna, la nota “Descubrimiento del cubismo”.
Los tres italianos de Martín Fierro aparecen citados en el Dizionario del futurismo, editado en 2001, como vinculados con el movimiento. Sandro Volta es mencionado como colaborador, en Italia, de Roma Futurista, entre otras publicaciones, especificándose que emigró a la Argentina en 1922 y volvió a Italia once años después. De los antecedentes de Volta en Sudamérica se mencionan dos publicaciones en italiano –Giornale d’Italia y Mattino d’Italia– y haber sido organizador de la estancia de Marinetti en la Argentina, en 1926, además de, junto a Sandro Piantanida, haber adherido al grupo vanguardista argentino Martín Fierro.
Vale la pena anticipar que tanto Giornale d’Italia como Mattino d’Italia eran publicaciones típicas de las que circulaban entre la colonia italiana, es decir, sin ninguna otra pretensión (intelectual) que dar información para una mejor y más rápida adaptación de los inmigrantes y, después, poner al tanto de las actividades y éxitos de los italianos en la Argentina.
Parece poco probable que Volta o Piantanida hayan tenido algo que ver con la organización del viaje de Marinetti a la Argentina, ya que el primero ni siquiera es mencionado en los apuntes de Filippo Tommaso, Tournée nell’ America del Sur, y el segundo, citado sólo al pasar. La relación directa de Marinetti con vanguardistas argentinos, especialmente con Emilio Pettoruti, y las vinculaciones entre los grupos de la nueva sensibilidad del Río de la Plata y de Brasil, primera escala de Mari-netti en América del Sur –sin olvidar a la propia Embajada de Italia, por instrucciones del gobierno fascista–, permiten deducir que la organización de la visita no necesitó de esos intermediarios.
De Piero Illari –que tenía para sus escasos veinticuatro años abundantes antecedentes registrados en Italia, el más importante haber sido director de una revista futurista– ahora sólo cabe el comentario de que llegó a Martín Fierro por una vía distinta que Volta, y seguramente que Piantanida. Este es el único de los tres que dirige una revista completamente en castellano, La Gaceta del Sábado, en 1927 y, justamente por esta vocación, puede haber sido una relación anterior de Evar Méndez. Asiste a la comida ofrecida en honor a éste, no así los otros dos.
Si bien tanto Volta como Piantanida escriben en Martín Fierro con más frecuencia que Illari, éste es el único de los tres que tiene una actuación pública concordante con una militancia futurista. La propia presentación de Volta y su nota del primero, “29/30”, de los números dedicados a la visita de Marinetti, denominada “Marinetti y nuestra generación”, desmienten expresamente adhesión alguna al futurismo o señalan que, si existió, la habían abandonado.
En su carta de presentación, Volta, después de elogiar a Girondo y agradecerle conocer más de la Argentina y los martinfierristas, se excusa de tomar contacto sólo dos años después de llegar, debido a que estuvo viajando por Brasil. Se ofrece para escribir en la revista a efectos de dar a conocer a autores italianos, señalando la ausencia de ellos [...].
Piantadina, en Martín Fierro, escribe sobre cubismo o teatro moderno, pero ni menciona el futurismo.
En su revista, La Gaceta del Sábado –que codirigió con Ruggero Palmieri en 1927, y tuvo tres números– no incorpora colaboradores excesivamente modernos: Alberto Gerchunoff y Baldomero Fernández Moreno, por ejemplo. Si son de la generación martinfierrista, a los más moderados, Pablo Rojas Paz; y de los contemporáneos, al más exógeno, Roberto Arlt.
Ello lleva a la conclusión de que el único de los futuristas, con antecedentes de tales en Italia, que emigró a la Argentina y continuó sustentando los postulados de la corriente, fue Pierro Illari.
[...]
Este libro intenta comenzar a cubrir el inexplicable vacío que implica la (casi) total ausencia de investigaciones sobre la influencia que el futurismo italiano ejerció en el movimiento artístico rioplatense, contemporáneo y posterior a las vanguardias históricas.
También exploramos los posibles cruces en estas tierras de la corriente italiana y la enunciación hecha por el mallorquín catalanista Gabriel Alomar en 1905 que, aunque se trató de una especulación más bien filosófica y no de una propuesta estética, fue reivindicada por los catalanes locales, cuando se difundió el manifiesto de Marinetti, como punto de partida de sus especulaciones. Cruces que, por otra parte, se dan en muchos aspectos de nuestra cultura por las enormes masas inmigratorias que se recibieron durante más de un siglo y que contribuyeron sustancialmente a constituir, junto con los aportes de los pueblos originarios, la idiosincrasia nacional.
Sin embargo, esta obra de ninguna manera pretende agotar el tema sino apenas plantear las cuestiones básicas de la problemática, al tiempo que rescatar algunas figuras olvidadas o ignoradas, que tuvieron vinculación con el tema principal, como Illari, Candioti, Juan Cruz Mateo, etcétera.
Y, además, dejar abierto un abanico de líneas de investigación que puedan ser transitadas por mí o por otros. Me refiero a la cuestión de por qué no existió en el Río de la Plata un grupo futurista, a la que yo he dado algunas interpretaciones que no tienen que ser taxativas ni concluyentes.
[...]
En definitiva, este libro sólo se arroga el mérito de haber roto el candado que vedaba el ingreso a un altillo misterioso, en el portentoso edificio de las investigaciones sobre las vanguardias históricas en el Cono Sur.
* Diplomática, escritora e investigadora. Fragmentos del libro de su autoría –con la colaboración de Jorge Cordonet en la investigación de campo– La esquiva huella del Futurismo en el Río de la Plata; Patricia Rizzo Editora, con el auspicio de la Embajada de Italia - Istituto Italiano di Cultura (IIC). El libro será presentado el martes 17 de marzo, a las 19, en el Museo Nacional de Bellas Artes, Av. del Libertador 1473, por Adriana Lauría, Raúl Antelo y la directora del IIC, Giuliana Dal Piaz, junto con May Lorenzo Alcalá.
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