ENTREVISTA A HERNáN BELóN, DIRECTOR DE BEIRUT-BUENOS AIRES-BEIRUT, QUE SE ESTRENA MAñANA
En su cuarto documental sobre temáticas familiares, el cineasta acompaña a una joven de origen libanés que va tras los rastros de su bisabuelo, tratando de conocer su propia historia y en busca de datos que le permitan armar el rompecabezas familiar.
› Por Oscar Ranzani
Especialista en documentales sobre temáticas familiares. Así puede sintetizarse el perfil de Hernán Belón, que realizó cuatro producciones, abordando el mundo de la mínima unidad social. El primero de ellos, Tierra de refugio, lo filmó en Francia y enfocaba sobre una tía suya que tuvo que exiliarse. El más recordado es Sofía cumple 100 años, que sigue la cotidianidad de una abuela y su historia de vida, a pocos días de convertirse en centenaria. Si bien El tango de mi vida enfocaba sobre un concurso a micrófono abierto de intérpretes no profesionales del 2x4, Belón registró a su abuela, que estaba entre los participantes. El cuarto –que se estrenará mañana– es Beirut-Buenos Aires-Beirut, donde una mujer sigue los rastros de su bisabuelo en Líbano. “Por un lado, el documental me permite aprender algo sobre un tema que no conozco demasiado bien”, sostiene Belón, en diálogo con Página/12. “En este caso, me interesaba mucho la temática árabe y también el tema de los orígenes familiares y cómo determinadas cosas que pasan en una familia, con ciertos silencios y secretos, la condenan a repetir muchos esquemas durante generaciones.” La filmografía del cineasta se completa con la ficción El campo, estrenada el año pasado, con protagónicos de Leonardo Sbaraglia y Dolores Fonzi, donde el tema familiar es central, a través de la historia de una pareja joven que se muda de la ciudad al campo, luego del nacimiento de su hija.
Verónica “Grace” Spinelli es una joven argentina, actriz de profesión, y de origen libanés, cuya tía abuela, Senona –la hermana de su abuela–, antes de morir le contó un secreto: su padre, Mohammed, de origen libanés, no murió en la Argentina, donde se exilió a fines del siglo XIX, sino que volvió al Líbano a los 60 años, dejando abandonada a la familia que había formado en la tierra rioplatense. Ellos, molestos por su partida, fueron cortando la comunicación con el hombre. Senona le dejó a Grace una caja con cartas y fotos que le enviaban a él desde Líbano y otras que mandó Mohammed después de su partida, algunas de las cuales nunca habían sido leídas. Cuando Grace le contó esta historia a Belón, ambos se pusieron de acuerdo para investigar los orígenes de Grace en un documental. A lo largo de 80 minutos, Grace va tras los rastros de su bisabuelo, tratando de conocer su propia historia y, para ello, no sólo investiga en la Argentina sino que viaja al Líbano, en busca de datos que le permitan armar el rompecabezas familiar, y unir el pasado y el presente a través de la búsqueda de lo que parecía perdido.
–¿El núcleo temático del documental se resume en la búsqueda de la identidad?
–Sí, es la búsqueda de los orígenes y de las raíces familiares que tienen que ver con la búsqueda de la identidad, entre otras cosas, porque la identidad también se relaciona con la búsqueda de una profesión, de los gustos personales, de un destino en la vida, de algo que uno quiere hacer hacia el futuro. Pero también se basa en el pasado, en los orígenes familiares. En este caso, los orígenes de Verónica tienen su origen con esa familia en el sur del Líbano, de origen musulmán chiíta.
–A grandes rasgos, ¿el film también reflexiona sobre la problemática del inmigrante más allá de las religiones?
–Sí. En la Argentina muchos somos hijos de inmigrantes, pero se sabe muy poco de eso porque los inmigrantes, dado que el viaje fue muy duro y también les resultó muy difícil adaptarse al país, muchas veces no contaban las cosas que habían tenido que vivir a sus hijos o a sus nietos, tal vez para no recordar esa patria que habían tenido que abandonar. Hay algún silencio sobre ese mundo perdido. Increíblemente, eso tampoco fue ayudado por el Estado argentino. Hasta que nosotros filmamos –ahora se empezó a digitalizar–, el lugar donde están todos los archivos de Migraciones, el Hotel de Inmigrantes, no tiene ventanas y entra la lluvia con la sudestada. Son condiciones de conservación terribles. Los libros de las llegadas de los inmigrantes estuvieron en exposición mucho tiempo y, entonces, la gente iba, buscaba su nombre, y arrancaba la página. Más allá de que en este caso es una familia de origen libanés, es un tema interesante para todos los argentinos. Yo me interesé mucho sobre mis propios orígenes, cosa que nunca me había preguntado.
–¿Lo planteó como un documental en primera persona porque se trataba de un tema familiar?
–Tenía una protagonista a la cual seguir todo el tiempo, y por primera vez hice un documental con voz en off. Me pareció que estaba bueno probarlo y ponerle la voz de Grace y sus pensamientos. Era interesante hacer un documental de observación, pero también agregarle lo que ella pensaba y lo que ella iba sintiendo. Mientras hacíamos el viaje, ella anotaba en un diario todas sus impresiones de ese momento. Y yo también iba anotando algunas cosas. Luego hicimos la voz en off. Estaba bueno tener un personaje central. En el caso de Sofía cumple 100 años, estaba también la abuela, pero era más yo mirándola y espiándola. En este caso consistía en ir junto con Grace porque ella sale a investigar. Es como una road movie y una película de aventuras, en un sentido. Por eso me parecía linda la voz en off, como la bitácora del viaje.
–Teniendo en cuenta que se trata de una misma historia que une dos culturas, ¿cree que hay características en común entre ambas?
–Hasta el momento de hacer el documental creía, erróneamente, que todos los árabes eran musulmanes y que todos los musulmanes eran árabes. Pero, en realidad, casi todos los musulmanes son de raza negra y viven en Africa. Y hay árabes de muchas religiones. Por ejemplo, un porcentaje alto de árabes libaneses son cristianos. A partir de conocerlo, me di cuenta de que hay gran influencia del mundo árabe en mi propia familia. Una parte de ella es del sur de España, de Andalucía, donde hay mucha influencia. La cultura árabe está muy presente en la Argentina: en las comidas, en la forma de ser de la gente, sobre todo mucho en el interior del país. Y la tenemos incluida totalmente a la cultura porteña y argentina. Entonces lo más interesante de esto fue descubrir que lo que parecían dos culturas, en realidad no son tan lejanas a nosotros, sino que son parte de nuestras familias y gran parte de nuestras costumbres vienen de ahí. Como somos un país que tiene mezcla de razas y culturas, también tenemos un aspecto árabe muy fuerte. Más que nada me sirvió para reconocer las similitudes antes que las diferencias.
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