Martes, 10 de marzo de 2009 | Hoy
MUSICA › LA JUNTADA DE TITO LOSAVIO, GRINGUI HERRERA Y FEDERICO GIL SOLá
El trío, que se presenta todos los jueves en un pub de Palermo, rescata la diversión ante todo, al punto de ni pensar un nombre.
Por Cristian Vitale
Un ingeniero de grabación sugirió Plan Tito, pero la idea no prosperó: el trío aún no tiene nombre. Tito Losavio, Federico Gil Solá y Gringui Herrera, claro, no lo necesitan: el peso específico de sus nombres propios basta para un entre eficaz. Para darse una idea, además, de lo que puede ocurrir cuando tres animalitos de tal laya se juntan a jugar un rato. Hay background, hay talento, hay años de shows y escena. El lugar es Libario, pequeño pub de Palermo, y el escenario es chico. Apenas alcanza para soportar a los tres: Tito toca la guitarra y canta; Gil Solá ocupa su rol natural –la batería–, pero Gringui no: troca la guitarra por el bajo. Es casi un power trío. “Estos temas son intrincadamente complicados, pero al mismo tiempo graciosos. No te aburren, porque se van moviendo de una manera que decís ‘acá sigue derecho’... pero nunca sigue derecho. Tienen cambios poco comunes para el formato power trío”, es la explicación exacta de Gringui apenas terminado el show, el primero de una serie de cuatro que darán todos los jueves de marzo en ese lugar, situado en Julián Alvarez 1315.
Los tres se tomaron cierto respiro en sus actividades habituales para armar algo así como un supergrupo lúdico, despojado y sin la pomposidad mediática que suele devenir de ideas así. Cero prensa y difusión. La gente –no más de cien personas– está aquí porque a Losavio se le ocurrió mandar mails a sus contactos personales con data austera: día, lugar y hora. De ningún modo figura que él fue el motorcito de Man Ray durante quince años y ocho discos, ni que fue guitarrista de Los Twist; tampoco que Gil Solá brilló como la tercera pata de Divididos entre 1990 y 1995, en Acariciando lo áspero y La era de la boludez, dos discos del trío aún no superados por el resto; menos el papel que la historia del rock argentino le asignó a Herrera en los ’80, como “músico satélite” de la segunda etapa de Los Abuelos de la Nada. Para ellos compuso uno de los primeros éxitos –“Tristeza de la ciudad”– y con ellos tocó cuando Gustavo Bazterrica fue expulsado en 1984; menos aún aparece en su papel de guitarrista “oficial” de Andrés Calamaro, ni de Fito Páez época Euforia. “Estamos tocando así, por lo bajo, como para desarrollar la cuestión. No sé... nos juntamos a ensayar una o dos veces por mes porque la música fluye. No necesitamos hacerlo 40 mil veces para sonar”, dice Gil Solá.
Pese al audio magro de la batería y algunas dificultades técnicas –el sonido es ajeno–, el trío es un lujo, suena como un infiernito en la noche. No hay rastros de Man Ray, Divididos ni Los Abuelos, sino algunos temas propios cantados en inglés –todos de Losavio– que devienen como la plataforma estética ideal para la interpretación de versiones personales, improvisadas y profundas de grandes y viejos temas: “No pibe”, de Manal, “Como el viento voy a ver”, de Pescado Rabioso, “Tengo 40 millones”, de Moris... “Uno a veces se queda con el mascarón, pero hay que revolver más”, se ríe Losavio. “Nosotros hemos grabado cosas al principio para congelar una forma, pero ahora las cosas van mutando. Yo siempre fui de la idea de que los temas hay que grabarlos después de haberlos tocado bastante, porque cuando los grabás al principio te perdés el punto caramelo.”
–¿La idea es grabar un disco o seguir con este espíritu de juntada informal?
Tito Losavio: –Por ahora nos estamos divirtiendo. Acá, hoy, no recibimos plata. Lo hacemos por placer, no por dinero. Igual, con Fede tenemos la idea de ensayar un poco más, pero Gringui no (risas).
Herrera, mareadito como el resto, se hace cargo y pide disculpas por la ausencia al último ensayo. Los tres se ríen y todo queda resumido al status de chiste. “Esta banda se está separando en vivo, loco”, tira Gil Solá. Tampoco circulan bocetos para un posible nombre. “Esto es sin envoltorio. Somos nosotros tres, y ya”, explica Losavio. Los tres, por separado, también están en planes relajados: Gringui girando y grabando con la banda de Alejandro Lerner; Losavio produciendo grupos nuevos; y Gil Solá, en el post Gil Solá & Exiliados, el trío con el que editó su último disco, La suerte y la palabra, sucesor del corrosivo Leaving Las Vergas. “Ando con ganas de armar una banda más orgánica... más entre eléctrica y acústica.”
–Y en el medio este trío. ¿Cómo surgió?
Gringui Herrera: –Por Cuino, un amigo en común.
T. L.: –Sí. Fue a fines de 2007, pero ya nos conocíamos de varios cruces. Gringui y yo habíamos tocado juntos en Man Ray y Fede grabó en Hombre Rayo. Ya había cierto conocimiento.
Federico Gil Solá: –Y no solamente musical: somos una banda recontra bostera.
–¿Se les ocurre algún rótulo para definir la música que hacen?
T. L.: –No sé. Tweety González una vez vino a escucharnos y bautizó lo nuestro como jazz-punk... Nunca había escuchado una definición así, pero es cierto que hay un espíritu de ambas cosas dando vueltas. Yo creo que es porque todo el tiempo estamos mezclando estructura e improvisación. Creo que por ahora es nuestra marca.
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