espectaculos

Miércoles, 19 de octubre de 2005

BOCCA Y EL 15º ANIVERSARIO

Ahora Les Luthiers también se baila

El festejo por los quince años del Ballet Argentino abre la puerta a un mundo nuevo.

La voz grave y solemne de Marcos Mundstock anuncia que lo que se verá a continuación es la última producción de Johann Sebastian Mastropiero, el célebre compositor de ficción creado por Les Luthiers, y así da comienzo a la presentación de El lago encantado, una parodia –desopilante pero en todo momento respetuosa de El lago de los cisnes– en la que las doncellas, víctimas de un hechizo, por las noches se convierten no en bellos cisnes sino en... marineros. El narrador, que comenta y explica cada acción antes de que los bailarines puedan realizarla, da la bienvenida a la primera bailarina –Eleonora Cassano en el papel de la princesa Malixendra– “y a la segunda, la tercera, la cuarta, la décima, y la centésima...”, y así sigue. Más tarde aparecerá el príncipe Vassili -Julio Bocca– (“el que siempre vacila”, acota el locutor), con sus súbditos: todos luciendo ajustadas calzas “que denotan su status social”, por lo que Julio, por su jerarquía, se pavonea mostrando un bulto bien abultado.
Así comienza esta breve pieza coreográfica que el Ballet Argentino estrenó el viernes pasado con motivo de la celebración de su 15º aniversario, en un doble programa mixto con Julio Bocca a la cabeza, Hernán Piquín y Cecilia Figaredo como primeras figuras y Eleonora Cassano como primera bailarina invitada. Con texto y música de Les Luthiers y coreografía de Lidia Segni, Bocca se ríe de sí mismo y de los cánones tradicionales del ballet clásico en esta nueva versión de El lago... en la que –siempre a modo de juego– las parejas de bailarines se esconden tras los juncos, la bailarina principal –alzada, y no sólo en los brazos de su partenaire– engaña al príncipe con su mejor amigo y las doncellas se convierten en marineros que salen a bailar con otras doncellas que aún no se han convertido.
Pero este mundo irónico y grotesco, que sexualiza el mundo asexuado del ballet clásico, es sólo una parte –y un respiro para público y bailarines, claro– de un programa largo y completo que incluye además, ya no en clave humorística, dos pas de deux del repertorio clásico y tres creaciones de coreógrafos contemporáneos. El espectáculo del programa “A” dio comienzo con el Gran pas de deux de Don Quijote, en el que Julio pudo lucir de entrada sus grandes saltos y sus precisas piruettes en dehors y à la second, junto a Eleonora Cassano en el papel de Kitri y dos integrantes del Ballet Argentino que interpretaron variaciones fuera de programa intercaladas entre las de los protagonistas. Por su parte, Hernán Piquín y Cecilia Figaredo –primeras figuras de la compañía– hicieron lo propio en el pas de deux de Esmeralda: ella, en el papel de la gitana de París, se mostró sensual y segura en la variación que danza al compás de la pandereta, a la que hace sonar con la mano y con el pie; él, como siempre, masculino y soberbio, se destacó en su interpretación, aunque la sencillez de la coreografía no le permitió lucirse en todas sus capacidades, como esperaba el público que lo vio en otras oportunidades.
Una vez finalizado lo clásico, fue el turno de lo moderno y contemporáneo. La coreografía de Oscar Araiz, Aquelarre, con música de Paul Hindemith, fue interpretada por Victoria Balanza, Stephanie Bauger, María Eva Prediger, María Laura Higa y Magdalena Cortés, del cuerpo de baile de la compañía de Bocca, todas en largos vestidos violetas que, junto a la impronta teatral de la coreografía, hacían de ellas macabras Morticias y de sus desplazamientos, movimientos fantasmagóricos. En el segundo acto, Andrea Candela –coreógrafa y asistente de dirección del Ballet– presentó Ad desiderata, un dúo con música de Sergei Rachmaninof especialmente preparado para Figaredo y Piquín; ambos con sus cuerpos desnudos y pintados conjugaron el lirismo y la velocidad del movimiento, al ritmo de la música y de las palabras de una plegaria moralista.
Finalmente, la perlita de la noche fue Cruz y ficción, una creación de Ana María Stekelman a partir de diferentes versiones del Ave María, en la cual Bocca desplegó toda su energía en el rol de Jesucristo, mostrándose más que cómodo en los movimientos contemporáneos propuestos por la directorade Tangokinesis, y muy bien acompañado por Victoria Balanza en el papel de María.
Ecléctico, variado y para todos los públicos, este programa “A” se presentará nuevamente hoy, el 28 y 29 de octubre y 1º y 2 de noviembre a las 20.30, y el domingo 30 a las 19 en el Teatro Opera (Corrientes 860).
Habrá más funciones del 21 al 26 de octubre y del 4 al 8 de noviembre, con un segundo programa compuesto por dos coreografías de George Balanchine -Tarantella y Allegro Brillante–, una de Twyla Tharp –The little ballet–, otra creación de Candela para Figaredo y Piquín –Septiembre–, Tango brujo, también de Stekelman y, por su puesto, El lago encantado, con la magia y el humor que siempre garantiza Les Luthiers.

Compartir: 

Twitter

Julio Bocca se ríe de los cánones tradicionales.
 
CULTURA Y ESPECTáCULOS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.