Martes, 29 de agosto de 2006 | Hoy
CIELO LATINI Y LAS EXPRESIONES QUE PROMUEVEN LA ANOREXIA
Ex anoréxica y autora del best seller Abzurdah, la escritora asume su posición y analiza el alcance de la enfermedad: “Todas las revistas femeninas muestran la delgadez extrema como belleza y no se puede renegar de eso”.
Por Julián Gorodischer
Los medios siempre la “tiraron para abajo”. No es un pase de facturas tardío sino un recuerdo catártico de Cielo Latini, ex anoréxica, autora del best seller menos esperado del año, Abzurdah, que agotó rápidamente su primera edición de cinco mil ejemplares. Su historia comienza, justamente, mirando televisión, más precisamente el programa Conflictos en red (Telefé, 2005), imaginando que su blanca palidez, su intento de suicidio, el descenso brusco de peso hasta llegar a los 47 kilos que lleva tatuados en su muñeca podrían servir para un episodio con buen rating. El extenso correo electrónico enviado al productor de aquel ciclo derivó en el proyecto de un libro (editado por Editorial Planeta). Así es como adaptó a la Argentina el boom internacional de las adolescentes autobiográficas, como la italiana Melissa P. de Cien cepilladas antes de dormir o la brasileña Bruna Surfistinha, de El dulce veneno del escorpión. Pero la cándida Cielito, que a los diez tocaba el piano y entregaba a la maestra su manzana, se apartó del drama de alcoba para narrar el infierno del amor contrariado en la adolescencia. ¿Qué expresiones de la cultura motivaron su anorexia?
Los cuerpos que ilustran la anorexia en los diez mil sitios que la promueven en Internet (según registros de la ONG IQUA), en la publicidad y en programas, se sintetizan en el esmirriado fisiquito de la melliza estadounidense Mary Kate Olsen, de costillas visibles y redondeadas, puro hueso, icono de la página web Me como a mí.com que hizo de Cielo Latini una líder de las anoréxicas autoconscientes. “Quizás pensó –la justifica una fan en el sitio Es esto sano.com– que había demasiadas cosas fuera de su control, miró dentro de sí misma y decidió controlar lo único que podía: su peso”. Mary Kate, talento precoz en comedias pasatistas de Hollywood, Hillary Duff y Nicole Richie (que protagonizó el reality Simple life junto a Paris Hilton) son los emblemas del espectáculo de la anorexia. Pero no son las únicas. Mientras toma su energizante verde con gusto a guaraná, y dice que es muy rico y que habría que probarlo, Cielo Latini reconstruye una genealogía de celebridades inspiradoras.
Alejo, su amante diez años mayor, la sedujo con un juego alternado de presencias y ausencias (detallado en Abzurdah). A él le atraía la imagen flaquísima de Celeste Cid en Resistiré, le piropeaba la belleza de los pómulos prominentes, el cuellito venoso, la pechera plana, el costillar a la vista, la palidez mortuoria... Después le pedía a Cielo que comiera porque lo preocupaba. El juego era ambiguo: “Me preguntaba: ¿Cielo, estás comiendo? Y se me fue de las manos. Cuando pesaba 47, me tatué la muñeca para tener un recordatorio permanente. Cada vez que iba a comer, me decía: ¿vas a comer? Estuve casi muerta, tuve intentos de suicidio, vi el mundo distorsionado, sentía olores que nunca había conocido. Kate Moss era el referente obvio y, entre las argentinas, Celeste Cid. Me parecía súper armoniosa, flaquita, a Alejo le encantaba”. Bajaba de peso aceleradamente, dejaba atrás a la gordita que fue en la escuela secundaria, esa que con 65 kilos inspiró la frase con la que empieza esta historia: “Los chicos son crueles, acá o en la China”. “Es el día de hoy que me recuerdo mirando el canal FTV y diciendo, con 47 kilos: ‘Ellas siempre serán más flacas’. Cuando sos anoréxico, si te agarra Pancho Dotto vas a la pasarela y si te pesca tu viejo vas a Aluba (institución que trabaja en la recuperación de anorexia y bulimia). Es una cuestión de suerte ver quién te descubre primero.”
Alternaba entre dejarse llevar por sus iconos de belleza mortífera (como los llama) y tratar de sacarse de las fosas nasales ‘ese olor’ apestoso a comida, esas ráfagas de fritanga. “La comida te repugna. Cuando pasás el umbral del hambre, te llegás a olvidar de cómo se masticaba. Me costaba la maniobra de abrir la mandíbula.” Alejo era su dios y Cielo vivía para él. “Era el único motivo por el que estaba viva.” Llegó un momento, asume en Abzurdah, en que la gente se la cruzaba y le decía: sos un asco/ sos una rana. Y ella pensaba: Gracias. Nunca era suficiente. “Ni tan flaca, ni tan rica”, entendió sobre una carrera frenética que no terminaría. Contra creativos publicitarios supuestamente iluminados, desmintiendo esa nueva tendencia que habría declarado el fin de los cuerpos perfectos en la publicidad y programas, Cielo Latini critica por igual a la revista de modas y al comercial concientizado de marcas como Dove, en el que las rellenitas posan con su mejor sonrisa, como en una revancha.
–Todas las revistas femeninas muestran la delgadez extrema como belleza y no se puede renegar de eso, porque es así. ¿Nuevas tendencias? Una publicidad como la de Dove me parece terrible. Es una discriminación, es como poner chicos de otra religión u otra raza y decir: Para todos. No me gusta. Uno tiene ya tan incorporado el concepto de belleza publicitario, que cuando ve una chica normal dice: Ay, mirá esa gorda en la publicidad.
–¿Ninguna expresión de la cultura la ayudó en su recuperación?
–Siempre los medios me tiraron para abajo; nunca me ayudaron. El canal E! Entertainment, por ejemplo.... puso de moda a la cantante Lindsey Lohan, las mellizas actrices Olsen, Nicole Richie, que ahora está anoréxica. Es una cosa increíble que en Simple life (sobre dos ricachonas transferidas a una granja) estuviera tan gorda y ahora esté tan linda. Su presente me parece enfermo, pero lo prefiero.
Nucleadas en diez mil sitios de Internet cuya máxima expresión internacional es All about Anna y cuyo hito local fue el Me como a mí de Cielo Latini, la mayoría de chicas anoréxicas intercambian estrategias de descenso abrupto de peso como las carreras de kilos, placebos para no pensar, como la ingesta de agua y la pasta dentífrica bien mentolada, la ilusión de adelgazamiento que da la autolesión y la ducha helada. Cielo, desde Me como a mí, se sentía por primera vez una voz autorizada, una líder de opinión en defensa de una alternatividad que, de no implicar la muerte, podría ser una forma de resistencia al estándar.
–Y, claro, me fascinaba Kate Moss, que mostraba la enfermedad mezclada con algo sexy, con esas costillas que se le salían. No era una enferma completa, y tenía esa cara medio india. Esa es otra que no sale. Todo el mundo la tiene de icono de la anorexia, ya tiene el rótulo en la cabeza.
–¿Qué le pasaba con Madonna?
–La veía gorda. Ahora la veo normal, y hasta atlética. Cualquiera era gordo para mí. En los grupos de recuperación, las chicas se quejan de las modelos que vomitan, o no comen, y que tienen el mismo índice de masa corporal que una anoréxica. Ellas están en la pasarela, dicen, y nosotras luchamos contra nuestros viejos que nos quieren internar. Yo abría mi página pro anorexia y me la cerraban. Yo la volvía a abrir y Yahoo, en su momento, me la sacó de circulación.
Sentía que tenía que dar voz al miedo y asco a la comida. Todas las páginas que ella conocía empezando por All about Anna estaban escritas en inglés. “Nuestra ídola era la modelo brasileña Giselle Bundchen”, sigue Cielo. “No sé ahora, pero en 2003 era increíble. Nos encantaba tanto como las Olsen. Las sigo considerando bellas, pero también enfermas y mortíferas.” Estetizaba la anorexia en el sentido de que era la contrariedad al cliché. Realmente estaba convencida de que lo suyo no era enfermedad sino estilo de vida. “Yo sabía que no me iba a morir de anorexia, pero se me murieron dos en el camino.” Las páginas web no ofrecen grandes variaciones. En los foros se intercambia información sobre dietas, trucos para engañar a padres o para autolesionarse. Apartados fijos muy frecuentes –relevados por el sitio Noticiasdot.com– incluyen los de Dietas, Consejos, Diarios y Thinspiration, con una galería de fotos de modelos, cantantes y actrices muy delgadas para inspirar a las cibernautas. La salida del closet de una celebridad siempre es motivo para renovar la adoración, y nunca desanima.
En el panteón se destaca la recientemente asumida Ashlee Simpson, cantante y hermana de Jessica, la ya referida Mary Kate Olsen y, por supuesto, la cantante Hillary Duff, que asegura estar delgada “por todo el ejercicio” que realiza. A Cielo Latini no le cayó del todo bien el reciente boom quirúrgico al que –siendo anoréxica– tal vez sintió como una competencia. “Me da un poco de impresión, pero me gusta. Tanto como E24, cuando llegan hechos mierda. Pero es más fácil que te metan un coso y te saquen la grasa que cagarte de hambre”, dice. “A mí me causa gracia cuando dicen que una anoréxica elige el camino más fácil, que es dejar de comer. ¿Más fácil, dicen? Estate diez días sin comer y después me decís si es fácil o no.” Este pase de revista por la cultura idolatrada por tantas chicas podría entenderse como un cierre, un salto hacia otro tema. Cielo Latini, asume, está para otra cosa. La necesidad de descentrarse es tan fuerte como el impacto que le produjo conocer a Vilma, esa postadolescente deslumbrada con su historia a la que quiere traspasar de fan a objeto de la narración. Aunque no identifique tanto como su best seller, y aunque el marketing diga que no hay tantas como Vilma. “A los 10 ya robaba y pedía plata sin necesidad; se metió en una secta satánica. Quiero escribir sobre su misticismo...”. Contar otra vida, salirse de uno, es su utopía.
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