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En la década del ’60, el director Julio César Otero Mancini experimentó por primera vez con el uso del sonido y aplicó nuevas técnicas con la cámara Súper 8. Esto atrajo la atención del Instituto Di Tella, donde se reunía la vanguardia cultural. En la década siguiente, integró la Peña Foto Cine 8mm de La Plata. En 1976 filmó Boomerang, con una estética y banda de sonido revolucionarias para los cánones del cine testimonial de la época. Con dicho trabajo ganó el Primer Premio en el 1er. Concurso de Cine Experimental-Instituto Goethe de Buenos Aires y varios premios internacionales. Sus cortos ahora son rescatados por el Bafici en su sección dedicada al formato Super 8mm.

–¿Cómo fue su trayecto y paso por el Di Tella hasta convertirse en un pionero en el uso del sonido?

–Me crié en una familia de relojeros; allí aprendí los principios de la mecánica. Yo quería hacer el secundario en un industrial, pero mi madre tenía terror a la electricidad y al verme con los motores, cables y latas que utilizaba como reflectores, me terminó mandando a un comercial. Estudié en el Conservatorio Provincial de Música y me integré al Grupo de Música Contemporánea junto con los maestros Jorge Blarduni y Luis Zubillaga. Era el reino de la grabación magnetofónica, de esos rollos de cinta magnética que pasaban velozmente. En el ’67 me recibí de técnico en electrónica y con mis conocimientos de relojería y audio ideé distintos dispositivos electromecánicos para lograr efectos expresivos. Luis Pazos y Jorge de Luján Gutiérrez me acercaron doscientas diapositivas tomadas por Chispa Estévez para participar en “Experiencias ’69” en el Di Tella y me encomendaron la creación de la banda sonora.

–¿Cómo siguió su obra?

–Con la multiproyección de diapositivas. Llegué a usar ocho proyectores con fundido sobre una misma pantalla. En el ’75 me sumé a la Peña Foto Cine 8 mm de La Plata que producía cine familiar y me daba la posibilidad de filmar en formato pequeño. Ese mismo año me recibí de escenógrafo en La Plata y, al ver el trabajo de excelencia del titular de Maquillaje, Horacio Pisani, le propuse realizar un documental. Estela Staroselsky, mi esposa y asistente de dirección, me regaló una filmadora de Súper 8 muda. El problema era el sonido. Los proyectores tenían control automático para la grabación y era imposible manejarlos. Así es que, desde el motor de un grabador de cinta abierta conecté un flexible que con un adaptador (para lograr en el proyector dieciocho cuadros por segundo) moviera todo, lo que me posibilitó elaborar por separado la imagen y el sonido.

–¿Y Boomerang?

–Nació a partir de un accidente. El riesgo en ese sistema era que primero debía hacer correr la cinta de audio para que avanzara la película y luego encender la lámpara. De lo contrario se quemaba el fotograma. Estaba sonorizando Maquillaje, no procedí correctamente y el fotograma se quemó. Me llamó la atención lo proyectado en el instante de la destrucción del fílmico. Como sociedad, estábamos atravesando momentos de horror y de violencia y me viene a la cabeza ese fotograma quemado. Empecé a experimentar con back-projecting, puse el proyector detrás de un traslúcido y en el otro extremo la filmadora. Coloqué la película expuesta y gradué la cantidad de luz, además de variar la velocidad de filmación y fue apareciendo un mundo de imágenes, que se transformaban en burbujas. Alcides Pérez Salas, profesor de cine en la Universidad Nacional de La Plata, contribuyó con la animación. En 1987, el video desplazó al Súper 8. Yo sigo trabajando en video, pero combino alguna intromisión de lo analógico/mecánico. Mi nuevo proyecto será Metempsicosis, el traslado del alma de un cuerpo a otro y está basado en un sueño.

* El programa Otero Mancini se exhibirá hoy a las 12.30 en la Sala 7 Hoyts Abasto y el domingo 17 de abril a las 15.45 en el Malba.