Martes, 12 de abril de 2011 | Hoy
OPINIóN
Por Vicente Battista
En La Nación del viernes 8 de abril, Fernán Saguier, corresponsal en la reciente reunión de la SIP, celebrada en San Diego (EE.UU.), anunciaba que Francisco Montes, director del diario Cuyo, de San Juan, (Argentina), “lamentó el frustrado intento de un grupo de intelectuales oficialistas de impedir que Mario Vargas Llosa, último Premio Nobel de Literatura, abriera la próxima Feria del Libro de Buenos Aires”. Más allá de la confusión del párrafo (¿lamentó que los intelectuales oficialistas no hubiesen logrado su propósito?), advertimos que tanto Saguier como Montes no se tomaron el trabajo de leer la prensa del día. Ese mismo viernes, el diario Clarín informaba: “Vargas Llosa, aclararon ayer los responsables de la Feria, que empieza el 20, no inaugura la Feria, sino que da una charla –que no tiene carácter de apertura, como se había dicho antes– al día siguiente”. Ante los barullos que genera la escritura de Saguier o de Montes, podríamos inferir que ahora tal vez lamenten que los intelectuales oficialistas hayan logrado su propósito. ¿Y cuál era ese propósito? Según los medios hegemónicos: “Impedir que Vargas Llosa inaugurara la Feria del Libro”.
No bien se supo que él sería el encargado de inaugurarla, comenzaron a circular cartas y manifiestos en los que se enunciaba la preocupación de que fuese precisamente el escritor peruano quien la inaugurara. Esos textos, que contaron con la adhesión de múltiples intelectuales, oficialistas o no, expresaban “el profundo desagrado y malestar ante la designación de Mario Vargas Llosa para inaugurar la Feria del Libro” o señalaban que era “inoportuno invitarlo”. Ninguno hablaba de prohibición, de veto o de censura, como se empeñaron en repetir los medios hegemónicos. La falsa información es una costumbre que saben tener esos medios; de inmediato echaron a rodar el fantasma de la prohibición y el monstruo de la censura y, como es habitual, el coro de políticos afiliados a esos diarios y revistas desgarraron sus vestiduras e hicieron oídos sordos a cualquier palabra que desvirtuara ese anatema, ya estaba impuesto, sólo se trataba de mantener la mentira. Ahora parece ser que los ríos de tinta han retornado a sus cauces naturales. Habrá que celebrar que las autoridades de la Fundación El Libro hayan atendido a la inquietud reflejada en esas cartas y manifiestos y en base a ello inviten a Vargas Llosa a una conferencia, ajena a la apertura de la Feria del Libro, tal como también se había sugerido en casi todos esos textos.
Celebremos, entonces, que se haya impuesto el sentido común y oído la sugerencia de los artistas e intelectuales, no solo de los K, sino de los que componen la totalidad del alfabeto: desde la A hasta la Z. Festejemos el triunfo de la razón, vivamos la Feria en paz.
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